A meses de ponerse en funcionamiento la primera fábrica de mascarillas sanitarias en Cuba, ni uno de esos implementos indispensables para evitar contagios de COVID-19 ha sido comercializado todavía, y en los almacenes de la instalación “se acumulan más de 250.000”, declaró su administradora, Liudmila Pérez.
Ubicada en Matanzas, la fábrica “despertó interés por su evidente utilidad y por constituir una lucrativa oportunidad de negocios” indica el periódico Girón en su página de Facebook, pero “con el tiempo acabó el furor, pues se desconocía sobre su comportamiento productivo y su destino final”, explica el medio local, que llevó a cabo una investigación sobre el problema.
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De acuerdo con el reportaje, entre junio, julio y agosto Matanzas sufrió el peor rebrote de COVID-19, con cifras que llegaron a superar los 1.000 contagios diarios y el sistema de salud en la provincia tuvo que recibir refuerzos de todo el país debido al colapso de sus capacidades de atención a los enfermos.
La fuente subraya que en ese período la fábrica ya estaba en funcionamiento, no obstante, “ni un solo cubrebocas se empleó para contribuir a la protección de los médicos o de la población”, a pesar de que sus instalaciones se ubican a menos de 500 metros del centro de aismaliento más importante de la provincia, el de la Universidad de Matanzas.
Directivos de la industria, perteneciente a la empresa de confecciones textiles Unymoda, anunciaron que a finales de junio pasado comenzarían a vender las mascarillas desechables, dando prioridad al sector de la salud pública, por su implicación en el combate a la pandemia.
Cuba: venderán mascarillas desechables de producción nacional
Además de la demora en la comercialización de los nasobucos, la investigación del periódico Girón descubrió irregularidades en el proceso de puesta en marcha de las dos líneas de confección y un sostenido bajo de nivel de producción.
“Los desperfectos se han sucedido una y otra vez desde que comenzó el proyecto. Pudiera alegarse que la falta de capacitación es la causa de las continuas paradas, impidiendo que las líneas de producción alcancen la capacidad máxima de 120 mascarillas por minuto”, que prometieron sus directivos, indica el texto.
“No está a su máxima capacidad porque hubo muchos inconvenientes por los mismos procesos de preparación de la instalación, la preparación de las personas que estaban al frente”, declaró el empresario sirio Lway Aboradan, el proveedor de los equipamientos y las materias primas que garantizan la producción de la fábrica.
Aboradan explicó que quienes montaron la planta no se guiaron estrictamente por las indicaciones que traía el equipo. “La desprogramaron y empezaron a usar una como repuesto de la otra”, agregó.
Según relata el empresario euroasiático, el proceso fue desordenado desde el principio: las máquinas se extrajeron del embalaje antes terminar la construcción de la planta, por lo que se contaminaron el polvo, además, uno de los compresores sufrió una avería producto de la mala manipulación y la empresa no contaba con suficientes equipos de climatización, indispensables para el funcionamiento de los equipos.
“La máquina está preparada para un clima bajo, a mayor nivel de producción genera más calor y se puede sobrecalentar al no estar en un clima adecuado”, reconoció la administradora de la planta.
Lway Aboradan asegura que ofreció condiciones ventajosas a su contraparte en el negocio, aunque el contrato concebía la importación de una sola planta, él regaló una extra, de acuerdo con la fuente.
“Yo garanticé a Cuba seis meses de producción a razón de 120 mascarillas por minuto, por dos —porque son dos líneas— en una jornada laboral de ocho horas, que suman 1.500.000 mascarillas por mes. No es lógico que dos entidades del país, una de ellas con una sola máquina que no produce ni 40 por minuto ya comprara dos o tres veces y aquí aún estén almacenando mascarillas”, cuestiona Aboradan.
Gobierno cubano envía médicos a una Matanzas cercada por la COVID-19
Según el reporte, las relaciones del sirio con Cuba comenzaron desde hace 30 años. Aquí estudió Licenciatura en Farmacia y está casado con una cubana.
Aclara que en principio el proyecto se concibió como una Asociación Económica Internacional, pero la demora y lo complicado de algunos trámites, provocó que el empresario actuara solo como proveedor de la maquinaria y de la materia prima y no como socio. “Muchísimos, muchísimos obstáculos y el proceso es tan largo que si hubiéramos ido por el camino de la asociación aún no hubiéramos tenido la fábrica”, ahonda Lway, citado por la fuente.
Qué horror!!, Hasta cuándo está ineficiencia!!
La falta publicidad efectiva yestablecer un precio barato deja a las mascarillas desprovistas de su uso.
Se debe hacer buena publicidad a este tipo de mascarilla que es la verdadera que impide que el virus penetre y no las de tela.
El precio de 15 pesos cada una conspira contra su compra.
Amen de las irregularidades de la fabrica al poner sus maquinas a producir(se supone que los responsables hubieran sido sancionados u amonestados por la responsabilidad material ).
Creo que aun se esta a tiempo de rectificar pyes la pandemia ha llegado para estar un tiempo mas entre nosotros
Si en vez de ser mascarillas azules, fueran amarillas, la culpa del incumplimiento seria de Trump y su mala peloinfluencia, pero como son azules culparemos a Biden. Somos continuidad, repartiendo culpas y construyendo justificaciones. Si fuera verde la culpa fuera de la cotorra de patria y vida