El poeta venezolano Ramón Palacio Viso, secretario privado e hijo adoptivo de José María Vargas Vila (1860-1933), el escritor más leído en América Latina entre 1900 y 1950, tenía los derechos sobre las obras del colombiano y como editor publicó en 1938 el libro José Martí: apóstol, libertador.
Palacio Viso, casado con una cubana y fallecido en 1953, en el asilo de Santovenia, de La Habana, acompañó a Vargas Vila durante 35 años y sabía de la devoción martiana del controvertido hombre de letras.
El texto que compiló incluye conferencias, artículos, comentarios, discursos, cartas y poemas. Carlos García-Prada, profesor de la Universidad de Washington, le dedicó una reseña en la Revista Iberoamericana, el 11 de noviembre de 1939:
“Siendo el panfletista colombiano —como Martí— un grande enamorado de la Libertad, y poseyendo, como posee, un tan erguido e independiente criterio para ver y juzgar las cosas y los hombres, el retrato que del Apóstol cubano nos da está hecho con simpatía y precisión. En frases de característica musicalidad y bizarría, Vargas Vila nos pinta a Martí, poeta sencillo, espontáneo, candoroso, directo y confidencial; a Martí, tribuno popular, generoso, inspirado, arrebatador; a Martí, creador de una Patria libre, consagrado a un ideal único y sublime; a Martí, hombre melancólico, sincero, inmaculado, amoroso; a Martí, el sacrificado, redentor y animador luminoso de conciencias; a Martí, figura imponente, de perfiles que cada día se realzan más y más en el nuevo mundo americano, idealista y democrático. Otros retratos de Martí serán quizás más comprensivos que el de Vargas Vila, pero es preciso conocer éste para tener una idea cabal del noble patriota cubano.“
Palacio también fue editor del libro Cuba, Martí y Vargas Vila, publicado por Molina y Compañía, en La Habana, en 1939.
“La elocuencia de Martí era la del corazón“
Se conocieron en Nueva York, en 1892. Vargas Vila había llegado a la gran ciudad para fundar una revista y Eloy Alfaro, líder político ecuatoriano, le presentó a Martí, en esa época Cónsul General de Argentina, y director del periódico Patria. Almorzaron juntos en el restaurante Beavery Street. Surgió, de inmediato, una simpatía mutua.
La capacidad oratoria de Martí pudo apreciarla tres veces y quedó cautivado. Sobre esta faceta apuntó en su libro Los divinos y los humanos:
“Oyéndolo, se pensaba en la patria, en la libertad, en el bien (…) La elocuencia de Martí era la del corazón. Su frase oscura a veces, coloreada, radiante en otras, salía de sus labios impregnada de sentimientos, ya vaga como la tristeza que agobiaba su alma, ya tempestuosa y soberbia como la indignación que lo poseía (…) Cuando principiaba a hablar con la frente inclinada, como si pesaran sobre ella todos los dolores de su patria, se veía allí al vencido doloroso; mas cuando echaba atrás su cabeza poderosa, sacudía su cabellera y lanzaba su frase indignada, se veía de pie al Apóstol, aquel cuyo verbo condensado llegó a ser luego una tormenta.“
También trazó este retrato:
“Voz suave, grave, extrañamente musical. Frente espaciosa. La boca oculta tras los mostachos lacios, caídos sobre los labios elocuentes, para ocultarlos como el álveo de un gran río entre los jarales ocultos.“
Best seller latinoamericano
Vargas Vila, autor de casi un centenar de libros, entre ellos las célebres novelas eróticas Ibis, Flor de fango, Lirio rojo, Lirio blanco, María Magdalena y un experimento, novela-poema, llamado Salomé, si bien fue muy leído y admirado, también tuvo muchos detractores que lo calificaban de anarquista, liberal, radical, anticlerical, ególatra, masón, panfletario y pornógrafo.
Todavía se repiten frases suyas, extraídas de textos de ficción o de ciencias sociales y que circulan mediante la oralidad, de generación en generación.
“Todo el mundo leyó a Vargas Vila, desde los intelectuales hasta quienes se sientan en los quicios de las calles pobres sin más ocupación que ver pasar las horas en compañía de una botella de ron barato. No es muy conocido que este fenómeno de mercado de formación autodidacta fue, también, un activo periodista que fundó y dirigió revistas y diarios en América y España, alcanzó notoriedad como autor de acerados panfletos, y destacó como hombre político que defendió ideales independentistas latinoamericanos; se declaró enemigo jurado de los Estados Unidos y un anticlerical fervoroso (…) Por sus ideas políticas sufrió prisión y en varias ocasiones tuvo que huir al exilio para salvar su vida“, precisa la escritora Gina Picar en su blog.
Admiración recíproca
Ambos disfrutaban cada encuentro. En vísperas de su cumpleaños, el 27 de enero de 1894, el Apóstol le dice en una misiva: “Yo no olvido que les mostré deseo de conversar un poco a la larga con Ud. y nuestro amigo Zumeta, mañana domingo, no es que los obligue sino que no fue convite pasajero, y tendría de veras gusto en entrar de manos de Uds. en mis cuarenta y un años. Con que lleve su mente, basta…; pero vea si encuentra algo de Vd. que leamos. A la nieve, Sol.“
Y, el 14 de marzo de 1894, le escribe en otra carta:
“Yo le amo a usted la palabra rebelde y americana, como hoja de acero con puño hecho a cincel, con que cruza las espaldas sumisas o los labios mentirosos: yo le amo la hermandad con que se liga usted, en este siglo de construcción y de pelea, con los que compadecen y sirven al hombre, contra los que lo encapotan y oprimen: yo le amo la perspicacia y ternura con que miró usted, en la fuente de toda mi energía que es la piedad infatigable de mi corazón“.
Hay más referencias acerca de Vargas Vila en las Obras Completas de Martí. Por ejemplo, en los días tensos, cuando organizaba una expedición para comenzar la Guerra Necesaria, escribe el sábado 29 de octubre de 1894:
“Acabo de saber que unos cuantos corazones sinceros se juntan mañana domingo, a las ocho de la noche, en el restaurant de Morillo, —2, 4, 6, Oeste calle 29— a desearme ferrocarril seguro y vela leve para mi próximo viaje, y como ayer mismo me oyeron hablar con cariño de la brava pluma y el alma americana de Vd. y de la viveza y hermandad de Duarte Level, viene a decirme uno de los festejadores que les tienen guardados dos asientos en la mesa de familia, mesa sin pompa y de pocos amigos.
Ojalá no me lo tengan entretenido en New York, y pueda Vd. venir mañana a que me lo saluden los cubanos que ya lo conocen y lo quieren.
No necesito encarecerle el placer que con esto daría su amigo, José Martí“.
En Cuba
Visitar la isla caribeña, la patria de Martí, era un viejo anhelo de Vargas Vila que pudo ver realizado en 1923 cuando iba hacia México. Fue una estancia breve, de paso. En 1924 regresó. Realizaba entonces un recorrido por diferentes países latinoamericanos: Argentina, Uruguay, Brasil, México, Colombia y Cuba.
El 21 de mayo recibió un homenaje en el Teatro Nacional, en La Habana, organizado por la Academia Nacional de Artes y Letras. Impartió una conferencia sobre la decadencia intelectual en el mundo. Pero, sin dudas, un hecho que marcó aquella visita fue su tributo a Martí, en el cementerio de Santiago de Cuba, acompañado por Eduardo González Manet, Secretario de Instrucción Pública.
Entrevistado por el diario El Sol, el 27 de mayo, confesaba:
“El cementerio de Santiago de Cuba es uno de los más estupendos altares consagrados a la libertad del mundo americano. Martí, Céspedes, la madre de los Maceo, esa familia de leones, los expedicionarios del “Virginius”… el alma tiembla y se conmueve ante las tumbas sagradas. Siempre recordaré la emoción experimentada entre los pinos silbantes frente a los mármoles rasgados por el sol criollo.“
Hay una nota de su Diario secreto, fechada el 24 de julio, que dice mucho de su amor por Cuba y Martí, de lo que significaban para él: “Y heme aquí, llegado de nuevo a las playas oro y azul de esta isla maravillosa, donde la sombra doliente de José Martí parece extender sus brazos para recibirme. Recobro el imperio de mí mismo. ¡Bendita sea!”.
Sobre sus días cubanos escribió las obras El canto de las sirenas en los mares de la historia y El pórtico de oro de la gloria. La dedicatoria del primer libro dice: “por haber dado albergue transitorio a mi ancianidad y amparado noblemente mi soledad”. El segundo libro está dedicado a los hermanos José Manuel y Miguel Ángel Carbonell y Rivero, quienes se ocuparon de cuidarlo mientras estaba enfermo.
En 1926, Vargas Vila volvió a Cuba. Fue recibido el 25 de mayo por el presidente Gerardo Machado. Publicó artículos. Apreció en la prensa el uso de la obra martiana por algunos oportunistas:
“Escribir sobre José Martí en Cuba se ha hecho, no una profesión, sino un negocio, el más prolijo de todos los negocios; hay gente que debe la fortuna a la osadía de haber enlodado con su prosa la sombra del Maestro. ¡Ese espectáculo es desolador!. Yo vi aquella feria de la audiencia sin talento, profanar las cenizas del precursor (…).“
Para concluir esta reseña, estos apuntes sobre la amistad entre Martí y Vargas Vila retomamos la obra Los divinos y los humanos, del autor colombiano:
“Cuba ha tenido muchas representaciones egregias de su energía, pero el pensamiento de su independencia tuvo en Martí la más pura, la más elocuente y la más sincera de sus voces.
Así quedará para el mundo como el más bello gesto de heroísmo lírico, el más puro acento, la más alta voz de Cuba irredenta, en esa hora crepuscular que precedió a la grande aurora de su redención política.
Martí fue su Profeta, y fue su Mártir. Quedará en la conciencia de América como el más grande tribuno de la Emancipación, el Genio sonoro y triste de la patria, el Poeta de la Libertad, el enorme Poeta doloroso, muriendo sobre el árbol de su cruz“.
Fuentes:
José María Vargas Vila: Los divinos y los humanos, Editorial Librería Americana, 1917.
Diario de la Marina
Cuadernos del Cilha
Revista Iberoamericana
http://biblioteca.clacso.edu.ar/Cuba/cem-cu/20150114054555/Vol20.pdf
https://ginapicart.wordpress.com/
https://vargasviladiarios.blogspot.com/
Excelente artículo.
Gracias Maestro. Saludos cordiales.