En tiempos de crisis, la bicicleta ha emergido como una herramienta vital para suplir las carencias de transporte en Cuba; aunque siempre ha estado asociada, a nivel global, a un estilo de vida saludable y ecológico, como alternativa para ejercitar el cuerpo y liberar la atmósfera de gases contaminantes producidos por los hidrocarburos que emiten los vehículos automotores.
Esta filosofía de vida mundial ya había llegado a Cuba, aunque, en buena parte, la extensión de la tendencia por toda la Isla responde más a las pobres condiciones del transporte en el país, especialmente en la capital, con su alta densidad poblacional.
No obstante, las deficiencias del transporte en el país no solo afectan al sector estatal, tampoco los transportistas privados cuentan con los equipamientos y los vehículos para suplir las deficiencias del transporte público. Por tanto, las bicicletas son la vía de transporte más económica para los “cubanos de a pie”, si bien también su mantenimiento y cuidado se encarece.
“Los medios y complementos que utilizamos los compramos nosotros, muchas veces en el mercado negro. No existe un mercado nacional para adquirir estas piezas a precios asequibles”, comenta Elizabeth Duconge, al frente del proyecto Cicloamigos Habana, red colaborativa de ciclistas que aprovechan su tiempo libre para prestar servicios de mensajería en la ciudad.
La bicimensajería es precisamente una alternativa que ha cobrado fuerza en el último año en la Isla, ramificándose en distintos emprendimientos creados —en un principio— para suplir una necesidad propia, para luego ampliar el área de trabajo como alternativa económica asistente para otros negocios.
Zaaz bicimensajería es una de las iniciativas líderes en La Habana, creada por las también fundadoras del emprendimiento Mi rinconcito, como solución para llevar los productos de esta tienda a sus clientes, según confiesa Lisa del Prado, una de las fundadoras de ambos proyectos.
En entrevista a CubaLite, Lisa confesaba que “como el transporte siempre ha sido complicado para llegar a cualquier rincón de La Habana, mucho más ahora con las precauciones que hay que tomar, y yo uso frecuentemente la bici, se me ocurrió utilizarla para hacer las entregas a domicilio”.
Por otro lado, Duconge, una de las fundadoras de Cicloamigos, confiesa a OnCuba que desde hace tiempo esta práctica forma parte de su vida diaria: “Recorríamos La Habana entera, provincias aledañas y rutas por Cuba en bicicleta. Empecé a repartir el paquete semanal como mensajera y se me fueron acumulando clientes y a otros amigos, también aficionados a las bicis, les iba pasando la información de cómo funcionaba esto de la mensajería”.
“La mensajería en la red CicloAmigos —precisa— surge como una respuesta a esta crisis causada por la COVID-19, también para hacer beneficioso y productivo este tiempo libre que tenemos sobre la bicicleta para hacer lo que nos gusta y, al mismo tiempo, dar un aporte a la comunidad. Al principio de esta crisis mundial teníamos una vida regularmente normal. Mi pareja y yo trabajábamos en el sector de la gastronomía, a la vez que teníamos un proyecto de arte, un estudio de arte corporal y artes visuales en desarrollo, y éramos ciclo-aficionadas”.
Añade que luego “entre todos nos reunimos y decidimos crear una red de personas conocidas que gestionara la necesidad de mensajería para proyectos de emprendimientos pequeños que funcionaran en hogares —en su mayoría de comida orgánica—, así surgimos con pocos clientes puntuales pero fijos, a quienes les hacíamos la mensajería”.
Algo similar pasó con Mayte Puig en sus inicios, quien pasó de gestionar sus recorridos a ofrecer servicios de mensajería, cuando una clienta le preguntó si realizaba este tipo de servicio y supo de la necesidad que tenían otros negocios —a consecuencia de la crisis del transporte en el país por las medidas de restricción durante la pandemia— de contratar un servicio de mensajería para evitar cerrar.
“A raíz de la pandemia y la falta de turismo el trabajo disminuyó y con ella la entrada económica, así que como solución empecé a vender variados productos en las tiendas online de WhatsApp. Mi idea era solo vender prendas de ropa o cualquier otro objeto que tuviera sin utilizar en casa, hasta que una de mis clientas me preguntó si hacia servicio de mensajería (nunca lo había hecho), así que, por un precio muy barato (1cuc/4km), hice mi primera entrega, luego de eso todo lo que vendía incluía servicio de bicimensajería”, nos cuenta Puig acerca del surgimiento de EnBielas.
Entonces todo funcionaba bien para esta joven emprendedora, “hasta que no tuve más nada que vender, luego con el segundo cierre de transporte vi que muchos vendedores no cerraban una venta porque no tenían como transportar los productos, así que en una semana reuní a varios ciclistas, creé mi propio grupo de bicimensajería y empecé con este hermoso trabajo que amo tanto”.
Así fue como estas mujeres decidieron combinar su estilo de vida con las actuales circunstancias para encontrar una solución a los problemas que enfrentaban y, de paso, ofrecer un servicio eficiente a otros emprendedores en situación similar; también aprovecharon la brecha para concientizar, a través de sus espacios en redes sociales, sobre el ciclismo como práctica saludable, creando, más que un modelo de negocio (término con el cual no se definen todas), una red colaborativa entre amantes de las bicis.
“No somos un servicio de alquiler de bicicletas: la utilizamos como medio de transporte, fomentando la movilidad sana y sostenible en La Habana. Cualquier ciudadano que desee transportar productos, siempre dentro de la legalidad, podrá contratarnos”, así define Lisa del Prado a Zaaz Bicimensajería Habana, su proyecto.
“Cicloamigos funciona a partir de la disponibilidad diaria de cada persona. Todos tenemos vidas profesionales, pese a la actual situación con el coronavirus, y las llevamos a la par del servicio de mensajería”, explica Elizabeth acerca de la red, la cual funciona actualmente con alrededor de 40 mensajeros activos en todos los municipios de la capital, dividida por sectores, barriadas y repartos.
“Emprendimientos de artesanía, ropas de segunda mano y de comida son los clientes que más abundan, aunque tenemos servicios Premium de carga mínima con triciclos, trailers y cargobikes, otro de los servicios que ofrecemos, con el cual hemos trasladado colchones, cristales, televisores, varias cosas”, nos cuenta.
Por su parte, Mayte, fundadora de EnBielas señala la importancia del trabajo conjunto: “colaboro con varios proyectos emprendedores y para nosotros estos son importantísimos, sin la confianza que ellos me brindaron no tuviera mi emprendimiento”.
Este trabajo en conjunto, surgido de la espontaneidad entre emprendedores, ha resultado vital en Cuba el último año, donde el coworking ha pasado de ser una necesidad puntual para convertirse en una práctica común para que diferentes emprendimientos puedan subsistir en medio de la compleja situación económica que atraviesa el país.
“Hasta el momento nos hemos mantenido trabajando en nuestras lugares de trabajo habituales casi todos los de la red y nuestro tiempo libre es dedicado casi por entero a Cicloamigos, le tenemos mucho amor y cariño a este estilo de vida, que para nosotros en Cuba es una alternativa. Ojalá que llegue el momento en que veamos a La Habana, o La Habana Vieja, llena de bicicletas; que no entre un carro, o que sea completamente peatonal y que solo entren bicis para mantener la ciudad lo más limpia, orgánica, saludable y hermosa posible”, sueña y nos relata Duconge.
En ese sentido, mucho se pudiera hacer por parte del gobierno para perfeccionar e incentivar el trabajo a los bicimensajeros pues, más allá de una actividad económica o social, los ciclistas carecen de alternativas en la vía para la práctica segura de su ejercicio; sin mencionar otros problemas que presentan en su quehacer diario estos bicimensajeros.
“Trabajamos de nueve a nueve, con o sin coronavirus, para poder ayudar a las personas. Corremos un riesgo muy grande porque casi ninguna ley vial ampara al ciclista, no tenemos ciclovías u otra protección más allá de las que nos proporcionamos nosotros; los medios y complementos que utilizamos los compramos nosotros, muchas veces en el mercado negro. No existe un mercado nacional para adquirir estas piezas a precios asequibles”, nos dice Elizabeth.
Si bien Cicloamigos ha podido mantener la parte logística de la comunicación a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería como WhatsApp o Telegram, “básicamente la mayor dificultad que tenemos es el tema de la informatización, mantener activa la comunicación con las tarifas que existen actualmente para la comunicación digital en Cuba; de ahí que los propios mensajeros tratemos de mantener la red activa cotizando un pequeño porcentaje al mes, o cada 15 días, y eso mantiene activa la comunicación en buena medida”, explica Duconge.
“Si hasta el momento hemos podido mantener la red sin apoyo alguno de las autoridades, imagínate lo que pudiésemos hacer con una ciclovía que cruzara la ciudad para tener más seguridad vial. Cada vez que mandamos a algún mensajero a una entrega tenemos siempre esa ‘cosita’ por dentro, de que ojalá no haya ningún contratiempo”, nos dice.
En línea similar, también Mayte nos comenta que “lo complejo actualmente es encontrar piezas de bicicletas de buena calidad o con una buena relación precio-gama”, una solución que se escapa de las manos de quienes deseen adquirir este medio de transporte económico.
“Al inicio de empezar este emprendimiento no utilizaba el mapa, así que cada vez que iba a barrios desconocidos siempre trataba de buscar los nombres de las calles y muchas no las tenían, esa sería una de muchas cosas que pudiera hacer el Estado: poner ciclovías, crear leyes que protejan al ciclista…en fin, millones de cosas”, añade.
La creadora de Cicloamigos nos cuenta, incluso, que “en nuestros planes futuros está vincularnos también a casas de abuelos, círculos infantiles, poder hacer mandados y encargos gratuitos a este tipo de instituciones”. Si bien ya mantienen un trabajo estable de apoyo con comunidades de animalistas, en especial con el proyecto “Aldama”, “transportando animales vivos; hacemos servicio técnico a las casas para las reparaciones de bicicletas; la gratuidad siempre se agradece con el amor que podamos generar y compartir con la comunidad”.
En palabras de Elizabeth Duconge: “Uno nunca tiene noción de lo que puede pasar con esto de las mensajerías, es muy emocionante y lindo llevar proyectos de este tipo, es como mantener un gimnasio en ruedas donde te pagan, en vez de pagar para compartir en el gimnasio, y es muy positivo llevar este mensaje, es algo lindo eso de decir ‘no mates al mensajero’ porque a fin de cuentas lleva solo el mensaje, en este caso de amor y apoyo”.