El transporte público en Cuba, para muchos un dolor de cabeza incurable, pudiera aliviar su precaria situación actual, a partir de la puesta en marcha de una planta ensambladora de autobuses en la Isla, que prevé instalar el consorcio brasileño Marcopolo.
En la actualidad, el gobierno cubano cubre las necesidades del transporte de pasajeros con ómnibus chinos y rusos, pero la lejanía de las productoras aconseja invertir en producciones domésticas para evitar la recurrencia de crisis en esta rama.
De acuerdo con Oscar Romero Matos, director de exportaciones de Marcopolo, el proyecto de inversión que negocia desde hace un año con la empresa cubana Caisa, debe entrar en ejecución a inicios del 2014 mediante la exportación de las primeras piezas y partes para el ensamblaje de unos 150 ómnibus.
“Inicialmente exportaríamos estos buses desarmados para su montaje en la fábrica de Guanajay, y hemos previsto gradualmente incorporar componentes producidos en Cuba, dígase estructuras, fibras y vidrio”, explicó Romero Matos.
Este proyecto no marcha con la celeridad anticipada, debido a problemas de financiamiento. “En la parte técnica estamos más avanzados, faltaría entonces la otra que es la financiera, por lo que estamos a la espera del otorgamiento de una línea de crédito por parte de la banca brasileña”, dijo.
No obstante al apoyo recibido del gobierno de Río Grande del Sur en términos de promoción y gestión intergubernamental, este proyecto de Marcopolo no clasifica por su envergadura entre los posibles receptores de microcréditos (hasta cinco millones de dólares), que emite el banco estadual para el fomento de la inversión en Cuba.
La entrada en funcionamiento de esa planta, bien pudiera incidir en la reanimación del transporte de pasajeros de la Isla, el cual experimenta un notable deterioro, debido a la baja disponibilidad técnica del parque vehicular.
Tal es el caso de la capital cubana, donde funcionaban solo unas 450 “guagas” de las 900 existentes en agosto pasado -según reportes oficiales del Ministerio del Transporte-, para al menos un millón de personas dependientes de este medio diariamente.
Especialistas consideran que las crisis cíclicas del transporte público en La Habana son provocadas por el deterioro de los ómnibus, la falta de piezas de repuesto, motores incapaces de soportar la presión de cientos de miles de viajeros en medio de los tórridos veranos.
César Arocha, titular del ramo anunció recientemente la llegada en enero de unos 100 autobuses chinos con el fin de aliviar "mayores afectaciones en la transportación urbana de pasajeros" en La Habana, Camagüey, Las Tunas, Holguín y Santiago de Cuba.
Con plantas en nueve países, además de las tres en Brasil, y una producción anual de unos 32 mil buses, Marcopolo es uno los líderes mundiales en este sector.