Como cada diciembre, las mayores dignidades en Cuba de la religión Osha-Ifá (santería) se reunieron el último día del año para concluir el rito de lectura de La Letra o modelo de pronóstico de los principales acontecimientos a ocurrir en un ciclo vital de 365 días.
Es una ceremonia importante entre las que caracterizan a esa religión. Sus resultados, como es habitual, se dieron a conocer el primero de enero. Los designios y vaticinios de la Letra del Año deben regir por igual para todos los habitantes del planeta, sean creyentes, practicantes o no.
Desde hace algunos años varias familias y ramas religiosas de la Osha-Ifá en Cuba decidieron unificar la lectura de la Letra, en un intento por esclarecer las prevenciones y prohibiciones a observar en dicho período. Esto ocurre bajo el manto de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba.
Los aspectos más sobresalientes dictados por la Letra de 2023 son la prevalencia de Obatalá —deidad mayor del panteón yoruba— como orisha gobernante, y estará acompañado por Oshún —diosa de la feminidad, la riqueza y el agua dulce. La bandera de este año será blanca con ribetes amarillos.
OnCuba ha pedido su opinión a Axel Presas, docente universitario, escritor y babalawo (Ifá Laddé es su nombre de religión) sobre la Letra de este año.
Axel enseña Literatura cubana en Eckerd College, Florida, e investiga los aportes de la cultura afrocubana a la literatura nacional. Además, es autor del poemario Las veces que Azrael se detuvo y de la traducción al español y el prólogo de El temerario y otros poemas, de Herman Melville.
¿Hablamos de la Letra de 2023?
Antes de empezar a hablar sobre la apertura de la Letra del Año, habría que pensar en la desmitificación de Ifá en Cuba. Siendo un elemento esencial de la cultura nacional cubana, las religiones africanas aún se desconocen bastante y se malinterpretan. Todavía hay muchas personas que piensan que la religión Ifá-Orisha es algo exótico, distante, incomprensible; mientras otros entienden que es una religión pagana, atrasada y satánica.
Estas apreciaciones son resultado del racismo, los prejuicios, la desinformación y de una mentalidad colonial heredada que aún perdura en nuestro acervo. Sabemos que durante siglos el catolicismo y el protestantismo fueron herramientas de colonización política y cultural en África, Asia y América y que el sistema de ideas derivado de esas prácticas se mantiene aún en la manera de pensar de algunos. Como resultado, hoy día hay quienes elaboran juicios sobre la práctica de Ifá desde el desconocimiento.
Desmitificar Ifá es pensar en que no es un culto, sino una religión como las otras. Es además aceptar que su práctica está fundamentada en un sistema filosófico-teológico diferente al de otras religiones.
Por ejemplo, en Ifá no existe el concepto de “la salvación” cristiana, porque en el pensamiento filosófico africano es inconcebible el sufrimiento humano como vía de recompensa en una vida después de esta. Ontológicamente, en la filosofía religiosa de Ifá las experiencias negativas de la vida son parte natural de la existencia humana. Sufrir es parte de vivir, y no está directamente relacionado con la idea ni con el poder de Dios o de las deidades.
Ifá presenta en sus patakís o historias las contrariedades y desvaríos personales de los Orishas en sus avatares existenciales humanos precisamente para que nosotros no repitamos esas conductas. Lo que se conoce como “letra” o “signo” es en sí un Odun de Ifá; y la traducción de esta palabra del yoruba al español es “canasta de sabiduría”, al igual que la traducción de la palabra patakí o apatakí significa “algo de importancia”. Si pensamos en la carga metafórica que existe en estas palabras entenderemos el compromiso filosófico que tiene la comunicación oral en nuestra religión.
De igual manera, en nuestra religión existe la noción de iwa-pelé, que establece el buen carácter, la buena naturaleza, la disposición positiva ante los problemas y las vicisitudes de la vida. El concepto de iwa-pelé es, en sí mismo, el iré (la buena fortuna) menor; pero el más sustancial en la cultura religiosa de Ifá. Es además la esposa más importante de Orúnmila.
Entender iwa-pelé es beneficioso, porque religiosos o no, practicantes de Ifá o de cualquier otra religión, siempre debe manifestarse una conducta positiva ante las adversidades de la vida. Una mente estable es más valiosa que una mente inconsistente.
Por otra parte, se habla de la cuestión del sacrificio de animales en Ifá, cuando en otras religiones también se hace y no se critica, o simplemente no se comenta. Además, en nuestra religión el sacrificio de animales involucra un porcentaje muy bajo en la totalidad de las prácticas y ceremonias. En Ifá el concepto de sacrificio es muy vasto y no incluye necesariamente la oblación de animales.
Como ceremonia en sí, la Letra del Año es un rito serio que empieza varios días antes del 31 de diciembre. Muchos babalawos de prestigio y sabiduría se encargan de conducir y llevar a cabo los pasos necesarios para la ceremonia.
Por mi parte, siempre sigo la Letra de la Comisión Organizadora de la Letra del Año Miguel Febles Padrón, la de la Casona de 10 de Octubre, porque sé que los babalawos mayores encargados de su organización siguen fielmente la práctica lógica de los ritos y ceremonias que conducen al acto posterior de sacar la Letra el 31 de diciembre.
La tradición de la Casona se viene haciendo desde hace décadas, siguiendo la establecida por el babalawo Bernardo Rojas a principios del siglo XX. En el momento en que estamos conversando, aún no se ha hecho pública esta Letra.
No subvaloro otros rituales que se hagan para sacar la Letra del Año por otras asociaciones de hermanos babalawos en otros espacios de práctica, pues de igual manera son aproximaciones lógicas a la profundización en la realidad humana que nos concierne. En su veracidad, Ifá admite la pluralidad y concibe la complejidad de nuestra existencia.
Según mi interpretación de la Letra del Año que ha hecho oficial la Asociación Cultural Yoruba, 2023 va a ser un año difícil, porque veremos manifestarse un cúmulo de problemas de orden natural, fisiológico y social.
Sin embargo, debemos reflexionar lógicamente sobre el vaticinio y los consejos dados. Siendo religiosos o no, es mejor estar prevenidos, que caer en la contrariedad de la adversidad impensada. Es sagazmente lógico detenerse a escuchar un buen consejo, sin importar su procedencia.
Pienso que habrá muchos fenómenos naturales relacionados con el mar y su importancia en nuestras vidas. Debemos estar atentos a marejadas, naufragios, penetraciones… Me gustaría añadir que hay que saber respetar los ríos y cuidar nuestras actividades en ellos.
De igual manera, hay que poner gran atención a la salud mental. Experimentamos circunstancias que agitan nuestra vida, y al estar envueltos en este tipo de dinámica, olvidamos cuidar de nosotros mismos. Deben tratarse la ansiedad, el estrés, la depresión y la compulsividad emocional. Por ello, hay que prevenir otros padecimientos e incidentes neurológicos, como la epilepsia e infartos cerebrales.
Igualmente debemos cuidarnos de enfermedades de la garganta por causas naturales y por el exceso del tabaco y el alcohol; prevenir enfermedades virológicas por contagio, y las de transmisión sexual.
En cuanto a lo social, es importante pensar bien antes de hablar. Va a ser un año en que el uso apropiado del lenguaje pesará considerablemente en nuestras relaciones humanas.
Es importante alejarnos de la intolerancia, atender y entender otros juicios de valor, así como buscar el consenso con otros sentires y posiciones. No se deben imponer criterios desde la desconsideración y el abuso de poder. Debemos practicar un uso apropiado de la palabra en cuanto al respeto interpersonal y, sobre todo, a nuestros mayores.
También hay que prestar atención a nuestra espiritualidad: si somos religiosos, no traicionar nuestra ética y nuestros principios. Cuidar las relaciones con nuestros familiares y hermanos de religión. También va a ser un año importante desde la perspectiva en que los hijos amparen a sus padres.
Ifá está más allá de lo que comúnmente conocemos como una consulta religiosa. Ifá es en realidad un sistema complejo de filosofía, conocimiento, mística, práctica, cultura y experiencia, trasmitido oralmente entre generaciones de babalawos. En gran medida, Ifá es el legado y la recopilación de ese sistema, su interpretación y su comunicación.
Por ejemplo, la prescripción de la Letra del Año es una ceremonia que vaticina y aconseja sobre eventos que van a ocurrir durante el transcurso de dicho plazo. Cabe añadir que el ritual de Letra del Año no está fundamentado en la predeterminación, sino en la medida de interiorizar qué vamos a hacer con lo que nos ha sido comunicado.
La ceremonia de la Letra del Año es un vaticinio ético y lógico sobre eventos que van a desarrollarse durante doce meses en el tiempo humano.
En toda cultura existe el conocimiento como resultado de la experiencia, Ifá es la práctica filosófica de la experiencia y el conocimiento de una cultura religiosa lógicamente concreta.
Siguiendo con nuestro entendimiento de iwa-pelé, Ifá es también una fraternidad que resguarda y protege esas formas de conocimiento. En la actualidad hay muchos babalawos médicos, ingenieros, científicos…; pero hay muchos que, sin poseer un título universitario, están formados en preceptos de gran educación, preparación y ética humana.
Ifá es un sistema religioso en evolución, el cual se conversa desde el entendimiento fraterno y la introspección; no la disputa. La conversación en Ifá es guiada por la experiencia lógica de los mayores y la disposición al conocimiento de los menores. El menor siempre está dispuesto a contrastar su conocimiento. Es por eso que en Ifá se respeta una jerarquía, pero también se reconoce el conocimiento fresco de los recién iniciados.
Durante la visita del papa Juan Pablo II a Cuba, en 1998, éste se reunió con representantes de diversas confesiones, pero no incluyó a los babalawos y olorishas, por no considerar la Regla de Osa-Ifá una religión.
Ese hecho resume una posición desafortunada y prejuiciada en unos y otros. En lo personal, admiro mucho al Santo Padre Wojtyla. Fue un Papa de muy buenas cualidades humanas y que hizo mucho por el mundo; pero también hay que pensar que los prejuicios hacia nuestra religión existen en todos los niveles y estratos de la sociedad. Y están más presentes en católicos y cristianos.
Otro ejemplo de la manera prejuiciada de pensar es cómo se expresó el tele-evangélico Pat Roberson sobre el huracán Katrina en New Orleans, en 2005, y sobre el terremoto de 2010 en Haití. Dijo que ambos eventos se debieron a la ira de Dios, porque la ciudad y el país están vinculados a prácticas paganas.
Esa idea del paganismo es interesante para el análisis. Está asociada a lo extraño por causa de una imposición de criterios parcialmente ininteligibles. En nuestros días es muy popular la celebración de Halloween (o noche de brujas), o por otro lado, Easter en la Pascua; celebración en la que un conejo pone huevos con golosinas para celebrar a Jesús. Estas dos celebraciones están vinculadas a ritos paganos si se piensa con la misma lógica acusatoria; aunque nadie repare verdaderamente en ello.
No pretendo hacer crítica con esto, simplemente expongo que hay visiones y versiones en la misma conformación y práctica del cristianismo. Decía el difunto Alfredo Calvo, ahijado de Ferminita Gómez y Olorisha, que nuestra religión era verdaderamente socialista, no en un sentido político, sino en la idea y capacidad de recibir y compartir con acólitos y extraños en una celebración religiosa.
Uno de los fundamentos más importantes de las religiones africanas en Cuba es la fraternidad, es un imperativo acogernos a esa ética. Hay que entender que el principio de la comunalidad está implícito en nuestra práctica. Eso es también vivir iwa-pelé.
En alguna medida hemos avanzado. Ya en 2005 Ifá fue proclamado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y en 2011, en el IV Encuentro por la Paz en Asís, el Papa Benedicto XVI invitó a Wande Abimbola, máximo representante de los babalawos nigerianos, a exponer su sabiduría sobre Ifá y las religiones africanas en su generalidad.
En algunos espacios existe una disposición al cambio positivo y al entendimiento entre religiosos.
¿Qué autores cubanos utilizas en tus clases?
En mis clases sobre estética y cultura afrocubana mis estudiantes aprenden sobre la obra de Walterio Carbonell, Nicolás Guillén, Nancy Morejón, Eloy Machado, Marcelino Arozarena, Alejo Carpentier, Roberto Zurbano, Manuel Mendive, Belkis Ayón, Roberto Diago, Lydia Cabrera, Juan Francisco Manzano y Fernando Ortiz, entre otros creadores e intelectuales.
Pienso que la categoría universal de la cultura cubana debe mucho a las particularidades que incorpora de la estética africana. Algo interesante a destacar es que, en esa gran muestra de escritores, artistas e intelectuales afrocubanos, existe una compleja heterogeneidad en su proyección y visión estética.
La última clase que dicté este semestre de otoño de 2022 fue sobre literatura cubana. Incorporé el trabajo de Leonardo Padura, Jorge Enrique Lage, Legna Rodríguez Iglesias y Wendy Guerra para estimular una aproximación a la diferencia en la narrativa contemporánea cubana.
Es importante que los estudiantes asimilen la diversidad estética en el arte cubano. En esa diversidad de representaciones, imágenes y proyección el arte cubano alcanza una riqueza inestimable.
¿Cómo caracterizar tu trabajo poético?
Mi poesía intenta acercarse a la riqueza y el esplendor presentes en el arte cubano; aunque pienso que mi intento no alcanza a tocar esas cualidades. Ser poeta es un atrevimiento inconmensurable.
Asimismo, pertenecer al mundo de la poesía es difícil; primero, porque hay una cantidad extraordinaria de muy buenos poetas, y segundo porque, desafortunadamente, muy poca gente lee versos.
Cuba tiene grandes escritores y poetas que, a su vez, han influenciado a muchos autores en otras latitudes. Mi mejor experiencia en este sentido ha sido participar como invitado en festivales internacionales de poesía en España y Colombia, y percibir cuán admirados son los poetas cubanos en su diversidad y complejidad.
Déjanos leer dos de tus poemas.
Ahí van.
Lázara
El mejor congrí era hecho por Lázara
distinguido por su desgrane
en esas tardes que eran una comunión con el sofrito
untuosa abundancia que anunciaba la proximidad de la siesta
el mantel rozando nuestras rodillas
y la madera de las paredes oliendo al humo de los años
así apreciábamos la frugalidad del pan
la brillantez del agua en jarros de aluminio
y el luciferino brinco de la leña opacado por el tintineo de las ollas
boleros de radio deteniendo el tiempo
sinsonte en patio de begonias
“hágase el arroz”, “hágase un almuerzo”
frases que Lázara nunca pronunciaba
en la promiscuidad del sazón
oyendo su rasposa voz cantando en la cocina
“Hoy como ayer, yo te sigo queriendo mi bien…”
rebosando nuestra mesa con la vida
para salir de allí resucitados
sabiéndonos cautivos del manjar y del grasiento beso en la mejilla
En ese estrecho de mar
¿Qué historia nuestra no se escribe con el mar?
Si en este puerto se acumulan flores para los difuntos
y la confianza del niño reta la inmensidad del agua
embistiendo la espuma en la caducidad de la tarde
bajo la mirada de esas señoras
vigilando el burbujeo de los cuerpos
sentadas frente al mar, en espera del pescador
que ha dejado vacías sus camas
incertidumbre de quien se aferra a un madero
para cruzar toda esa abundancia con la debilidad de un alcatraz herido
¿Qué historia nuestra no se escribe con el mar?
Si muy temprano aprendemos a lamer la sal en nuestros cuerpos
residuo de nuestra proximidad con la orilla
impasibles a otros márgenes
confinados a regresar, aunque sea una vez,
a inundar ese mar que nos desvela y nos aterra
por esa avidez que nos empuja, a partir las aguas,
conscientes de perecer en nuestro intento