La revista The Lancet enalteció la labor de la científica cubana Dagmar García, quien posee una amplia ejecutoria en el desarrollo de vacunas, entre ellas las destinadas a combatir la COVID-19 y la enfermedad neumocócica, que conlleva infecciones potencialmente graves, e incluso mortales.
Bajo el título Una carrera de pasión y resiliencia, su autora, la brasileña Elisa Pucu, editora senior de la publicación británica y doctora en Microbiología y Parasitología, plasmó una historia de vida de la farmacóloga cubana, desde sus primeras inquietudes científicas en el bachillerato hasta su intervención en vacunas de alta complejidad técnica.
“Cuando [comenzó] la pandemia… por primera vez recibimos la responsabilidad de producir una vacuna lo más rápido posible… trabajamos muy duro, sacrificamos a nuestras familias, a nuestra vida, nuestras prioridades durante 2020, 2021 y 2022, [y nos] dedicamos plenamente al desarrollo de la vacuna Soberana”, contó la doctora García.
Al descubrir que el candidato vacunal funcionaba, el cual fue aplicado, luego de vencer las fases clínicas obligatorias, a más de 1,8 millones de niños cubanos, el efecto en la doctora García fue “increíble”.
“Para mí [esto] es lo más importante que [he hecho] en mi vida”, resumió a The Lancet.
La experta es actualmente vicejefa de Investigaciones del Instituto Finlay de Vacunas, primer centro en comenzar los ensayos clínicos en humanos de dos de los cinco candidatos vacunales cubanos contra la COVID-19, en plena pico pandémico.
“Su éxito también se debe a la combinación de un gran trabajo en equipo y el apoyo del gobierno”, escribió la doctora Pucu. “La combinación de innovación, agilidad y compromiso fue la receta del éxito”, sintetizó la editora.
Un doctorado sobre efecto inmunomodulador de productos naturales
En 2003, la doctora García inició su doctorado centrándose en el efecto inmunomodulador de los productos naturales. Dos años después de defender con éxito su tesis doctoral, se unió al grupo de investigación dirigido por el profesor Vicente Vérez-Bencomo en 2008, contó The Lancet.
“El día que tuve la primera conversación con el Dr. Vicente sobre vacunas, me enamoré de la idea de hacer, con mis conocimientos inmunológicos, algo importante para [la salud de las personas]. Ahora he estado involucrada en importantes proyectos de vacunas [durante] los últimos 15 años, liderando la evaluación preclínica y clínica de estas vacunas”, rememoró la investigadora nacida en la ciudad de San Clara y proveniente de una familia de científicos.
El Instituto Finlay de Vacunas y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), ambos en La Habana, son los principales centros responsables de la producción de vacunas en la isla.
“Nos centramos en los proyectos de vacunas más importantes. Nuestra Institución, Instituto Finlay de Vacunas, produce más de 80% de las vacunas utilizadas en nuestro Programa Nacional de Inmunizaciones”, dijo la farmacóloga, quien en 1998 se graduó de Farmacia en la Universidad Central de las Villas.
Proyecto de la Quimi-Vio
Igualmente, la doctora García es una de las líderes del proyecto de la Quimi-Vio, la variante creada en la isla de la vacuna contra el neumococo, un inyectable heptavalente que contiene en su composición siete antígenos contra la bacteria que produce la enfermedad.
En 2019, la investigadora mereció la condecoración Carlos J. Finlay, máximo reconocimiento a los científicos cubanos.
Candidato al premio Nobel de Fisiología y Medicina, entre 1905 y 1915, el epidemiólogo cubano Carlos J. Finlay fue el descubridor del agente trasmisor- mosquitos de los géneros Aedes y Haemogogus – de la fiebre amarilla a fines del siglo XIX.
La infección, junto al paludismo, mató a miles de constructores del canal de Panamá y obligó a Francia a abandonar el proyecto en 1889, que finalmente fue retomado por Estados Unidos en 1904.