Fervorosamente, miles de cubanos pidieron el favor divino este 4 de diciembre. Al Santuario Nacional de Santa Bárbara en la comunidad habanera de Párraga, acudieron los fieles con flores y velas.
La gente, del pueblo y de fuera, llenó la Iglesia. En el templo y en las calles predominó el color rojo que caracteriza la deidad, que los negros africanos que llegaron a Cuba esclavizados identificaron con Shangó. Porque ante la prohibición de practicar su religión africana y sus prácticas mágicas, los lucumís asociaron a los orishas con los santos del catolicismo.
“Somos un pueblo mestizo, ellos trajeron sus deidades africanas y la incorporaron a los santos católicos para poder hacer sus ritos. Llevamos siglos con esta devoción a Santa Bárbara, que significa la fidelidad al amor de Cristo”, dijo el diácono Carlos.
En la imagen de los católicos, Santa Bárbara porta una espada y se le atribuye el rayo y el trueno. Shangó es un Osha guerrero y uno de los orishas más populares de su panteón. Representa la justicia, la danza, la fuerza viril, del mismo modo los truenos, los rayos y el fuego; es dueño del baile y la música; encarna la necesidad y la alegría de vivir.
Por otra parte, Santa Bárbara forma parte de los 14 Santos Auxiliadores de la Iglesia Católica. Fue una virgen y mártir cristiana del siglo III, a quien su propio padre, llamado Dióscoro, decapitó en la cima de una montaña. Ostenta en su cabeza una corona, que significa que alcanzó el reino de los cielos.
“Hoy le pedimos a Santa Bárbara algo que vale más que el dinero, que la prosperidad. Lo que le pedimos salud. Tener salud no es solamente sentirse bien. Es también tener salud de alma. Hay que pedirle las dos juntas: la del cuerpo y la del alma. Que aleje de nosotros la maldad y la envidia”, dijo a los asistentes el Padre Yosvany Carvajal.
Hombres, mujeres y niños se arrodillaron ante el altar ahíto de flores rojas. Pedían, cada cual a su forma, la protección y buenos augurios para sus seres queridos.
“Si ustedes quieren homenajear a Santa Bárbara sean afectuosos con sus hijos. Tenemos que oponernos a la violencia, porque es una enfermedad. Hay que transformar la realidad de Cuba con amor, con misericordia, respeto, legalidad, con lo bueno que hay en cada uno de nosotros”, aconsejó el Padre Carvajal.
Después, en andas, salieron del recinto la Virgen de la Caridad del Cobre y la Santa Bárbara. Escoltadas por los creyentes recorrieron las calles, ante las muestras de respeto y devoción de muchos que grabaron la procesión con sus celulares. Desde los balcones y aceras, algunos observaban a la multitud. Entre el gentío ondeaba la bandera cubana.
La reverencia a Santa Bárbara es una tradición añeja en Cuba. Ya existían vírgenes talladas y pintadas que vinieron de Europa, pero la imagen de la primera Santa Bárbara de Cuba se remonta al 15 de octubre de 1599. Fue una talla en madera de Juan de Bruselas y Francisco de Ballester, artesanos que recibieron a cambio 500 reales.
La orden para construirla “debió ser del benemérito Francisco Sánchez de Moya, capitán de artillería del Rey y comisionado para fundar la fábrica de artillería y reactivar las minas de cobre”, dice el historiador cubano Leví Marrero.
El templo de Párraga se construyó en los años 50, impulsado por el Padre Arencibia, gran devoto de la deidad. El aporte vino de la población, del Arzobispo de La Habana, Manuel Arteaga Betancourt y la primera dama Martha Fernández, esposa de Fulgencio Batista. Fue declarada Parroquia en 1955 y se le denominó Santuario Nacional.