En abril de 2014 curé la exposición Convivencia para la Pinacoteca del Complejo Cultural de la Antigua Aduana de Barranquilla, Colombia. Se trataba de una muestra singular, pues reunía en un mismo espacio a dos artistas emparentados en primer grado de consanguinidad (padre e hijo), pero en las antípodas en cuanto a filiación estética. Ernesto García Peña, ya por entonces un maestro, figurativo, y Ernesto García Sánchez, artista emergente, heterodoxo, que aseguraba, de palabra y también de obra, que todo es abstracción, hasta el arte realista. Sobre esta última idea no me voy a extender, aunque es altamente motivadora.
Convivencia se llamó la exhibición porque ambos artistas vivían en la misma casa, en armonía familiar, cada uno con su espacio de creación: mundos paralelos de márgenes porosos, entregados a lo que, más que un oficio, es un destino: crear, develar el mundo desde sus ópticas personales, ejercer el acto supraconsciente de dar forma a la ensoñación, al destello, sea éste plácido o terrible.
Las formas en los cuadros de García Peña eran etéreas, se movían en un espacio desasido, de azules evanescentes, ya copularan o danzaran —dos modos de decir lo mismo— en éxtasis, espíritus que se volvían carne, muchas veces asistidas por la sensualidad de una fruta del trópico.
Si bien las piezas más figurativas siempre mostraban un fondo de vocación abstracta, ya para la fecha comenzaban a aparecer públicamente obras que renunciaban al viejo anhelo de representar; eran “en sí mismas”, no sugerían, no remitían a un mundo material y reconocible. Me refiero a El jardín aquel (2008), Semilla (2008) y Perpetuidad (2010).
75 y pá’lante
En el Taller 62, suerte de laboratorio renacentista que tiene en Mérida, Yucatán, Ernesto García Sánchez, quedó inaugurada el pasado 7 de marzo la muestra Poner o quitar, evento con que el joven artista quiere celebrar el 75 cumpleaños del padre. El gesto, de por sí elocuente, tiene la significación añadida de que Ernesto García Peña exhibe por primera vez solo… ¡abstracciones! Y muy buenas, por cierto, al nivel artístico de sus mejores obras figurativas.
Como dije más arriba, sus incursiones en el mundo no representacional no son nuevas, pero nunca, hasta ahora, había acometido el género con total desembozo. Con un público ganado tras décadas de trabajo, hecho a su lirismo delicado, ahora García Peña abre las espitas de esa zona de la mente donde el subconsciente pasta a sus anchas. Es este un ejercicio de pintura que no pretende narrar, si acaso apresar un estado de conciencia, provocar sensaciones puras, incontaminadas, hasta donde esto sea posible, por el mundo exterior.
Tengo para mí que la abstracción posee zonas de encuentro con la escritura automática de los surrealistas, en tanto supone el libre fluir de la conciencia, un ejercicio de libertad irrestricta, no mediado por otro afán que el de crear un artefacto que se narra a sí mismo, perpetrado para el goce primario de los sentidos.
¿Poner o quitar supone el abandono total de la poética anterior de García Peña? ¿Ya no habrá más de aquel suave onirismo de cuerpos desnudos, frutas y caballos? ¿Pasarán sus transparencias distintivas al nuevo campo de laboreo artístico? ¿Quién puede saberlo? Lo importante ahora es constatar que el pintor se renueva sin disrupciones. Sigue siendo él, con su paleta afín, apastelada, y los trazos finos, dibujísticos. Es el mismo y otro. Señal de que está transitando el nuevo plazo sin temor al riesgo.
El arte es, para mí, lo que no se sabe hacer, lo que hay que inventar cada jornada. Ahí va Ernesto padre reinventándose, no a pesar de, sino a propósito de sus 75 años bien cumplidos.
Cuando en 2014 trabajaba en el concepto de Convergencia, olvidé preguntarle a García Sánchez si su camino en la abstracción era una reacción rebelde a la obra del padre. Ahora, para atenerme a un principio de elemental simetría, no voy a preguntarle a García Peña si este nuevo andar dentro de la abstracción se da por contagio con la obra del hijo.
Dónde: Taller 62. Calle 62 e/43 y 45, Mérida Centro, Yucatán, México.
Cuándo: Hasta el 30 de abril, de 10:00 a 17:00.
Cuánto: Entrada Libre.