Los inicios de la fotografía erótica, marcados en la segunda mitad el siglo XIX, trascienden la posibilidad de plasmar el cuerpo en este soporte extraordinario. El fetiche era devenir artístico y la imagen fija dio continuidad de una manera otra a ese contenido tan buscado por algunos desde aquellos tiempos.
La historia de la fotografía se ve marcada por el impacto que imágenes de este tipo causaron en la sociedad. Desde entonces el nivel de esta técnica cambió, pues si en algún momento se vinculaba estrechamente con las “bellas artes”, la búsqueda del refinamiento, el ideal de la belleza, ahora se iba directo a otro punto: la desnudez por si misma.
Pero, ¿este nuevo punto descarta completamente la idea del arte? La historia se ve marcada otra vez por la magia de la luz en un empeño por demostrar que de la renovadora propuesta surgieron también verdaderas obras de arte. Delicias que llegan desde una visualidad límpida, desnuda, libre de artilugios superfluos.
En este 2013, dos siglos después, los cubanos visibilizan una parte de la historia de aquellos inicios de los que, por supuesto, la Isla también fue testigo y cómplice. Este junio llega a la Fototeca de Cuba la muestra Fumando espero…, una selección de retratos eróticos realizados en diversos estudios habaneros en los años veinte del siglo pasado; y que eran promovidos a través de las cajetillas de tabacos más reconocidas de la época.
Desde la década del 10 del siglo XX las fábricas de tabaco cubano empiezan a promover la venta mediante unas tarjetas pequeñas, reproducciones de 3cm x 2cm aproximadamente, que comienzan a introducir en las cajetillas. De conjunto vendían unos álbumes enumerados que deberían ser llenados con las tarjetas, iniciativa a la que se sumaron varias empresas de cigarros.
Hasta ese momento los temas de las postales habían sido mujeres cubanas, historia universal, paisajes o historia de Cuba. A finales de los años 20 se cambian estas temáticas y comienzan a aparecer fotografías eróticas, convirtiéndose este en el tema más buscado por los consumidores y, por tanto, más aprovechado por las fábricas para promover las ventas.
Fumando espero… propone parte de los tesoros fotográficos de Miguel B. Cabrera Torres, miembro hace 20 años de la Asociación Vitolfílica de Cuba. La extensa colección de Cabrera comprende además marquillas y cajas de tabaco que forman parte de la memorabilia tabacalera de la Isla. Dentro de esta gran colección, una parte que igualmente toca la historia del tabaco nacional es precisamente la relacionada a estas pequeñas postales eróticas promovidas en las cajetillas.
La muestra que exhibe la Fototeca incluye el trabajo inicial llevado a cabo por reconocidos estudios fotográficos habaneros como los de Blez, Gumá y Segovia, los que recibieron en sus salones a las jóvenes modelos y de cuyas instantáneas surgen las postales coleccionables.
A decir de la conservadora de la Fototeca de Cuba y curadora de esta exposición, Liset Ríos Lozano, “la colección de Cabrera es muy amplia, lo que exhibimos ahora es solo una parte sobre este tema en específico. Hicimos una selección que llevara bien a tono lo que queríamos representar, que fuera abarcadora de lo que tiene Miguel, pero nos es imposible mostrar todo lo que él atesora.”
La galería del Centro Histórico da pistas de un pasaje importante dentro de la fotografía cubana, acercamiento a la vida habanera del siglo XX a través del desnudo y de la industria tabacalera. Un peldaño en las artes visuales bien controversial para una sociedad en muchos casos arraigada a lógicas convencionalistas. Fumando espero…tienta al espectador a mirar el presente a través del pasado. Sus instantáneas narran una época y la hacen perdurar desde una práctica que alcanza hasta nuestros días.
Ejemplar equilibro entre texto y gráfica. Felicito al autor y los editores.