A los jóvenes fotógrafos en Cuba se les hace complicado subsistir ante la ausencia de espacios para la comercialización de su arte, un viejo anhelo que aun carece de solución en el horizonte de los artistas del lente.
En ese sentido, la fotografía a quinceañeras ha sido uno de los nichos más recurrente a lo largo de los años para quienes prefieren la fotografía de “estudio”, aunque este mercado se ha ido diversificando con el paso de los años, al igual que este tipo de fotografías.
“El fenómeno de la fotografía de 15, que se desarrolla principalmente en Latinoamérica, es lo que hace que nosotros los fotógrafos dispongamos de una variante económica, de la fotografía comercial”, precisa a OnCuba Rubén Ferrero Hardy, joven fotógrafo que ha logrado hacerse de un estilo propio en este tipo de fotografías, principalmente en el retrato.
“Prácticamente no tenemos nada de fotografía de modelaje con fines económicos. A mis fotos personales no les saco beneficio económico, lo hago como una satisfacción porque es un estilo que me identifica, pero no por un asunto económico, para eso están las de 15”, nos dice este joven licenciado en Estudios Socioculturales en su natal Holguín.
La experiencia le ha ido brindando herramientas para hacerse de un estilo personal, reconocible no solo en sus redes sociales —donde más se puede apreciar su obra—, sino también en otros círculos del arte, donde ha llegado a exponer sus creaciones en diferentes formatos.
Como buen profesor, además, Hardy continúa aprendiendo e imparte sus conocimientos —la mayoría adquiridos de manera autodidacta— sobre fotografía siempre que puede. Sueña con la posibilidad de que existan espacios para la exposición y comercialización de su obra, así como con la fundación de una escuela con allegados, para mantenerse activo en la docencia.
¿Cuánto ha influido su formación en estudios socioculturales en la carrera como fotógrafo?
Cuando estaba cursando la carrera de “Socioculturales” nunca pensé ser fotógrafo. Me dedicaba a eso como un trabajo aparte, además de los estudios. En el trabajo lo que hacía era editar fotos de 15. Nunca vi la posibilidad de tener una cámara en mis manos.
Creo que el valor de la carrera no se lo di en el momento que la estudiaba, sino después. Me sirvió más lo relacionado con el arte, el renacentismo, las manifestaciones de las vanguardias, me brindó más cultura general, pero ese valor se lo di con el tiempo siendo fotógrafo ya, a la hora de hacer ese tipo de retratos como si fuesen pinturas, es una herencia que tengo.
Existen varios conceptos e ideas sobre la fotografía como arte y como mero oficio con un rendimiento económico. ¿De qué manera buscas el equilibrio entre ambos conceptos?
Buscar el equilibrio es complicado, algunas madres no quieren contratarme para ese tipo de fotos, otras sí porque puedo brindarles a las fotos de su hija una estética diferente, pero es algo complejo porque la fotografía artística y la comercial tienen maneras y ritmos muy diferentes.
Yo no pudiera hacer un paquete de fotos de 15 donde todas fueran artísticas, pero si te puedo ofrecer una o dos que se diferencien del resto. Las fotos de 15 convencionales son más rápidas de trabajar que las artísticas y trato de no mezclarlas. Fotografías de 15 son una cosa y Hardy es otra.
Siempre trato de conversar con la madre o la quinceañera sobre los tipos de fotos que quieren y el mayor porcentaje de las niñas no está preparada para hacer este tipo de fotos más elaboradas, entonces me quedo en el estilo convencional.
Cuando comencé, por 2018, sí me era más difícil porque era muy lento haciendo un paquete de 20-25 fotos, me cogía muy tarde porque trataba de mezclar las dos cosas. Con la experiencia he aprendido a activar el chip de foto de 15 cuando es necesario y, si es artística, activo ese otro chip.
Que la fotografía comercial y la artística convivan en un mismo espacio es complicado. Si definimos la palabra “comercial” como el concepto de fotos de 15 es muy complicado, depende mucho de la persona que retratar porque parte del arte lo pone esa persona.
Puedes capturar o congelar el momento donde esa persona te está demostrando un sentimiento, pero no todas las personas pueden hacerlo, y ahí se hace más complicado también. Creo que la fotografía comercial debe hacerse de la mejor forma posible, aunque cada una tiene características diferentes.
La docencia en tu vida profesional ha sido otra constante. Háblanos un poco de esta relación.
Siempre me ha gustado, me quedé dos años como profesor cuando me gradué. Me gusta impartir conocimientos. Todo lo que aprendí en la fotografía fue de forma autodidacta, leyendo cosas en Internet, ni siquiera viendo fotos en YouTube porque cuando aquello no teníamos tanto acceso a esas cosas.
Esos conocimientos que aprendí por mí mismo se los transmito a las personas allegadas. He realizado talleres de fotografía, incluso me gustaría abrir junto a algunos fotógrafos una especie de escuela para impartir clases de fotografía, algo que la pandemia no nos ha dejado concretar.
¿Crees que aún carecemos de espacios para la enseñanza de la fotografía en sus diversas variantes?
Yo vengo de Holguín y ahora que estoy en La Habana puedo hablar con base: la capital es el único lugar de Cuba donde se pueden apreciar centros de enseñanza para la fotografía. Está la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana (EFCH), con profesores capacitados para enseñar la fotografía de distintas maneras, en sus distintas vertientes.
En Holguín están los cursos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), los del telecentro Telecristal, cuyas clases se enfocan meramente a la fotografía documental para formación en fotorreportaje. No existe nada de fotografía comercial, de bodas, paint art…solo conceptos básicos. Yo también quisiera aprender más, pero no hay donde.
El trabajo con la ilustración de libros, ¿cómo llegaste a ese punto?
Eso llegó solo. Al empezar a hacer este tipo de fotografías en Holguín se me acercaron varios escritores, entre ellos Rubén Rodríguez, que me brindaron la posibilidad de que mis obras aparecieran en la portada de sus libros.
También editoriales nacionales como Ediciones La luz, e internacionales, se interesaron en mi obra. Simplemente empecé a mostrar en mis redes sociales mi trabajo y se me acercaron.
En la mayoría de los casos son fotos que no hago pensando en el libro, entonces por casualidad el escritor me señala la foto que busca y en otros, como ahora que voy a trabajar para un libro de Rubén Rodríguez, es más dirigido, conozco la historia y juntos colegiamos la carátula.
¿Cuán importante se hace la gestión en redes sociales para el trabajo de los fotógrafos?
Las redes sociales lo han sido todo para mi trabajo. Primero en la prensa en Holguín, la radio y la televisión local, pero realmente las redes sociales te dan hoy en día una mayor difusión. Nunca me he promocionado en otro tipo de plataformas.
También es complicado porque sabemos cómo es este mundo de las redes, donde cada cual tienen su opinión. Con el paso del tiempo aprendí a manejar ese tipo de temas y aprendí que la cantidad de likes no define la calidad de una obra.
Trato de obviar ese tema, que no sea tan importante para mí. Me enfoco más en trabajar y enseñar.
Para los jóvenes fotógrafos en Cuba, ¿cuán necesaria resulta la existencia de más espacios expositivos y también de comercialización de sus obras?
En Holguín había uno o dos espacios expositivos a los que te iban a ver las mismas personas que conocen tu trabajo. Fuera de esos pocos espacios, no existen otros, la diversidad es prácticamente nula. Aquí en La Habana —en lo poco que he podido ver por toda esta situación—, existen varios centros especializados, sin ese enfoque del fotoperiodismo.
Para nosotros los fotógrafos jóvenes se hacen necesarios estos espacios. Sin no haces fotos de 15 se hace muy difícil sobrevivir como fotógrafo. Y digo de 15 pero también me refiero a otro tipo de fotos comerciales: para bodas, embarazadas, de niños…es prácticamente imposible vivir del trabajo personal por la ausencia de espacios para comercializar nuestra obra.
¿Por qué el retrato?
Lo que más me llama la atención de un retrato es que te permite trabajar con el ser humano, tratar de conocer a esa persona y reflejarla en un momento. Cuando pasa el tiempo y miras hacia atrás, valoras más y te reflejas en ese momento, en ese espacio, y eso es único, se queda en la memoria del tiempo.
Simplemente al hacer el retrato convencional, trato de hacerlo más a mi forma. Trato siempre de inmortalizar el momento.