A tono con la nueva estrategia cubana contra la COVID-19, las personas sospechosas de padecer la enfermedad y los contactos de casos ya confirmados en La Habana, serán aislados en sus casas y no en centros establecidos especialmente para ello, como sucedía hasta ahora.
La medida, ya en vigor en la mayoría de las provincias cubanas como parte de la llamada “nueva normalidad”, empezará a aplicarse desde este miércoles en la capital cubana, según lo informado en reunión del Consejo de Defensa Provincial (CDP). De acuerdo con lo anunciado previamente por el gobierno cubano, solo se mantendrá el aislamiento fuera de las viviendas de los adultos mayores vulnerables y de quienes no tengan condiciones en sus casas, entre otras excepciones.
El doctor Carlos Alberto Martínez Blanco, director de Salud en el territorio habanero, aseguró que ya “se encuentran definidos los detalles técnicos, epidemiológicos y logísticos para asumir esta nueva etapa, además de contar con la cobertura de los recursos humanos en las comunidades”, precisa Tribuna de La Habana.
Por su parte, el gobernador de la capital, Reinaldo García Zapata, llamó a “trabajar con profunda calidad desde la Atención Primaria de Salud”, sobre el que recae ahora un mayor peso en la estrategia sanitaria de la Isla para el enfrentamiento a la COVID-19.
Hasta la fecha, los médicos y enfermeros de la Atención Primaria, llamados en Cuba “de la familia”, eran los encargados de hacer el pesquisaje y realizar el seguimiento de las personas vulnerables en sus comunidades, con el apoyo de estudiantes de medicina, pero a partir de ahora también deberán atender a los sospechosos y contactos de casos confirmados con la enfermedad que estén en aislamiento domiciliario. Por ello, las autoridades habaneras enfatizaron en que “el éxito de esta modalidad de aislamiento domiciliario depende en gran medida de la actuación profesional de los médicos de la familia y de la responsabilidad de los pacientes”.
La Habana, que suma más de la mitad de los casos de coronavirus detectados en Cuba y ha sido el epicentro de la enfermedad en el país durante casi toda la pandemia, entró este lunes en la fase 3 de la desescalada, luego de contener un rebrote que obligó a imponer un toque de queda nocturno y otras fuertes restricciones en la ciudad el pasado mes de septiembre.
No obstante, las autoridades habaneras han decidido mantener por el momento los aeropuertos cerrados, así como los bares, discotecas, centros nocturnos y gimnasios que no sean al aire libre. Además, mantuvieron limitaciones de capacidad en el transporte público y han confirmado el uso obligatorio de mascarillas o nasobucos y otras medidas higiénico-sanitarias en espacios públicos y en centros de trabajo, a pesar de la reapertura económica y el anuncio del reinicio del curso escolar el próximo 2 de noviembre.