Montoto: ¿Giro o continuidad?

La resina y la fibra de vidrio constituyen el soporte de las cuatro singulares esculturas concebidas por el artista.

Maldeojo, 2018, Resin and fiberglass, 116 x 165 cm

Maldeojo, 2018, Resin and fiberglass, 116 x 165 cm

Sandías, cocos, calabazas, berenjenas, mangos, pepinos, ajos, huevos, papayas, cebollas y ajíes, entre muchas otras…, han sido representadas con asiduidad y éxito en la obra del destacado artista de la plástica Arturo Montoto y, aunque confiesa que “jamás abandonará esos íconos”, en su más reciente muestra personal –titulada Dark– hay un giro que sorprende al espectador acostumbrado a disfrutar de las exquisitas texturas y la carnosidad de las frutas que nos confunden y atrapan a partir de una espléndida paleta saturada de color.

Con Dark –exhibida durante el pasado agosto en la Galería Taller Gorría que tutela el reconocido actor cubano Jorge Perugorría y que está ubicada en el barrio de San Isidro, en La Habana colonial– Montoto (Pinar del Río, 1953) retoma la escultura, pero en esta ocasión –y por primera vez– a partir del gran formato: cuatro esculturas y cuatro lienzos que demuestran la solidez intelectual del artista, su ética y su desprejuicio al dar un ¿giro? o ¿una continuidad coherente? en su sostenido quehacer.

La resina y la fibra de vidrio constituyen el soporte de las cuatro singulares esculturas concebidas por Montoto y desde ellas emite señales, caminos, preocupaciones y acentos que pasan por un excelente dominio de la técnica y por las indagaciones de tipo intelectual que han sido –y son– una constante en el quehacer de este pintor, dibujante, grabador, escultor y fotógrafo, graduado de la Academia Surikov de Moscú en la que obtuvo el grado de Master of Fine Arts en la especialidad de pintura: el rigor y agudo aprendizaje de la academia rusa es, tal vez, el sólido cimiento que sostiene su edificio creativo.

En las cuatro esculturas, el creador ha magnificado elementos extraídos de su pintura –el huevo, la sandía, la pelota de béisbol y la cesta– y los ha reinterpretado y descontextualizado de la obra bidimensional; por ejemplo, Mal de ojo –de 1,60 cm x 1,65 cm– nos muestra un huevo roto cuya yema flota sobre la clara: “desde el punto de vista técnico, lograr ese efecto me dio mucho trabajo; por otra parte el huevo tiene disímiles significaciones simbólicas porque no solo es consumido como alimento sino en muchos rituales religiosos”, reveló en conversación exclusiva con OnCuba Travel Magazine. Agua y Carbón –realizada en resina, fibra de vidrio y esparto y de 1,25 cm x 1,50 cm– es una cesta que, siendo un contenedor, no puede retener líquidos: “es imposible almacenar agua en una cesta y eso, de algún modo, responde a un tipo de pensamiento filosófico. También está la asociación del carbón con el negro”.

 

Dividendo, 2018, Resin and fiberglass, 185 x 300 x 100 cm
Dividendo, 2018, Resin and fiberglass, 185 x 300 x 100 cm

La sandía es utilizada por Montoto en sus cuadros: “es una fruta bellísima, de un esplendor tremendo y que ofrece grandes posibilidades expresivas; esa tajada da la idea de una barcaza. Pero, también es el Dividendo, la porción que nos toca de algo que es entero, es decir, que de la sandía solo nos corresponde una porción”. Sutura es una pelota de beisbol negra con pespuntes rosados: “la costura recuerda la de una operación quirúrgica y, aunque no soy un conocedor ni disfruto el beisbol como la mayoría de los cubanos, recurro a la pelota –el deporte nacional– como parte de nuestra cultura; es un elemento que no se puede desprender de eso que llamamos cubanía”.

 

A contracorriente de lo que pudiera pensarse –dado que el realismo y la figuración son consustanciales a su obra– la mirada de Montoto es “más escultórica que pictórica” y uno se percata de ello cuando observa los constantes efectos ópticos y las texturas a las que se aferra para lograr la sensación de volumetría: “estoy muy satisfecho con estas esculturas de gran formato, entre otras razones, porque me siento pequeño en relación con ellas. Es una sensación muy gratificante”. 

Vértigo de mediodía, Conjuros, Discurso primario y La muerte del behíque son las cuatro telas que redondean el discurso curatorial o la poética de Dark, piezas asentadas en la abstracción, algo que desde hace un tiempo se asoma en la obra de Montoto: basta levantar o extraer los elementos figurativos y detenernos en los fondos para entender que, de base, es un pintor abstracto. Neutralizar el color fue otro de los auto-propósitos del artista: “no quise protagonismo ni posibilidades de lecturas de ningún tipo –ni estetizantes ni ideologizantes –y me propuse que las imágenes o las cosas que entraran dentro de estos cuadros fueran objetos de la cotidianidad más nimia del cubano; acumulé cosas, pero sin ningún tipo de jerarquía para evitar el cliché, es decir, para no llegar al punto de encasillar que lo cubano es la palma o el bohío. Sin duda esos elementos forman parte de lo nuestro, pero no son los únicos”.

Discurso primario, 2018, Acrylic on canvas, 200 x 200 cm
Discurso primario, 2018, Acrylic on canvas, 200 x 200 cm

A pesar de que prevalece el negro, Dark, no es una propuesta sombría, oscura o tenebrosa sino una personal manera de neutralizar los colores que tienen que ver con un determinado sentimiento: “puede que en los últimos tiempos mi estado anímico no haya sido el mejor y probablemente me sintiera menos alegre; es obvio que cuando hay un largo período de pesadumbre, se vierte en la propuesta. Por otro lado, de forma consciente, pretendí negar lo anterior y siento que lo que está por venir es una transición que me llevará al otro extremo, a todo lo contrario: al blanco”.

A todo aquel que “está preocupado porque ando por un camino abstracto –aclara Montoto– le aseguro que nunca abandonaré las frutas que tanto reconocimiento me dieron; disfruto ese tipo de pintura. Estoy sumamente satisfecho con lo logrado y no me interesan las corrientes artísticas, ni hacia dónde pretenden redirigir el arte que, lamentablemente, se ha convertido en una manipulación mediática, de mercado y, en ocasiones, hasta institucional. Sigo haciendo lo que considero que debo hacer y cómo lo debo hacer y necesito, primero, satisfacerme porque el artista que no se satisface a sí mismo, no satisface a nadie”, concluyó enfático. 

Invitación a la lectura

Arturo Montoto vive, sueña y crea en su estudio-taller enclavado en la Villa de Guanabacoa –cuna del maestro Ernesto Lecuona, de la sin igual Rita Montaner y del inolvidable Ignacio Villa, Bola de nieve–, desde allí construye su propio universo y desanda los más insospechados senderos creativos: reconocido por representar frutas que emanan y transpiran su propio olor desde la tela, ahora hace un guiño a la abstracción y constriñe su paleta al negro y también se acerca a la escultura de gran formato. No hay que preocuparse: “para el año próximo preparo una sorpresa. Haré una exposición con las frutas, pero con nuevas características”, revela a OnCuba Travel.

*Este texto forma parte de la edición 59 de OnCuba Travel

 

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