El céntrico Barrio Chino de La Habana, que llegó a ser uno de los más grandes de América Latina pero está muy deteriorado en la actualidad, será objeto de una reanimación integral dentro del programa de mejoras por los 500 años de la fundación de la capital cubana, que se cumplen en 2019.
“Se han diseñado proyectos encaminados a la recuperación de la zona, teniendo en cuenta, además, el impacto comercial, recreativo y turístico que ella genera”, informó el presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular, Reynaldo García, en la última reunión del Grupo Gubernamental de Apoyo a la capital.
García, según la reseña de la sesión que publica hoy la prensa estatal cubana, destacó la “elevada trascendencia cultural” que tiene para La Habana este barrio, que a principios de siglo concentró a una buena parte de la migración china a Cuba pero se ha ido despoblando paulatinamente.
“Las edificaciones que allí se enmarcan, en su mayoría con alto valor patrimonial, urbanístico y ambiental, presentan un elevado deterioro, en especial el fondo habitacional”, reconocieron las autoridades en la reunión, encabezada por el presidente del país, Miguel Díaz-Canel.
La rehabilitación urbanística de la zona incluirá el arreglo del alumbrado público, las aceras, los parques y las calles; la pavimentación de viales y la eliminación de cables eléctricos y de comunicación expuestos en las fachadas.
También se han diseñado acciones para “rescatar las milenarias tradiciones chinas, entre las que se incluyen el exquisito arte culinario, la cerámica y la decoración típica de sus instalaciones, teatros y otros”.
“Asimismo, se rehabilitarán relevantes instalaciones dentro del barrio, como el periódico chino Kwong-Wah-Po, las tintorerías y las farmacias con su medicina tradicional”, añade la reseña.
De esta forma las autoridades buscan recobrar la imagen general del Barrio Chino, “recreando el ambiente con elementos de alusión a la identidad y cultura de la nación asiática”.
El primer grupo de emigrantes chinos que llegó a la isla desembarcó en el puerto de La Habana en 1847, la mayoría mediante un contrato de ocho años que los sumía prácticamente en la esclavitud, realizando trabajos forzosos por la magra comida, rústica vestimenta y mal cobijo.
Treinta años más tarde, según un censo realizado por las autoridades coloniales, la población china en Cuba rozaba las 47.000 personas, muchas de ellas ya libres tras cumplir con sus contratos.
El mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, instó durante la reunión a que “las personas se sumen activamente a las labores en cada barrio o institución” para que ningún espacio de La Habana quede “fuera del amplio movimiento que ahora se genera”.
Sobre la vivienda, uno de los más acuciantes problemas de la capital junto con el mal estado de las infraestructuras y la acumulación de residuos, pidió “continuar buscando locales que puedan adaptarse con ese fin (habitacional), para de esta forma incrementar también las entregas a la población”.
La capital cubana tiene un déficit de 206,000 viviendas, según datos del Ministerio de la Construcción expuestos en el Parlamento en diciembre pasado.
EFE / OnCuba