La región de la antigua trocha de Júcaro a Morón, ubicada en el centro de Cuba, con sus tierras fértiles, ferrocarriles, puertos y subpuertos alcanzó un desarrollo productivo inusitado durante los primeros años del siglo XX.
Aquellas llanuras, pobladas por extensos bosques de maderas preciosas, fincas de cultivos varios y potreros en los que la ganadería se recuperaba luego de la guerra, recibieron una avalancha de inversionistas. En apenas tres décadas construyeron catorce centrales azucareros.
Desde diferentes lugares del país y de otras naciones arribaban continuamente familias para asentarse en poblados y bateyes de la zona.
Cerca de las fábricas, para uso de los ejecutivos de las compañías propietarias de los colosos, se erigieron pequeñas pistas de aterrizaje. Con el tiempo fue ampliándose el uso de la aviación para fines comerciales. Así ocurrió, por ejemplo, en Cunagua, considerado el sexto central más grande de la Isla, perteneciente a la American Sugar Refining, fundado en 1917 por Miguel González de Mendoza Pedroso y su hijo Antonio.
Excursiones aéreas
Miss Camagüey, biplano de marca Ford que gozaba de popularidad en la década de 1920, fue el primer aeroplano que arribó al poblado de Cunagua donde, en 1929, la compañía Servicio Cubana de Aviación realizaba vuelos convencionales todos los fines de semana.
En aquella época la mayoría de los habitantes de la localidad trabajaban en la industria azucarera. De acuerdo con estudios del historiador Héctor Izquierdo Acuña, divulgados en la monografía Historia del municipio Bolivia. 1898-1959 (Ediciones Ávila 2011), el campo de aterrizaje se hallaba cerca de la estación de ferrocarril.
Era habitual entonces organizar excursiones áreas. Un negocio floreciente, aunque claro para personas de alto poder adquisitivo.
El piloto, desesperado
Desde allí levantó vuelo Miss Camagüey con un pequeño grupo de turistas de la localidad. Se cuenta una anécdota acerca del acontecimiento, escenificado en el lugar conocido por “El Basurero”. Los cunagüenses corrieron hacia la pista de aterrizaje para no perder ningún detalle. La nave, luego de ejecutar su recorrido, regresaba. Pero no pudo tocar tierra: se lo impedía el público congregado.
Dicen que el piloto, desesperado, hacía señas para que se retiraran, pero sus movimientos eran interpretados como un saludo. Y la gente le respondía alegremente, sin despejar el lugar. Gozaba del espectáculo novedoso.
Al fin, alguien se dio cuenta del apuro que vivía el aviador y desalojó el improvisado campo. Logró aterrizar, en medio de la consabida algarabía de los presentes. El piloto prometió no volver jamás.
Mas este no fue el único aeropuerto rústico del batey, pues existió otro ubicado en el terreno que hoy ocupa el hospital, hasta el frente de las oficinas del Ministerio de la Agricultura.
Nueva ruta
La mañana del 30 de octubre de 1930, ocurrió un suceso relevante. Desde Morón partió rumbo a Camagüey el avión que inauguró el servicio de correo aéreo entre las dos ciudades.
Más tarde, a fines de 1947, fue inaugurado el servicio de las Aerolíneas del Norte S. A. La ruta, que transportaba carga y pasajeros, incluía a Morón-Camagüey, Morón-Mayajigua, con escalas en Cunagua, Punta Alegre y Jaronú.
Acerca de la importancia del acontecimiento, El Sol, periódico moronense, expresaba, en su edición correspondiente al 2 de enero de 1948:
“En Morón, más que una comodidad […] los servicios de Aerolíneas del Norte S. A. han venido a llenar una sentida necesidad y a resolver en parte las dificultades de nuestra comunicación con el exterior y hasta con lugares del propio término, como Cunagua y Punta Alegre, que requerían anteriormente un día entero para el viaje de ida y regreso”.
En busca de más información sobre Aerolíneas del Norte S. A. consulté el archivo del periódico Morón. La compañía prestaba servicios con dos aviones del modelo Avro Anson, monoplano bimotor multiusos de fabricación británica, con capacidad para ocho pasajeros cada uno. También tenía una avioneta marca Piper.
En aquellos tiempos, el campo de aterrizaje se hallaba en el central Patria, donde la empresa azucarera, y algún colono adinerado, tenían pequeñas avionetas para uso privado.
Esa pista, al menos hasta mediados de 1948, fue empleada por la novel aerolínea.
Solo suspendieron un vuelo
A partir de entonces tuvo un terreno ubicado a dos kilómetros de la urbe. El Ayuntamiento, atento al progreso de la villa, otorgó un crédito de 20 mil pesos para la terminación de la obra.
En el año mencionado, Francisco Ruiz era el presidente de la Compañía. Como pilotos se desempeñaban Juan B. Viera y Ulises Aguirre, de copiloto Abel Hera. Inés Pereda, esposa del capitán Viera, en la Oficina Central, se encargaba de todos los trámites, pues practicaba eficazmente el multioficio. Se involucraron además en ANSA el Dr. César Pérez Pérez, dueño de una farmacia, Esteban del Cueto, propietario de la Fotografía Cueto, Francisco Palmer y Juan Ramos, entre otros.
A los sietes meses se vanagloriaban los empresarios de haber trasladado a 4 885 pasajeros y 7 toneladas de mercancías. Y algo digno de imitar: solo suspendieron un vuelo.
Volvamos a Cunagua. Agrega el colega Héctor Izquierdo Acuña que existió otra línea que allí hacía escala. Se nombraba “Aerovías Q” y “sus aviones, que cubrían la distancia entre La Habana y Holguín —con escalas en Caibarién, Cunagua, Camagüey—, daban viajes diarios en uno y otro sentido. El costo del pasaje a La Habana era de 43 pesos. En la década del 1950 Víctor Viña Méndez era el representante en Cunagua de ambas aerolíneas”.
Buen artículo sobre la historia de nuestros pueblos!!!.
Agradeciendo siempre al articulista por su trabajo, del cuál nos enriquecemos todos los que amamos a Cuba.
Muchas gracias.