En la última década, las autoridades cubanas han aprobado medidas e introducido cambios en la política migratoria. La extensión hasta 24 meses de la permanencia fuera del país sin perder la residencia y la posibilidad de iniciar emprendimientos en la isla para quienes residen en el exterior se cuentan entre las modificaciones implementadas por el Gobierno.
El objetivo, según han reiterado las autoridades, es “ampliar y fortalecer los vínculos con la comunidad cubana residente en el exterior” y continuar, de manera “gradual pero sostenida” con los primeros intercambios con emigrados cubanos a finales de los 70.
No obstante, entre los cubanos residentes fuera de la isla persisten reclamos. Por ejemplo, un ajuste en el precio y el tiempo de validez del pasaporte, mayor participación en la vida socioeconómica y política del país y la eliminación de restricciones de entrada a Cuba.
A la vez, la promulgación de la nueva Carta Magna en 2019 y la necesidad de ajustar las leyes y normas al texto constitucional, así como el escenario de crisis, generan expectativas e inquietudes entre los cubanos dondequiera que se encuentren.
Sobre estos y otros temas afines, OnCuba dialogó con Laura Pujol, subdirectora general de Asuntos Consulares y Atención a Cubanos Residentes en el Exterior de la Cancillería, como parte de una entrevista en la que abordamos también el impacto de la transnacionalidad en la familia cubana.
Según se ha informado, como parte del cronograma legislativo actual, deben aprobarse nuevas leyes relacionadas con ciudadanía, migración y pasaporte. ¿Supondrán cambios sustanciales con lo vigente?
En efecto, está prevista la aprobación tanto de la ley de migración, extranjería y pasaporte, como la de ciudadanía. Ambas están previstas en el calendario de la nueva legislatura de la Asamblea Nacional y están en proceso de consulta.
En cuanto a los cambios, tengamos en cuenta que la ley de la ciudadanía es de 1947 y, por supuesto, está completamente desactualizada. La de migración es del 76, aunque luego ha sido modificada, pero el texto duro es de ese año.
Las nuevas leyes van a traer muchísimos cambios y los cambios van a estar atemperados con la nueva Constitución para que esta sea implementada a cabalidad en las leyes que se promulguen.
No puede haber el más mínimo pensamiento de que esas leyes van a venir para crear un retroceso en la relación con la emigración. Todo lo contrario. Esas leyes, como todo lo que se ha venido haciendo, van a venir para dar un paso más hacia adelante en esos vínculos.
Le corresponderá a esta legislatura la aprobación de ambos textos y nuestro trabajo es influir para que así sea. Para que a partir de estas leyes se promueva la política de nuestro Gobierno de acercamiento a la emigración y propiciar una mejor contribución de quienes residen fuera en todos los aspectos de la vida del país.
¿Significa que las nuevas leyes y normas responderán a las demandas de la emigración sobre temas como el pasaporte, o las restricciones de entrada al país para determinadas personas?
Nuestra intención es trabajar con las propuestas y solicitudes que tenemos, y que conocemos perfectamente, de nuestros emigrados; avanzar en una legislación que tome en cuenta esas demandas. Estamos trabajando para que sea así, pero los plazos no dependen de nosotros.
No puedo decir que la ley estará lista mañana o pasado, pero la idea es que sean tenidas en consideración esas solicitudes, no solamente el precio del pasaporte, por ejemplo, sino además el tema de la simplificación y agilización de los servicios consulares, porque no es solamente cuánto cuesta el documento en sí, sino cuánto demora en emitirse. Son cosas que nos preocupan.
Todo eso se está contemplando y, en lo que a nosotros concierne, lo que corresponde es trabajar para que todas esas cosas vayan desencadenándose en la medida en que las condiciones lo permitan. Porque muchas veces tenemos claras las ideas, queremos hacer determinadas cosas, y cuando llegamos al momento de la implementación se dificulta por la propia realidad.
Nosotros trabajamos, por ejemplo, el tema de la expedición de documentos fuera de Cuba, con la posibilidad que existe a través del portal del Ministerio de Justicia de emitir los documentos. Y bueno, por no poder utilizar pasarelas internacionales para el pago de los impuestos por la admisión de documentos, se nos dificulta la implementación.
De todas maneras, lo vamos a hacer, porque ya nosotros entendimos que tenemos que desarrollarnos a pesar del bloqueo de Estados Unidos. Lo que pasa es que son trabas realmente importantes. Nos toma diez años lo que se podría hacer en dos años. Esas trabas nos retrasan, nos hacen lucir ineficientes. Son efectivas en eso. Pero seguimos insistiendo, trabajando poquito a poquito, para ir logrando avances.
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En cuanto a la repatriación, ha habido quejas por la demora por parte de emigrados que están en el proceso. ¿En qué punto se encuentran estos procesos?
Durante la pandemia todos los procesos prácticamente se detuvieron, se ralentizaron. En ningún momento hubo decisión de parar nada, pero fue la vida la que nos llevó a eso, porque las personas que hacen esos procesos, las propias dinámicas de esos procesos, requieren un nivel de respuesta que en ese momento no teníamos. No obstante, la política se mantiene sin ningún cambio y han venido retomándose los trámites, en la medida de las condiciones de trabajo que tenemos.
Es sabido que las unidades territoriales, que son las que realizan los procesos de repatriación, están tensas con relación a la cantidad de trámites y solicitudes que tienen en otros asuntos. Y han estado priorizando los que más demanda tienen. Lógicamente, esto hace que los procesos de repatriación lleven un poco más de tiempo. Pero, repito, no hay ninguna idea de frenar o cambiar lo establecido en esta dirección. Al contrario, la idea es promoverlo, porque es algo positivo para el país.
Por otro lado, como se ha extendido de manera indeterminada el tiempo de estancia fuera del territorio nacional debido a la pandemia, eso ha creado un colchón de personas que realmente, aunque han pasado fuera más tiempo del establecido, no han perdido la condición de residentes en el país. Esa moratoria se mantiene, lo cual disminuye la necesidad de hacer repatriaciones, porque esas personas no han caído en el estatus de emigrados.
Un tema central en la política exterior de Cuba y en los vínculos con su emigración es la relación con Estados Unidos. ¿Ve una tendencia hacia una posible mejoría, a partir de los acercamientos ocurridos desde el año pasado, incluidas tres rondas sobre temas migratorios?
Cuba está trabajando activamente en este sentido, pero no depende solo de nosotros. Consideramos que esa mejoría es lo que debe ocurrir; lo otro es la locura total. Es algo que perjudica tanto a Cuba como a los Estados Unidos; pero ellos tienen que darse cuenta de que no les va bien por ese camino. O sea, [la política de hostilidad] nos perjudicó mucho y nos sigue perjudicando, pero también los perjudica a ellos.
En cuanto al impacto en la comunidad cubana, ni la restricción de los viajes, ni de las remesas, ni de los trámites consulares, ni otras medidas y prohibiciones han sido impuestas por Cuba, sino por Estados Unidos.
Nuestra política con los cubanos residentes en el exterior ha sido siempre la de dar pasos en el abrazar, pasos en el recibir, pasos en el sanar, pasos hacia el estrechamiento de los vínculos. Y todas estas medidas que nos fueron impuestas desde Estados Unidos, con la intención de agredirnos, de politizar el tema migratorio, han afectado, sin duda alguna, el tránsito que estábamos teniendo.
Es en el mejor interés de ambos países tener unas relaciones migratorias civilizadas, acordes a la vecindad que tenemos, a los lazos históricos y lo que se ha avanzado. Se ha demostrado que podemos cumplir nuestros compromisos mutuamente, respetarnos y tener una relación menos disfuncional.
Lo que no va a ocurrir es que entreguemos nuestra soberanía a cambio de eso, ni que renunciemos a la dignidad y los principios que hemos mantenido por más de sesenta años. Cuba puede ser un país libre e independiente y mantener unas relaciones civilizadas con Estados Unidos. Estamos dispuestos a trabajar para que sea así.
Usted se refería a la politización del tema migratorio por Estados Unidos, pero hay quien habla de politización del tema por parte del Gobierno cubano. ¿En qué medida puede tratarse de un elemento divisorio en las relaciones con la comunidad cubana en el exterior y entre los propios cubanos?
La politización de la emigración no es un interés de nuestro Gobierno. Es algo que daña a la familia cubana y esa no es nuestra intención, lo que no quiere decir que no pueda haber ocurrido en el pasado.
Está demostrado que la gran mayoría de los cubanos que salen del país no lo hacen por motivos políticos, sino por motivos económicos, para el mejoramiento familiar. Y llevar esos motivos económicos a motivos políticos no es interés nuestro; es interés de nuestra contraparte. Todo lo que se hace en esta dirección lo hace nuestra contraparte; es decir, el Gobierno de Estados Unidos.
Puede ser que, por el camino, como reacción a una agresión contra nuestro país, suceda algo que pueda interpretarse como una politización de la emigración, pero no es nuestro interés. Incluso, si te fijas en la presencia de la emigración cubana en los medios de difusión de Cuba, puedes ver cómo ha ido ganando espacio y además otra perspectiva, porque en otro momento no se hablaba del tema o se hacía con un enfoque negativo.
Ahora, en cambio, se habla y se habla en positivo. Intentamos desmitificar esa cuestión de la persona que se fue de Cuba y que no quiere regresar más, porque sabemos que en el fondo la inmensa mayoría no está en ese lugar. Ese es un lugar común fabricado, es una perspectiva fabricada para herirnos, para dañarnos como país; la cual, repito, tiene consecuencias negativas para la familia cubana y no es nuestro interés promover eso.
¿Cuál es el interés del Gobierno cubano?
Nuestro interés es abrir espacios en los que puedan confluir todas las personas; crear espacios para que todos puedan participar, siempre con el respeto a nuestras leyes y el sistema político refrendado en nuestra Constitución. Y allí donde ha habido voluntad se ha avanzado. Hay ejemplos, por suerte, muchísimos, en el arte, la música, la economía, el deporte. También durante la pandemia.
Hay anécdotas con relación a cubanos que se encontraban en otros lugares durante la pandemia y que aportaron al desarrollo de nuestras vacunas de manera importante, a partir de las posibilidades que tenían allí. Lo hicieron de manera espontánea, altruista, porque quisieron contribuir con su país, porque seguían sintiéndose cubanos y les importaba lo que estaba pasando aquí.
No estoy hablando solo de donaciones de insumos e implementos para los procesos de vacunación, sino además de conocimiento científico, de intercambio para la investigación de los procesos de desarrollo de nuestros candidatos vacunales y también de otras cuestiones médicas que se dieron en ese momento con los protocolos de atención a la COVID-19.
En la música, por ejemplo, cuando hay un Festival de Jazz en Cuba, hoy podemos ver tocando juntos a cubanos que viven aquí con cubanos que vienen de otros países, sin que se diga dónde vive quién porque no importa. Eso es lo bonito. Y en el deporte, está el ejemplo lindísimo de lo que pasó en el Clásico Mundial, con el equipo que nos representó con peloteros que viven incluso en Estados Unidos.
Volviendo al tema de la politización, nuestro equipo fue a Miami y los que armaron el show allí no fuimos nosotros. Nosotros reaccionamos con madurez, con mucha sangre fría ante las provocaciones que le hicieron a nuestra delegación ahí. Eso no tiene por qué pasar, pero lamentablemente ocurrió. Es una lección que tienen que aprender.
¿Y en el caso de la participación política?
También, porque este es un proceso transversal, que tiene que abarcar todos los estadios de la sociedad. ¿Cómo empezó la participación económica de los cubanos residentes en el exterior en la economía del país? De manera informal, indirecta, a través de personas que recibían un dinero y lo ponían en determinados negocios. Hoy ya existen las vías legales para que el proceso ocurra de manera abierta y transparente, de acuerdo con la legislación.
Con la participación política es igual. Tuvimos un ejemplo con la consulta sobre la Constitución, y creo que lo que se hizo entonces fue histórico. Y lo que se pudo hacer luego con el Código de las Familias, de recibir y tener en cuenta en los borradores del texto las opiniones y las contribuciones de los cubanos residentes en el exterior, también fue histórico. Ahora toca que eso abarque otros aspectos de la vida política.
¿Hay fecha definida para realizar la Conferencia La Nación y la Emigración, suspendida debido a la pandemia?
No tengo información sobre una fecha determinada para la Conferencia, pero sí puedo asegurar que existe la voluntad en la más alta dirección del país de retomar su realización en cuanto las condiciones lo permitan. Eso es lo que vamos a hacer.
Los anuncios oficiales le corresponderán en su momento a las autoridades pertinentes, pero nuestra intención es celebrarla cuando sea posible y que puedan participar todos los cubanos que estaba previsto que participaran, desde muchos lugares del mundo. Todavía la conectividad aérea no está en la situación anterior a la pandemia; y tampoco el país. Pero la idea es realizar la conferencia próximamente.
Por último, ¿qué mensaje podría transmitir desde la Cancillería a los cubanos que están fuera de Cuba y desean retomar o estrechar vínculos con su país?
La postura política de nuestro Gobierno es clara hacia un acercamiento con los cubanos residentes en el exterior, hacia una reinserción en el caso que así se desee y hacia una mayor participación en todos los casos.
No quiere decir que el cubano que se decida a hacerlo encuentre la alfombra roja puesta hoy. Una cosa es la voluntad política y otra las posibilidades en la práctica. Existen trabas aún, que trabajamos día a día para eliminar. Pero se han dado pasos importantes, y se seguirán dando. Ya se ven los primeros resultados en función de alcanzar mayor participación.
Esa participación, insisto, pretendemos que sea no solo en los negocios, en la economía, sino en todos los aspectos de la vida, en la cultura, en el deporte, en el ámbito científico, académico, educativo, político.
Es importante que el hecho de emigrar no tenga obligatoriamente un cariz de permanencia; que pueda ser una cuestión temporal y ser revertida. Y, en el caso de que sea permanente, que existan los puentes y los medios para que esas personas, aun cuando residan en el exterior, puedan contribuir al desarrollo de su país si así lo desean. Nuestra intención es trabajar y crear oportunidades para que eso pueda ocurrir en beneficio de Cuba.
Para leer la primera parte de esta entrevista siga el enlace.
Muchas palabras y pocas medidas y números concretos como ¿por qué sigue existiendo el concepto de prórroga del pasaporte? ¿por qué solo 6 años la vigencia del pasaporte?
La única forma de participación política es si se respeta y acepta que participe del debate político, esa otra visión de país que muchos tenemos.