Un cubano héroe nacional de Perú 

Juan Luis Pacheco de Céspedes apenas tenía 15 años cuando participó en el levantamiento armado contra el dominio español en Cuba, en octubre de 1868.

Juan Luis Pacheco de Céspedes.

El 8 de septiembre de 1988, la nación andina aprobó la Ley no. 24888 que establecía: “Reconózcase como héroe nacional al Coronel Juan Luis Pacheco de Céspedes por su destacada actuación en la defensa de nuestra patria, en la Campaña de Resistencia contra la invasión chilena entre los años 1880 y 1883”. 

Estipulaba, además, que cada 2 de septiembre se tributaría un homenaje al oficial, para celebrar la principal victoria que él logró ese día, de 1881, en el combate de Pachía. El Ministerio de Defensa construiría un mausoleo en la localidad de Torata, donde murió y fue enterrado.

También acordó que una avenida de Lima se denominaría Juan Luis Pacheco de Céspedes y autorizó al Centro de Estudios Militares del Ministerio de la Defensa la edición de obras que enaltecieran la figura del prócer. El 15 de septiembre de 1988, Alan García, Presidente de la República, ordenó publicar la Ley.

Cuando leí por vez primera este documento, en el año 2011, quedé estupefacto. Había regresado a Ecuador de un evento académico con historiadores peruanos en la ciudad de Tumbes, donde me hablaron de las hazañas del guerrillero cubano, a quien veneraban. Comencé a buscar información para poder contar, algún día, su historia de vida. Mientras más indagaba, mayor admiración me causaba el compatriota, casi olvidado.

Juan Luis Pacheco, Álbum fotográfico del coronel Leoncio Prado Gutiérrez.

En el camino de la independencia

Apenas tenía 15 años cuando participó en el levantamiento armado contra el dominio español, en octubre de 1868, junto a su hermano José Joaquín Pacheco, quien alcanzaría el grado de  Capitán del Ejército Libertador. Nació en Manzanillo, en 1853, según fuentes cubanas; aunque El Deber, periódico boliviano que lo entrevistó en 1883, difiere del año; dice que fue en 1851. Para despejar esta duda será necesario consultar su partida de nacimiento. 

Familiar cercano de Carlos Manuel de Céspedes, era hijo de Juan Luis Pacheco Isern y Ángela de Céspedes Izaguirre. 

Durante los inicios de la contienda fue ayudante del Mayor General Francisco Vicente Aguilera y combatió en la toma de Yara y Bayamo. Perteneció a la División Cuba, dirigida por el General Donato Mármol. 

Participó, el 20 de mayo de 1869, en el ataque al ingenio Aurora, junto al entonces Teniente Coronel Antonio Maceo y el 2 de mayo del año siguiente, también con el Titán de Bronce, asaltó el ingenio Armonía.

Acerca de los comienzos de su meteórica trayectoria nos dice el Tomo I del Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba: “En julio de 1869 era ya coronel, aunque en el escalafón de su ascenso aparece registrado con fecha 24 de febrero de 1870. En julio de 1870 se subordinó al mayor general Máximo Gómez, nuevo jefe de la División Cuba”.

Dirigía una columna de 87 hombres. El 20 de octubre de ese año, atacó a una columna en Las Arenas. 

El historiador José Maceo Verdecia, en su libro Bayamo, dice que a Pacheco le cupo la gloria de haber sido, después del General Antonio Maceo, el cubano que recibió más heridas a manos de los españoles. 

Leoncio Prado, cuando luchaba por la libertad de Cuba.

Mambí del mar

Ante la imposibilidad de recibir atención médica adecuada, muchos oficiales del Ejército Libertador y dirigentes del Gobierno mambí, heridos en combate o con padecimientos graves, tuvieron que marchar al extranjero. Otros salieron a cumplir misiones diplomáticas, políticas y militares. Algunos fueron capturados durante el viaje y fusilados, como le sucedió al Mayor General Federico Fernández-Cavada Howard.

Estas salidas clandestinas en botes, chalanas, incluso en cayucos fabricados en la manigua, burlaron la persecución tenaz de las fuerzas navales españolas y los embates del mar, tiene entre sus protagonistas al joven coronel Juan Luis Pacheco. 

Cada viaje facilitaba el intercambio de correspondencia con los revolucionarios emigrados, familiares y amigos. De regreso, traían pertrechos y combatientes.

Al parecer, la primera misión ocurrió en 1871. El martes 27 de junio, partió en un bote desde Boca de Caballo, en la Sierra Maestra. Carlos Manuel de Céspedes debió tener absoluta confianza en él porque le ordenó llevar a Jamaica al Mayor General Francisco Vicente Aguilera, Vicepresidente de la República de Cuba en Armas y al Dr. Ramón Céspedes Barrera. 

En noviembre de 1871 volvió a salir. Máximo Gómez, sin dar más detalles, apuntó en su Diario: “(…) el Día 13 emprendo marcha para Guantánamo, hago alto en Paso las Estancias, de allí sale una Comisión para el Extrangero [sic]—Rosado, Villasana, Pacheco y Céspedes.”

En este viaje llevó también al coronel Pedro María de Céspedes y del Castillo, hermano del Padre de la Patria y una reliquia: la empuñadura de la espada de Perucho Figueredo (fusilado en 1870) para entregarla a su viuda.

A Cuba regresó en mayo de 1872, en el barco Edgar Stuart, expedición al mando de Melchor Agüero, quien le ordenó explorar la costa, cerca de Santiago de Cuba, pero al ver a unas naves españolas levantó anclas y Juan Luis quedó con sus dos compañeros en tierra. Jorge Carlos Milanés y Céspedes, abogado y mambí, apuntó en su diario el día 22: “Tomamos café, después chocolate y más tarde palmito salcochado. Llegaron á poco unos números armados de la Costa con comunicaciones de haber desembarcado el C. Juan Luis Pacheco y dos ó tres hombres más de un Vapor espedicionario (sic) que tuvo que dejarlos en tierra y retirarse sin descargar por la persecución de dos buques enemigos y aún no sabemos otros pormenores”. Milanés y Céspedes nos informa sobre Juan Luis: “spre. fui apasionado amigo por su valor y patriotismo, patriotismo que ha confirmado volviendo á Cuba desde el estranjero enfermo todavía y cuando es tan rara esta prueba de los que se van del campo insurrecto (…)”

De vuelta a Estados Unidos, Juan Luis Pacheco se unió a Francisco Vicente Aguilera cuando este recaudaba fondos para la causa independentista en Nueva York, Nueva Orleans y otras ciudades. Ya en ese tiempo, quien había sido uno de los hombres más ricos de Cuba estaba casi en la miseria. Al tomar un tranvía en Nueva York, relata Eladio Aguilera Rojas, “para regresar a su casa acompañado de Juan Luis Pacheco, supo éste que Aguilera no tenía dinero para abonar su pasaje, y sacando un billete de diez pesos, casi de por fuerza se lo hizo aceptar. Era Juan Luis un hombre pobre. Más siempre son los pobres los más desprendidos”. 

Después de esta labor, regresó a Cuba, vía Jamaica, para llevar correspondencia, organizó en la costa el recibimiento de una expedición que llevaría Aguilera y contactó en Kingston a marineros que conducirían el barco. Cumplió la encomienda, a pesar de las once naves españolas que custodiaban la zona y volvió a Nueva York para informar los detalles del trabajo realizado. Era el mes de diciembre de 1873.  

Durante esta misión, conoció la peligrosa situación de Carlos Manuel de Céspedes, destituido de su cargo de Presidente de la República de Cuba en Armas y oculto con una pequeña escolta en las montañas orientales. Pacheco estaba en Kingston, Jamaica, cuando Carlos del Castillo le propuso que viajara a Cuba para rescatar al Hombre de la Demajagua. Aceptó, pero por falta de recursos no pudo realizarse.

Céspedes, al ser sorprendido por una columna española, “Portaba un magnífico revólver, regalo de su pariente el coronel Juan Luis Pacheco. Hermosa arma de cinco tiros, calibre cuarenta y cuatro, de fuego lateral y sistema Remington, patentado en 1855”, devela el historiador Gerardo Castellanos en el libro En busca de San Lorenzo. Con esta arma enfrentó a los perseguidores, hasta que cayó mortalmente herido en un barranco, el 27 de febrero de 1874.

Visitó tabaquerías en Cayo Hueso. Recaudó dinero. Sin embargo, las contradicciones entre Aguilera y Miguel Aldama, Agente General de la República de Cuba, cada vez más antagónicas impidieron la expedición. Pacheco, durante un altercado con Aldama, lo retó a duelo, pero el millonario habanero evadió el enfrentamiento. 

Pudo salir de aquel mundillo de discordias y continuar su brega en el traslado de expediciones. La ruta seguida era desde Jamaica a Santa Cruz, en Camagüey. Por ejemplo, el 28 de septiembre de 1875 llegó con una, el 28 de diciembre de 1875 con otra, trajo rifles, cien mil pistones, machetes, 8 quintales de azufre y otros medios. El 23 de enero de 1877 llevó al Mayor General Julio Sanguily, quien casi inválido por heridas recibidas, había sido nombrado agente confidencial en el exterior para promover y traer expediciones. Iba en el reducido grupo de nueve hombres el coronel Manuel Sanguily, enfermo de fiebres palúdicas. 

El 10 de julio de 1877 desembarcó, en el mismo lugar camagüeyano, 500 mil cápsulas donadas por el presidente del Perú, General Mariano Prado, 12 700 cápsulas más y 50 mil pistones, armas y correspondencia. En agosto y a finales de  ese año, Pacheco trasladó dos expediciones. En suma, estuvo involucrado en 16 operaciones de este tipo.

Mayor General Julio Sanguily.

Contra la invasión chilena

Al firmarse el Pacto del Zanjón, Juan Luis estuvo en desacuerdo, pues no reconocía este convenio la independencia del colonialismo español. Prefirió vivir en el extranjero. Con sus amigos el peruano Leoncio Prado y el coronel cubano José Payán, veteranos insurrectos, viajó a Lima, en 1879 para defender a ese país de la invasión chilena.

Las primeras acciones bélicas se desarrollaron en el mar Pacífico, a partir del mes de mayo. Luego de vencer a las fuerzas navales peruanas, comenzaron los combates terrestres, también favorables para los invasores. Las tropas peruanas se retiraron hacia el sur. Bolivia participaba en el conflicto como aliada de Lima. Pacheco fue nombrado Jefe de Bagajes del Ejército de Tarapacá, también creó la “Columna de Sama-Pachia”, conformada por 200 jóvenes voluntarios. Participó en los combates de Alto de la Alianza,  Pisagua, Iquique, Coar y Socoroma. Tenía el grado coronel. 

Al mando de  guerrillas en la región de Tacna, puso en práctica lo aprendido en Cuba y se convirtió con sus montoneros, muchos de ellos indios, en azote del enemigo. Parecía estar en todas partes. Emboscaba, tiroteaba, cargaba con su caballería y luego se ocultaba. Crecía la fama y popularidad de oficial cubano, dispuesto a morir por defender la soberanía del país que había apoyado la independencia de su patria. Levantaba el ánimo, el orgullo nacional. Los otros dos jefes de las montoneras en el sur, Gregorio Albarracín y Leoncio Prado murieron en aquella lucha desigual. 

Pachía.

La primera victoria la obtuvo en Palca, el 16 de julio de 1880. El 2 de septiembre de 1881 derrota a los chilenos en Calientes, a la entrada del Valle del Caplina. 

Al día siguiente, narra el investigador Arturo Flores Pinochet en su libro Crónicas Históricas, Guerra del Pacífico, “(…) Juan Luis Pacheco De Céspedes condujo sus tropas al pueblo de Pachía, atacando a la guarnición chilena que lo ocupaba mandada por el Mayor Campos, sosteniéndose el combate desde las 6:00 de la mañana hasta la 1:00 de la tarde, momento en que llegaron 4 compañías del Batallón Rancagua que se encontraban en Calana, lo que provocó la retirada de Pacheco De Céspedes a las alturas que dominaban la población, retirándose después, sin que las tropas chilenas pudieran impedirlo.”

Su labor de líder era difícil, en ocasiones incomprendida porque la población recién reclutada no aceptaba los rigores de la disciplina militar. En 1883, Pacheco de Céspedes derrotó a los chilenos en Mirave, y en Pachía, nuevamente. Esta última batalla ocurrió cuando ya habían firmado un tratado de paz en Ancón, el 20 de octubre de 1883, los dos países contendientes. Quedaban todavía fuerzas invasoras por marcharse de Pachía, el 11 de noviembre. Pacheco, decidió tomar el poblado, ubicado a 18 km de la ciudad de Tacna, a la entrada de la serranía y defendida por el capitán Matías López, al frente de 154 hombres. Sorprendió al enemigo. 

El combate duró dos horas y solo la inminente llegada de una columna de refuerzo impidió la ocupación total del sitio. La tropa defensora sufrió 18 muertos y 23 heridos. 

“De los míos quedaron veinte valientes tendidos en el campo; heridos recogí 16; perdí más de 80 mulas por la indiscreción de un subalterno que no las puso a salvo en su oportunidad. Creo que de las fuerzas del enemigo haya habido una baja de por lo menos de 70 individuos. Mis soldados tomaron, no recuerdo bien, 15 ó 20 caballos, inclusive monturas, pertenecientes a los chilenos”, narraba posteriormente el cubano al periódico El Deber

Pacheco y sus guerrilleros, la mayoría muy jóvenes, fueron perseguidos tenazmente. Después del enfrentamiento en Palca, donde perdió a varios hombres, logró pasar la frontera boliviana, acompañado de cuatro ordenanzas y hallar refugio seguro en La Paz. Concedió una entrevista al periódico El Deber, el 27 de noviembre de 1883, donde narró su participación en la contienda y el periodista nos dejó la única semblanza que hemos conocido del intrépido cubano: “(…) es un hombre de mediana estatura y enjuta, de cabellos y barba rubia, ojos de un azul muy pronunciado, presencia simpática.”

La última campaña

El itinerario del hombre, al cesar la guerra, a veces desaparece. Apenas pude precisar que en Bolivia fue asesor del Estado. Luego retornó.

Se suma a los peruanos que combaten bajo las órdenes de Andrés Avelino Cáceres al presidente entreguista Miguel Iglesias. El cubano lucha en Casapalca y Huaripampa en 1885. Entre 1886 y 1888 fue jefe del regimiento de gendarmes de Lima nombrado por Andrés Avelino Cáceres durante su gobierno (1886-1890) por especial consideración a su valor y entrega. Aquí es donde le perdemos la pista a Pacheco de Céspedes y sólo podemos especular acerca de un sorprendente cambio de rumbo. Aparece un día como minero para ganarse el sustento en la sierra central del Perú”, relata el escritor y profesor peruano Dante Castro Arrasco. También el periodista Ernesto Linares Mascaro afirma que fue prefecto de Tacna.

Lima, 1886. Enamorado de Daría Herze Dulce y Ferreyros, descendiente de españoles. Ella tenía 17 años, y él 33. Los padres no aceptaron el noviazgo. Se casaron clandestinamente. Sucedió una especie de rapto y marcharon en mulas a las montañas. De esta unión nacieron tres hijos.

Continuó dedicado a los negocios mineros hasta verse involucrado en una guerra civil en 1894, al frente del escuadrón “Los Cabitos”, denominado así por la juventud de sus integrantes. Combatió a las tropas del presidente Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, ganador de unas elecciones, cuestionadas por las fuerzas que dirigía el caudillo civil Nicolás de Piérola.

“En la noche del 25 de noviembre de 1894, Pacheco atacó a los caceristas en su cuartel de Yarane. El mayor número de muertos y heridos en las filas adictas al gobierno, alentó en los caceristas el deseo del desquite. Después de 33 días, se dice que “los Calabreses” se encontraban oyendo la misa de diez en la iglesia del pueblo cuando por segunda vez irrumpió Pacheco con sus guerrillas en distintas direcciones de tranquilo pueblo. Repuestos de la sorpresa, tanto los vanguardistas como los gendarmes se replegaron en guerrillas para atacar por distintos frentes a los 800 imberbes jinetes de Pacheco. En este combate librado desde las diez de la mañana hasta la una de la tarde del 27 de Enero de 1895, herido Pacheco en su caballo blanco (…)”, informa el sitio oficial de la municipalidad de Torata

Dos balazos, uno en el tórax y otro en el cráneo, derribaron para siempre al legendario guerrillero. Al igual que José Martí, tenía 42 años de edad. 


Fuentes:

Eladio Aguilera Rojas: Francisco V. Aguilera y la revolución de Cuba de 1868, Librería e Imprenta La Moderna Poesía, La Habana, 1909.

Colectivo de autores: Diccionario enciclopédico de historia militar de Cuba t. 1. Biografías, Casa Editorial Verde Olivo, La Habana,  2001.

Enrique Orlando Lacalle y Zauquezt: Cuatro siglos de historia de Bayamo, Ediciones Bayamo, 2010.

Fernando Figueredo Socarrás: “Francisco Vicente Aguilera”, Revista Social, junio de 1921.

Gerardo Castellanos: En busca de San Lorenzo, Editorial Hermes, La Habana, 1930.

Ludín B. Fonseca: Haciendo patria, Casa de la Nacionalidad, Bayamo, 2004.

Máximo Gómez: Diario de campaña, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, 2014.

Nydia Sarabia: Entre la memoria y el tiempo, Ediciones Verde Olivo, La Habana, 1996.

Informe investigativo de Rubén Darío Pachari Romero, Universidad de San Agustín de Arequipa – Perú http://www.galeon.com/sieh2001/p02.htm

Ernesto Linares Mascaro:Pacheco de Céspedes y el triunfo de Pachía”,

https://www.voltairenet.org/ article188591.html

Dante Castro Arrasco: “Pacheco de Céspedes: Un guerrillero cubano en la Guerra del Pacífico”, https://mariategui.blogspot.com

https://historiaguerradelpacifico.blogspot.com/

https://www.ecured.cu/

https://cronicahistorica.wordpress.com/

http://www. amilitar.cl/?do=noticias.verDetalle&id=77

http://memoriaperuana.blogspot.com

http://www.munitorata.gob.pe/web/Content-pid-8-page-6.html

Colección de Documentos Inéditos de Luis Guzmán Palomino (Lima, Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú, 1990, en https://www.defensa.pe

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