En noviembre último, para cuando el Gobierno de Las Tunas decidió atender el reclamo de los carretoneros y rebajar sus impuestos, la cuestión de la recogida de basura en esa ciudad se encontraba en un punto crítico.
En marzo, el Periódico 26 había alertado que solo trabajaban 101 de los 247 carretoneros necesarios para la recogida de desechos sólidos. Las 146 plazas restantes no tenían candidatos a la vista, e incluso existía el riesgo de que algunos de los contratados pidieran la baja por los altos impuestos, la demora en los pagos y el bajo monto de estos, sumado a la falta de herramientas y medios de protección.
Según el medio citado, en el municipio de Las Tunas se generan a diario unas 33 200 toneladas de basura. El 86,2 % de esos desechos lo acopian carretoneros contratados por la dirección de Servicios Comunales. Es a dichos trabajadores por cuenta propia a los que la entidad estatal paga por la limpieza de un barrio específico, a precios de hasta 50 pesos por metro cúbico de basura recolectada. Ellos, a su vez, deben agenciarse los medios necesarios para su trabajo y proveer el caballo y el carretón.
Durante ese período (de marzo a noviembre) quedó sin recogerse más de la mitad de la basura que se genera en Las Tunas. Al cabo de ese tiempo, la acumulación de desechos habría sumado decenas de miles de metros cúbicos —en un municipio de 170 mil habitantes—, si el Gobierno no hubiese movilizado equipos y trabajadores de diversos organismos para que apoyaran la higienización.
Pero, como toda solución de contingencia, las movilizaciones fueron apenas un paliativo. Para que Las Tunas vuelva a ser considerada una de las ciudades más limpias de Cuba, se necesitaría una inversión significativa en su parque de camiones recolectores, tractores, carretas… y la asignación de combustible para mantenerlos en funcionamiento. Ninguna de esas opciones es una posibilidad en este momento.
Alternativas no estatales
Tras la rebaja de impuestos de 35 %, algunos carretoneros se reincorporaron a la limpieza de la capital tunera. Así fue posible eliminar muchos vertederos que habían aparecido en sitios céntricos de la ciudad, aunque otros tantos persisten en los repartos y la periferia. Regresar a la ”normalidad” llevará tiempo. A la par que se recoge la basura acumulada durante meses debe acopiarse la que el municipio genera día a día; una tarea que se complejiza por los sucesivos recortes de combustible y otros recursos para los servicios comunales.
Que la higienización de las ciudades y pueblos dependerá cada vez más de cuentapropistas es un hecho que va ganando aceptación.
A comienzos de noviembre, en Holguín, las autoridades ordenaron brindar “atención diferenciada” a los carretoneros, luego de que se supiese que solo en octubre habían pedido la baja 80 de esos trabajadores. La dirección de Servicios Comunales en la provincia tiene presupuestadas 804 plazas para carretoneros, pero solo están cubiertas 465. En un intento por conservarlos, el primer secretario del Partido Comunista, Ernesto Santiesteban, orientó “tasar nuevas tarifas y mejorar las condiciones de trabajo, además de eliminar el burocratismo para sacar este tipo de patente”, según Radio Guáimaro, refiriéndose a la “licencia de operación de transporte”, necesaria para que los carretoneros puedan transitar por las localidades. Además, resaltó la decisión de Banes de contratar una mipyme para la recogida de basura.
Holguín cuenta, además, con otras dos mipymes creadas con ese fin, Ecoreb y Nuevo Mundo, con sede en los municipios Holguín y Mayarí, respectivamente.
En febrero, Yasser López, el director general de Ecoreb, mipyme establecida en la capital provincial y dedicada a la “recogida de desechos no peligrosos”, dijo a Telecristal que “antes de firmar contrato con la empresa de Comunales ellos gastaban aproximadamente 1 200 mil pesos en el saneamiento de todo este consejo popular, y nosotros les estamos ahorrando un 40 % del presupuesto”, reveló. En febrero de este año, Ecoreb contaba con dos tractores con carretas, 15 carretoneros y estaba a la espera de recibir un cargador.
Luego de aquella entrevista televisiva, la única referencia a su trabajo que aparece en internet es una publicación de marzo en la que una persona la promocionaba en un grupo de mipymes de Santiago de Cuba como prestataria de servicios de transportación de cargas. Para esta nota no fue posible obtener declaraciones de Ecoreb.
Precisamente en Santiago de Cuba desarrolla sus operaciones la mipyme Nuevo Mundo, originaria de Mayarí. Miguel Alejandro Torres, su director general, explicó a OnCuba que son una empresa con 36 empleados que trabajan bajo contrato para la dirección de Comunales de la Ciudad Héroe. El documento detalla las áreas a su cargo y las condiciones de traspaso de los equipos que emplean.
“Los asumimos en arrendamiento, y nos hacemos responsables de buscarles las piezas de repuesto y demás accesorios. El combustible se nos facilita a través de Fincimex, aunque por la importancia del saneamiento comunal casi siempre somos priorizados por el Gobierno para habilitar en los servicentros”.
Nuevo Mundo, una empresa que ofrece “servicio de recogida de desechos sólidos y recuperación de materiales”, tiene como objetivo estratégico trasladarse a La Habana. Cuando lo hagan, Torres intentará sacar ventaja de la experiencia acumulada tras casi dos años de trabajo en Oriente. En su opinión, al negociar los contratos con Comunales, su principal cliente, resulta más conveniente acordar los pagos por áreas y no por volumen de desechos recogidos.
“Al inicio lleva más esfuerzo porque los barrios en los que solemos entrar se encuentran en malas condiciones. Pero con la sistematicidad vamos logrando que la cantidad de basura acumulada sea menor, y al cabo de un tiempo acabamos cobrando lo mismo por menos trabajo [en Santiago, unos 1 900 – 2 mil pesos por hectárea limpiada]. Otra cosa a tener en cuenta es que los pagos pueden sufrir variaciones o demoras, pero al final se cumplen”.
En 2024 Nuevo Mundo espera encontrar inversionistas extranjeros, e incursionar en la recuperación de materias primas y el paisajismo, anticipó su director general. En términos de eficiencia económica tienen la ventaja de que casi toda su nómina trabaja directamente en la higienización (solo cuatro empleados atienden tareas administrativas). Esa circunstancia les permite abaratar costos y agilizar la toma de decisiones.
El último destino presupuestario
Entre 2017 y 2021 Cuba redujo sus importaciones anuales de petróleo de 5,9 a 4,8 millones de toneladas (19 % menos); en tanto, la producción nacional se mantuvo estancada alrededor de los 2,4 millones de toneladas. La contracción fue incluso mayor en derivados como el diésel, cuya disponibilidad en el mismo período cayó un 28 % (de 1,6 a 1,1 millones de toneladas).
Según la Onei, el diésel es el carburante más utilizado en la isla, toda vez que sostiene la transportación de cargas y pasajeros, buena parte de los procesos industriales y de la agricultura, y en los últimos años, una franja creciente de la generación eléctrica.
El deterioro de las centrales térmicas y el lento desarrollo de las energías renovables han obligado al Gobierno a emplear intensivamente los grupos electrógenos, en particular los de diésel, que en principio se habían pensado para funcionar sólo en situaciones de contingencia.
“El sobreconsumo de diésel en la generación afecta a la economía, porque es menos combustible que usted puede utilizar en la actividad productiva. De vez en cuando llamamos a una industria y le decimos que pare para tratar de afectar menos a la población”, reconoció en junio el ministro de Economía, Alejandro Gil.
La Onei compila dicha estadística en un ítem que comprende lo gastado en el suministro de agua y gas. No deja de ser significativo, sin embargo, que entre 2017 y 2021 esa partida pasase de representar una cuarta parte a casi la mitad de todo el diésel empleado por el país.
Mientras, la asignación correspondiente a la administración pública, que entre otras actividades engloba los servicios comunales, sufrió un recorte del 25 % en el mismo período.
A la falta de combustible se suma el deterioro de buena parte de los equipos dedicados a la recogida de desechos sólidos, y la dificultad para completar las brigadas de trabajadores de Comunales, debido a los bajos salarios.
Un operario cobra algo más de 3 mil pesos por arriesgarse a contraer enfermedades, sin medios de protección ni estímulo. “Y a un cochero quieren pagarle mal y cuando les dé la gana. Cada vez hay menos gente que quiera meterse en esa candela, y con razón”, asegura un ex trabajador de Comunales consultado para esta nota.
En la capital, las autoridades refirieron en octubre que se había recogido en un día solo el 74 % de los desechos en la ciudad, según una nota de Tribuna de La Habana. Al anunciar un programa intensivo de higienización con el concurso del Ministerio de la Construcción y mipymes estatales y privadas, el primer secretario del Partido Comunista, Luis Antonio Torres Iríbar, calificó el problema como “el principal desafío de la ciudad en estos momentos”, según refirió el mismo medio.
La acumulación de basura ha sido parte habitual del panorama urbano de La Habana. Pero que comience a hacerse frecuente en ciudades del interior da cuenta de la gravedad de la crisis.
A comienzos de julio autoridades de Camagüey, otra de las ciudades que se enorgullecía de su limpieza, se vieron obligadas a movilizar desde los municipios a trabajadores y equipos para una campaña de higienización de tres días. Sus esfuerzos permitieron eliminar una parte de los basureros que proliferaban en la ciudad, y bajar el grado de infestación del mosquito Aedes Aegypti en un momento en el que la provincia sufría un nuevo brote de dengue. Pero apenas desmantelado el dispositivo, los desechos volvieron a ganar terreno.
“La limpieza de una ciudad como esta no se mantiene con un fin de semana de movilizaciones; tiene que ser un trabajo de todos los días”, enfatizó el ex trabajador de Comunales. Cuatro o cinco años atrás, recordó, prácticamente todos los repartos tenían su carretonero, y además se contaba con varios camiones recolectores.
En cuanto a los trabajadores a pie y los carretoneros el problema ha sido el de siempre: el salario; agravado por la inflación y el desplome continuo del poder adquisitivo.
Como Holguín y Santiago de Cuba, Camagüey cuenta con una mipyme especializada en la limpieza de espacios urbanos. Se llama Almaley, y en el momento de su creación, en noviembre de 2022, provocó mucha expectativa. La idea era que mantuviera el ornato del centro histórico mientras Comunales se hacía cargo del resto de la ciudad, una idea que no se ha cumplido.
Intentando conocer los obstáculos que se lo han impedido, Almaley fue contactada para esta nota, pero declinaron responder.
A las puertas del aniversario 510 de Camagüey, la ciudad nunca se había visto tan sucia. Mientras, a través de su perfil en Facebook la empresa local de Servicios Comunales intenta pasar la responsabilidad por el acúmulo de desechos a los lugareños. El 20 de diciembre denunciaba la presencia de un vertedero junto a un contenedor ampliroll, en una calle muy transitada. “¿Por qué botan la basura afuera? ¿Por qué no contribuimos con la higiene, con la salud de todos? ¿Es culpa de los trabajadores de servicios comunales?”, decían en el post.
“Por supuesto que no, los trabajadores hacen lo que pueden”, dijo a este redactor una vecina del lugar consultada para la elaboración de esta nota. “Pero sí haría falta preguntarles a los jefes por qué pusieron ese ‘ampirol’ allí, en contra de la voluntad de la comunidad; y por qué pasan semanas sin recogerlo, y muchas veces cuando lo hacen dejan la basura que botaron fuera por falta de un inspector que ellos mismos deberían poner. Es muy fácil pasar la culpa cuando no se quieren resolver los problemas”.
Salvando las distancias, algo parecido intentaron en Las Tunas durante meses, hasta que la crisis de la basura llegó a magnitudes que nadie hubiese podido anticipar.
En tiempos de recesión económica, resulta lógico que los camiones recolectores de desechos queden por detrás —en cuanto a prioridades— de las ambulancias y los vehículos que transportan alimentos para su abastecimiento; y que a falta de equipos mecanizados sea necesario poner el énfasis en el trabajo manual y la tracción animal para la recogida de desechos.
Pero sin pagos que estimulen y con una política de impuestos empeñada en recaudar a cualquier costo, incluso barrenderos y carretoneros comienzan a escasear. Tampoco las mipymes especializadas en higienización urbana alcanzan a suplirlos, en un contexto en el que Gobierno tiene poco con qué alentarlas, más allá de algunas facilidades fiscales o de acceso al combustible. En tiempos de una inédita vulnerabilidad del sistema de salud, la suciedad va convirtiéndose en un elemento peligroso que hay que resolver lo antes posible.