Miles de años de antigüedad tiene la historia de los mapas, desde aquellos primeros intentos de cartografía efímera sobre materiales como la arena o tierra húmeda hasta el uso de técnicas geodésicas, fotogrametría, teledetección o servicios de mapas en Internet. Su origen se remonta al siglo VI a.C., y se dice que el mapa más antiguo –conocido– es una tablilla babilónica con un texto en escritura cuneiforme y un sencillo diagrama que combina referencias al terreno real con la existencia mitológica de una serie de islas.
De entonces a la actualidad mucho ha llovido y la ciencia cartográfica ha evolucionado a niveles nunca antes imaginados. Hoy, gracias a la tecnología satelital, es posible incluir hasta el más mínimo detalle en mapas y planos. Su acceso se ha universalizado y herramientas como Google Maps, la más consultada a nivel mundial, apelan a la colaboración de una gran comunidad de personas que aportan información complementaria a esta plataforma. Ya no se trata solo de un grupo de cartógrafos, sino que todos podemos dejar por escrito nuevas rutas y datos útiles para los usuarios de tan importantes documentos.
Precisamente, sobre esta antigua forma de comunicación podrá ahondar si se acerca a la Cartoteca de la Biblioteca Nacional de Cuba “José Martí”, considerada por especialistas en la materia como la más importante del país y una de las más representativas de América Latina por la riqueza de sus colecciones. Se trata de un vasto patrimonio que recoge la obra de reconocidos agrimensores, pilotos, cartógrafos, dibujantes, arquitectos e ingenieros, que han hecho numerosos aportes e innovaciones a la cartografía en el país. Es una colección de más de 26 000 documentos cartográficos cubanos y extranjeros, representados por mapas manuscritos e impresos, planos, cartas náuticas, atlas y guías turísticas, entre otros. Valiosas piezas que marcan diferentes etapas del conocimiento del mundo y del desarrollo de esta disciplina.
Una selección de estos documentos nos invita a descubrir la capital cubana desde la cartografía, gracias a la exposición Evolución histórica cartográfica de la ciudad de La Habana a través de los mapas, que puede ser apreciada en la galería El Reino de este Mundo, de la Biblioteca Nacional. Las obras exhibidas datan desde el siglo XVI al XX, y constituyen el legado de destacados cartógrafos como José María de la Torre, Mariano Carlés y Casadevall, Esteban Pichardo y Rafael Rodríguez, entre otros. Son mapas y planos cuyo encanto viene dado también por su belleza artística y gráfica en cartelas, viñetas y otros elementos decorativos, según el estilo imperante en cada período.
Útil para los investigadores e interesados en la cartografía y planimetría, en la exposición predominan los mapas y planos en soporte papel, aunque también aparecen manuscritos confeccionados en tela y en papel sobre tela. Abarcan una variada tipología desde pequeñas escalas hasta los de mayor detalle como el plano de Francisco de Albear y Lara, que fuera levantado de 1861 a 1864 y costeado por el Ayuntamiento de la ciudad; el primer plano de La Habana con curvas de nivel y triangulación moderna.
Sin duda, son piezas claves para el conocimiento de la geografía, la arquitectura y desarrollo urbano de La Habana. Entre los más antiguos mapas exhibidos en la galería de la Biblioteca Nacional se encuentra uno, fechado en 1739, que contiene un grabado de la vista de la entrada del puerto y bahía habaneros. Son registrados en otro ejemplar los barrios extramuros comprendidos en el Cerro y Jesús del Monte, y los pueblos de Regla y Casablanca. Un plano del paseo de extramuros de La Habana incluye la vista de la fuente de la India, en 1840; mientras que Rafael Rodríguez, autor del primer Atlas cubano (1841), se encarga de dejar constancia en planos topográficos de los barrios extramuros por la parte del oeste y del puerto con los pueblos de su circunferencia y fortalezas. Otro reconocido cartógrafo, Mariano Carlés y Casadevall, también deja sus aportes en el plano topográfico de los barrios extramuros (1845). José María de la Torre, por su parte, ofrece un plano pintoresco de la ciudad con los números de las casas y con detalles de puertos y cercanías de La Habana, vistas, paseos y edificios públicos (1853).
Y así, entre mapas y planos, se va descubriendo una ciudad que aparece también en otras piezas conservadas en la Cartoteca de la Biblioteca Nacional, que cuenta, entre sus fondos, con la serie más completa de mapas topográficos realizados en el país y con mapas de La Habana desde 1615 hasta la actualidad, y otros correspondientes a ciudades y localidades del interior de la Isla.