En Isla de Pinos, rebautizada Isla de la Juventud por reforma constitucional, existen en su extremo sudoriental las increíbles cavernas de Punta del Este que exhiben dibujos rupestres de altísimo valor, hoy un tanto degradados por el vandalismo. Se supone que estos dibujos, de carácter geométrico fundamentalmente, fueron realizados por los primitivos pobladores indígenas.
Muchos exploradores las han visitado a lo largo del tiempo, entre ellos los doctores Fernando Ortiz y Antonio Núñez Jiménez varias veces. El primero la nombró, admirado, “la Capilla Sixtina de nuestros aborígenes”. Se cuenta que fue descubierta por Freeman P. Lane, quien se refugió allí tras un naufragio, y la describió luego a Charles Berchon, de la Sociedad Geográfica de París, quien incluyó pormenores en su libro A través de Cuba, de 1910.
De todas las leyendas que rodean el insólito lugar, una de las más sugerentes está ligada a otro viajero que visitó las cavernas en 1932. La noticia la difundió el Dr. Salvador Massip, notable geógrafo cubano, en El Diario de la Marina, edición del 16 de junio de aquel año, bajo el título “En la Isla del Tesoro”.
Los naturales de Isla de Pinos y un oficial allí destacado de apellido Gómez le contaron que un enigmático personaje, que solo se identificó como el Doctor Topsius de Alemania, se pasó muchos días recorriendo la ínsula en excursiones sigilosas y pidió expresamente que lo guiaran a Punta del Este, donde estuvo una semana tomando notas y copiando dibujos. Insistió mucho en comprobar si “el 21 de marzo un rayo de sol que penetra por un agujero del techo va a parar al centro de una piedra redonda situada en el suelo de la caverna”.
El 21 de marzo se produce el equinoccio de primavera, y el Dr. Topsius parece haber detectado, como antes lo hizo Ortiz, una secreta relación entre el sol y la caverna. Añadía Massip que los pineros le comentaron que el alemán había estudiado también varias formaciones pétreas que pensaba fueron hechas igualmente por los indocubanos, aunque estas últimas no se ubicaban en Punta del Este, sino en otra zona de la isla.
Nada más se supo del resbaladizo teutón, pues jamás regresó ni se han localizado hasta el presente los posibles resultados de su estudio, si los llegó a concluir y publicar por cualquier vía. Queda la duda de si en lugar de un científico propiamente dicho, fuera un miembro de las tantas sectas esotéricas que en el mundo han sido e intentaba demostrar algún vínculo extraño entre los hacedores de los dibujos y el cosmos.
Se ha dicho que la cueva da la impresión de un planetario, de una representación de constelaciones siderales, y algún dibujo asemeja un cometa, además de que el motivo central ha sido comparado con un mapa del espacio. Tal vez nunca sabremos la verdad acerca de aquella visita del Dr. Topsius, pero es una leyenda más de la Isla del Tesoro, pletórica en personajes y sucesos singulares.