El actor que interpretó el personaje de Joaquín en la película Por quién doblan las campanas, protagonizada por Ingrid Bergman y Gary Cooper, basada en el argumento de la novela homónima de Hemingway, era cubano. En los créditos de ese filme y en los de Piratas de Monterrey (1947) La selva de los condenados (1947) y Arco de Triunfo (1948) aparece como Lilo Yarson, pero solo se trataba de su nombre artístico. Este habanero se llamaba, en realidad, Ángel Luis Oyarzun González.
Desde el inicio de la investigación supe que no iba a ser fácil seguirle el itinerario en las páginas de la historia. Ya la escritora Zoé Valdés había dicho un su blog, en agosto de 2011, que se sabía poco de él, apenas que “Vivió mucho tiempo en México, donde después de un accidente perdió un brazo. Regresó a Cuba y Guillermo Cabrera Infante le dio trabajo en la televisión, eran muy amigos, y el escritor sentía verdadera admiración por el actor”.
Después de búsquedas infructuosas en libros, enciclopedias, de acudir a veteranos actores y directores de teatro, comprendí que si quería saber quién fue Lilo Yarson debía “navegar” en las “hemerotecas”. El viaje sería más largo y engorroso, pero como no quedaba otra vía.
En la finca de Hemingway
En noviembre de 1943 Yarson tenía 27 años de edad. Su decisión de alistarse en el Ejército, para enfrentar a las hordas fascistas, sorprendió a algunos. No solo por el peligro que correría, sino porque abandonaba su recién comenzada carrera en el cine. Se desconoce si participó en acciones combativas, solo he podido saber que estuvo asignado al campamento de Columbia, en Cuba.
Estar en La Habana le permitió confraternizar con Hemingway, quien residía en las afueras de la ciudad, en Finca Vigía, con su tercera esposa, la también periodista Martha Gellhorn. Allí vivía desde mediados de 1939. A veces el novelista dejaba la apacible estancia para navegar en su yate Pilar con la intención de pescar o surcaba las aguas en busca de submarinos alemanes, aunque nunca tuvo suerte en esto último.
Una noche del mes de marzo de 1944 recibió a Lilo Yarson, a la actriz cubana Ana Sainz, al escenógrafo John Stacholy y a Germinal Barral López, el legendario cronista Galaor, de la revista Bohemia. “Hemingway trae una mano vendada, el pelo gris a medio peinar, la barba hirsuta oculta unos cachetes de color mismo de la sangre. Tiene que reír francamente para que el bigote deje al descubierto su dentadura. Bajo este aspecto de lobo de mar se advierte el hombre joven, sanguíneo, saludable, robusto. Su mano al estrechar la mía aprieta hasta el dolor. Todo en él emana salud vitalidad, agilidad, dinamismo”, narró Galaor de este encuentro.
La entrevista se centró en la película Por quién doblan las campanas en los hábitos del escritor. Luego de beber whisky, un Hemingway más comunicativo, les habló de sus hijos, de la esposa que estaba en Italia como corresponsal de guerra. Mostró orgulloso a sus nueve gatos. Y al final ofreció ayudar a Lilo Yarson: “Yo espero que Lilo y Ana juntos realicen su sueño de filmar con Lilliam Gish. He conseguido que Griffin, el más ilustre, el más completo de los directores de otros tiempos abandone su retiro de años para que los dirija. Diga usted (…) a los lectores de Bohemia que estoy muy interesado en darle a estos muchachos la oportunidad decisiva que los ponga en camino del triunfo”. Este proyecto, lamentablemente, no llegó a realizarse.
Me escapé a Hollywood
Lilo era un niño que soñaba con ser actor. Una de las actrices que admiraba era precisamente Lilliam Gish. Su actuación en La hermana blanca lo impresionó profundamente. Un día se le ocurrió enviarle una carta y aunque no recibió respuesta siguió escribiéndole. Él tenía seis años de edad. Hasta que, cuando menos lo pensaba, el cartero le trajo una misiva de ella. Así nació la insólita amistad, a distancia, una relación que luego se consolidaría en Hollywood. Pero eso ocurrió mucho después. Antes, Lilo transitó un camino muy largo.
Al terminar el bachillerato, sus padres pensaban que estudiaría una carrera universitaria que le garantizaría una vida sin apuros económicos. Sin embargo, él continuaba con su obsesión por el cine. Desde pequeño demostró pasión por el teatro y adquirió los primeros conocimientos en la Sociedad Pro Arte Musical, fundada el 2 de diciembre de 1918 por María Teresa García Montes de Giberga.
Convencidos los progenitores de la verdadera vocación del joven, aceptaron que viajara a Estados Unidos. Estudió en la Universidad de Miami y después en la de Columbia, en Nueva York, donde se licenció en Artes Liberales, con especialidad en Literatura inglesa.
“Un día me escapé a Hollywood… Yo soy también escritor, ¿sabe? Escribo teatro. Estrené mi primera comedia en Miami; se titula “Cambio de horizonte”. Más tarde en el Teatro Nacional de Nueva York se puso durante tres meses otra comedia mía: I hate you, darling. Pero como le iba diciendo, me escapé a Hollywood. Se me había metido una idea en la cabeza”, confesaba al periodista Antonio Ortega para una entrevista que publicó Bohemia, el 21 de noviembre de 1943.
Cuando llegó a Hollywood le contó a Lilliam Gish su propósito de interpretar el Joaquín de Por quién doblan las campanas. Ella lo puso en contacto con su agente, pero este nada hizo por ayudarlo. Entonces acudió a Hilda Moreno, habanera como él que también intentaba abrirse paso en la Meca del cine, quien le presentó a Lonnie D Órsa, ayudante de Sam Wood, director de Por quién doblan las campanas. Después de pasar algunos apuros en el casting, finalmente le dieron el personaje y ofrecieron un contrato de doscientos dólares semanales. Aunque pudo perderlo. Ocurrió esta simpática anécdota que le contó a Antonio Ortega.
“-¿Me permite usted consultar el caso con una amiga mía?, pregunté.
-¿Qué amiga?
-Mis Pickford, dije. Creyeron que tiraba un farol.
-Llámela usted por teléfono, me aconsejaron sonriendo.
Y llamé a Mary para consultarle. Se escandalizó nada más oírme.
-¡Estás loco, muchacho!, firma inmediatamente aunque no te den un centavo, me aconsejó. Me volví a mi interlocutor y le dije:
-Dice que lleguemos a un acuerdo. Ni lo que usted me da, ni lo que yo pido. ¿Quedamos en 500 dólares a la semana? y en eso quedamos”.
Así fue como logró trabajar en la película. El proceso de filmación duró 18 meses y comenzó en noviembre de 1941. Una vez terminado el servicio militar, Lilo participó en tres películas más, mencionadas al inicio de este artículo. Después su nombre es cada vez más escurridizo. Quizás el accidente casero donde perdió un brazo influyó en ese silencio. Su horror a la publicidad, como él confesaba, también pudo afectarlo, o posiblemente…, todo queda en el campo de la especulación.
Pistas a seguir
Según una nota publicada en Bohemia, en abril de 1954, que me ha facilitado el acucioso investigador Derubín Jácome Rodríguez, en esa fecha Lilo Yarson estaba en Cuba desde hacía mucho tiempo.
El crítico de cine e historiador Luciano Castillo nos dice que Lilo Yarson, a principios de la década de 1950, presentó a la compañía Productora Fílmica Cubana (Proficuba) el proyecto Sierra Maestra, pero el director Ramón Peón apostó por el rodaje de Está amaneciendo.
A fines de 1959, el crítico teatral Rine Leal Pérez publicó en el periódico Revolución un artículo, recuperado por la narradora y crítico teatral cubana Rosa Ileana Boudet, que devela el quehacer de Lilo.
“El tema de la dramaturgia es muy frecuente en las crónicas de ese año. Y anuncia que Lilo Yarson —cuyas actuaciones en muchas películas de Hollywood, la mayoría sin crédito (Por quién doblan las campanas, Arco de Triunfo), han creado leyenda, recién estrenará una pieza titulada “Los que alcanzan las estrellas” con un reparto integrado por Carmita Ignarra, Normita Suárez, Paul Díaz y Florencio Escudero y que describiría la actitud de una familia reaccionaria frente a las leyes dictadas ese año. Francisco Morín escogió a Lilo para integrar el reparto de La reina y los insurgentes, de Ugo Betti, con Roberto Blanco y Lilian Llerena y su director lo recuerda como un “actor de intensa personalidad y destino trágico”.
Lilo volvió al cine como guionista del documental Playas del pueblo, producción del ICAI, filmado en 1960 bajo la dirección de Juan José Grado. Luego emigra a México.
El cineasta cubano Alberto Roldán en su libro La mirada viva rememoró los últimos días del actor: “Años después volví a encontrarme con Yarson, en vísperas de regresar a México, donde moriría luego de un lustro víctima de un nuevo accidente casero, al caer por una escalera, resultado del vértigo producido por otra borrachera, entregado ya a lo inevitable. Sus últimos años se agravarían por el sentido dramático de saber que había terminado definitivamente, lejos de su país de origen, junto a la resignación del que sólo espera la llegada del momento final.”
Fuentes:
https://www.cine.com/actores/lilo-yarson
https://zoevaldes.net/2011/08/12/lilo-yarson-gran-actor-cubano/
Antonio Ortega: “Lilo Oyarzun o la naturalidad. El cuento de hadas de Lilo Yarson”, Bohemia, 21 de noviembre de 1943.
Don Galaor: “Ernest Hemingway”, Bohemia, 26 de marzo de 1944.
http://www.rosaile.blogspot.com
https://endac.org/encyclopedia
Juan Cueto-Roig: “Lilo Yarson: La trágica historia de un actor cubano”, Cubaencuentro, 7 de julio de 2023.