Mirando ahora hacia atrás no recuerdo cuando fue la primera vez que me puse el traje de periodista para “cubrir” el Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos, impulsado por la Compañía Retazos. Extrañamente, sin embargo, nunca había estado en la sede del grupo danzario que dirige desde hace 25 años Isabel Bustos. Pero solo me bastaron unos minutos entre el maravilloso hormigueo humano que va de un lado a otro de la instalación, para alcanzar un descubrimiento que, hasta el momento, me había estado vedado por la inmediatez de la práctica periodística.
Entonces la revelación surcó mi mente como un relámpago y esclareció todo lo que antes había permanecido bajo el nebuloso manto de la incógnita. Parecía decir: “Viste”, “Esta es la verdadera causa de que aquí todo marche viento en popa” “Son personas que se entregan realmente a su causa con la convicción de quien trabaja en lo que cree”.
Ciertamente el empuje, la energía y la creatividad que se respira en el interior de este centro capitalino, constituyen tres de las bazas fundamentales que han llevado a Retazos a la misma cima de la cultura cubana.
Eso, claro está, unido al genio creativo de su directora, Isabel Bustos, que ha hecho del trabajo en la Compañía su propia filosofía de vida. O, mejor dicho, ha insuflado su propia filosofía de vida a una compañía que, desde sus primeros pasos en el circuito artístico local, resultó una renovadora bocanada de aire fresco para la danza cubana. Lo ha hecho corriendo el riesgo de moverse con vocación propia en la hasta entonces terra ignota de la práctica, en toda regla, de una novedosa forma danzaria que tomara, como un integrante más del grupo, los diferentes atributos de su entorno.
Ya han corrido 25 años de que esta soñadora dotada de talento e imaginación haya fundado Retazos con la osadía de los que tienen mucho que decir. Pero, qué duda cabe, el temible paso del tiempo no ha agotado su capacidad creativa y de comprensión de las nuevas épocas que corren. Más bien todo lo contrario. De ahí que las expresiones coreográficas de su colectivo sigan manifestando una desbordante capacidad hacia lo nuevo y buscando lenguajes que permitan expresar al hombre contemporáneo.
De paso, cómo no, también ha contribuido a cumplir las expectativas de una generación de público que reclama nuevos lenguajes y nuevas actitudes y acude cada año, con una puntualidad inglesa, a cada cita con ese extraordinario terremoto danzario que mueve las calles y las personas del Centro Histórico de la Ciudad.
Han sido más de dos décadas en las que Isabel se ha aplicado a fondo para agrupar las individualidades de sus bailarines ( algo nada fácil, por cierto) y dar rienda suelta a sus múltiples inquietudes artísticas, perfilando coreografías que viven de la realidad y del deseo de aventura. Hermosos espectáculos en los que sensibilidad e imaginación se han aliado con una originalidad increíble. Ahí están, por ejemplo, obras que han hecho época como Los Siete Pecados Capitales, Carmina Burana, Las Lunas de Lorca, Desde el Jardín, entre muchas más.
En el lenguaje de Retazos hay de todo. O casi todo. Su espíritu curioso y despierto se alimenta por igual de la música, la literatura, las artes plásticas, el teatro, en una manera de entender el arte que eleva la danza a la categoría de poesía, una pauta, por cierto, perseguida hasta el cansancio por cualquier creador que se precie de serlo.
Pero, sobre todo, hay un continuo y fecundo diálogo con el ser que llevamos dentro y pocas veces mostramos al mundo exterior en su justa dimensión. De tal modo que sus actuaciones trazan las líneas de las desventuras, las victorias, los amores, los conflictos existenciales, las frustraciones, y las esperanzas de cualquier hijo de vecino, esas situaciones íntimas que se pierden y rehacen continuamente en la vida cotidiana. De esa eterna dinámica ha bebido Retazos durante su sólida e interesante trayectoria, para dar notoriedad a cada gesto, a cada momento, a cada interpretación de su equipo danzario en los escenarios y las calles de la ciudad.
Hay muchos artistas que se han instalado en las primeras listas del interés del público durante un largo periodo de tiempo, pero muy pocos pueden llegar a ostentar la categoría de fundador. Una categoría que, por cierto, lleva con modestia Isabel Bustos por los escenarios cubanos e internacionales cuando acompaña a esa bella criatura suya que responde al nombre de Retazos. Sin embargo, la infatigable coreógrafa—quien acaba de obtener el Premio Nacional de Danza—, ya sabe que ha creado en el tiempo una obra que la trasciende y, por tanto, la deja volar, libre. Como si supiera que ahí radica la verdadera poesía del arte… y de la vida.
*Este texto es una colaboración para OnCuba del equipo de periodistas del Festival Habana Vieja: Ciudad en movimiento