Acaba de celebrarse en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas el segundo Foro sobre consumo audiovisual en Cuba. No estuve allí, aunque sí en el primero que tuvo lugar en el Pabellón Cuba, el pasado año. No obstante, varias repercusiones en medios digitales me han acercado a lo que allí pasó.
Todas estas reuniones están muy bien: se producen intercambios, retroalimentación, debates; pero tienen un serio problema: no conducen a nada. Y no lo harán, porque responden a una estrategia de retórica y promesas. Se entiende cuál es el problema, pero no se analizan las causas, se le echa la culpa a los ciudadanos-espectadores y lo que es peor, muy rara vez se ofrecen soluciones verificables en la práctica.
Veamos algunos ejemplos:
Se habló de la Ley de Cine y al parecer una vez más se genera una cortina de humo a su alrededor con las explicaciones de que se está trabajando en ella y que los cineastas se sienten frustrados por la demora. Correcto, solo que ya conocemos desde hace tiempo tal cuestión, entonces, la respuesta a una demanda tan vital, queda en el limbo. Lo cierto es que extrañamente no hay un apoyo tácito de la UNEAC al respecto, tampoco de los funcionarios de la Cultura. No hay real discusión, se prohíbe hablar del tema en los medios oficiales y las respuestas institucionales son evasivas. A estas alturas, la única solución es implementar de una vez la Ley y restaurar la confianza entre los cineastas. Todo lo otro es vacío e irresponsabilidad cultural.
¿Cuántas veces no hemos escuchado decir que tenemos que fomentar valores y gustos culturales acordes con nuestro país? Perfecto. Nada que objetar, puesto que se está hablando de nuestra identidad y espiritualidad. Pero repetir una y otra vez tal cuestión en cuanto foro exista no ofrece ninguna solución. Son meras palabras, una abstracción. Es incluso una idea que tiene al menos dos siglos y que ya estaba presente en el pensamiento sobre la nación que Varela, José de la Luz y Caballero o Martí nos habían dado a conocer.
Pero resulta que nuestros funcionarios de la cultura se sienten ahora sorprendidos “por la dimensión del problema” y para utilizar los gerundios que tanto les gustan, dicen que “se están ocupando”. La cuestión de los medios, los contenidos de nuestra tv, el estado de nuestra prensa o los problemas en nuestras escuelas y centros de enseñanza, han sido tratados en congresos, seminarios, paneles, debates, tesis, cartas, textos, e intervenciones de todo tipo, desde hace al menos tres décadas. Pero bueno… menos mal que se “están ocupando”.
Los intelectuales en sus foros, los artistas con sus obras, el público con sus voces en diferentes espacios, llevan décadas enviando señales sobre el deterioro social, la indisciplina, la mediocridad de nuestros medios o los graves problemas de nuestra educación. Señales que fueron obviadas o desestimadas con la clásica y lapidaria respuesta de esos mismos funcionarios e ideólogos que hoy están en el poder, y que nos han dicho mil veces aquello de: “no es el tiempo o momento adecuado para hacer tal o más cual cosa”. La estrategia es callar, anular, desprestigiar pues ellos son los únicos que saben lo que es importante para el país.
Existe un blog que lleva desde hace siete años el investigador Juan Antonio García Borrero, quien ha dado muestras en su espacio, de consagración, humildad y rigor profesional. Ni el ICAIC ni el Ministerio de Cultura ni nadie de rango institucional han hecho nada por darle visibilidad nacional a este extraordinario sitio que como ningún otro ha hablado de nuestro cine y sociedad. El blog existe, técnicamente, gracias a la mano extendida por la Universidad de Tulane, en Estados Unidos, pues ninguna de nuestras plataformas o redes ha querido hospedarlo. ¡Ah! pero escuchamos del interés y la preocupación del Estado cubano por fomentar el “pensamiento antihegemónico”. Palabras y tan solo palabras…
Alguien menciona en el foro, una vez más, la necesidad de que la crítica, el debate, se haga sentir en nuestros medios. De acuerdo. Se consumen productos de la industria cultural y no hay una valoración de los mismos. Tal acción, se piensa, genera un espectador pasivo, descerebrado e insensible. La culpa no la tienen los creadores, ni los críticos y mucho menos, como se dijo en el reciente foro de Santa Clara, el bajo salario que se paga por el ejercicio que no estimula su realización. ¡Por favor, seamos honestos! El corazón de todo ese pensamiento que cercena, oculta, desvirtúa o prohíbe, tiene una dirección clara e identificable en quienes dirigen “la ideología” en Cuba.
Ahora mismo hay decenas de blogs, revistas, espacios alternativos, que están palpando el pulso real del país. Gente con criterios, periodistas que intentan profundizar en las noticias, que valoran e investigan. Jóvenes llenos de ideas e ímpetus, que saben cómo trabajar y diseñar un medio para colocarlo a la altura de las demandas del tiempo y que han dicho no al adocenamiento y la verticalidad informativa que proponen los espacios oficiales. Sin embargo, se les ataca, por independientes. Se siembran dudas sobre el origen de su financiamiento y soporte. De nuevo, como tantas veces ha ocurrido en nuestro país, se agita a Chucky, el muñeco diabólico.
Es una lástima que se inquieten tanto por lo que sucede en nuestro ciberespacio y pasen por alto lo que ocurre delante de sus narices. Bueno, aquí tienen un ejemplo real de dónde están muchos de nuestros mejores críticos y periodistas. Le pregunto a esos funcionarios: ¿por qué no los llevan a los medios? ¿Por qué no tenemos un debate auténtico sobre nuestros problemas en la prensa? ¿Por qué tienen que moverse en circuitos alternativos? ¿Por qué el criterio oficial es el único que tiene peso y debe existir? ¿Por qué los mismos que se alarman por el estado de las cosas son los mismos que en la práctica la sostienen?
Se nos dice que debemos darle prioridad y fomentar el consumo de obras audiovisuales realizadas en casa. Aplaudo tal idea. Pero… ¿dónde podemos encontrar en soporte DVD y con la calidad que se merecen, los clásicos del cine cubano? Si tenemos una escuela de cine y medios, ¿dónde puedo apreciar las decenas de obras entre cortos y documentales que se generan en ese sitio? ¿Por qué muchas de las películas premiadas en la muestra joven que organiza el ICAIC, no encuentran difusión en nuestras carteleras? ¿Por qué hay decenas de filmes nacionales que están censurados?
Cubavisión Internacional financió casi cuarenta programas relacionados con el audiovisual cubano. Decenas de obras, realizadas mayormente por los jóvenes creadores, encontraron lugar, cada sábado, en la pantalla. Bajo el título de Ver para creer, este espacio utilizó la crítica y el debate con investigadores y autores para acercarse a muchos de los problemas de la sociedad y la cultura cubanas, sin embargo fue un proyecto rechazado por los directivos de los canales nacionales. ¿A qué viene tanto recelo? ¿Por qué no ponerlo al alcance de todos los cubanos? ¿No es acaso eso, lo que nuestros preocupados pensadores de la cultura nacional, están reclamando?
La Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) tiene 25 años de creada. Más de mil estudiantes se han graduado en ella y muchas de sus obras forman parte del patrimonio audiovisual del país. Es realmente nuestra única escuela de cine y medios. Escucho hablar con denuedo sobre la necesidad de apoyar a nuestros artistas, de la necesidad de crear obras audiovisuales que nos representen, sobre la extraordinaria y vital relevancia que tiene hoy la imagen en la formación de valores, patrones de conducta, ideas. Pero… en la FAMCA hay aulas cerradas por amenaza de derrumbe, apenas queda tecnología de valor para filmar, los reproductores de video tienen siete años, nunca ha tenido un estudio interno de tv o radio, no cuenta con presupuesto propio, escasean los profesores, no dispone de conexión estable a internet, no tiene una página web, no existe en el ciberespacio y sus filiales de Holguín y Camagüey están semiparalizadas, por la falta de recursos y la inestabilidad del claustro. Entonces… ¿de qué fomento de la cultura audiovisual estamos hablando?
Desde el podio alguien vuelve con la cantinela del imperio de Hollywood y el pensamiento único, servido a las masas por las transnacionales mediáticas. Recuerdo que si tienes tejado de vidrio no le tires piedras al vecino. Pudiera enumerar muchos otros ejemplos de lo que debe hacerse, de los múltiples espacios y sitios que ya existen y están desaprovechados. Pudiera decir nuevamente que nada de esto es relevante si antes no acabamos de incorporar las materias de apreciación audiovisual o los estudios de cine cubano en nuestros centros de enseñanza; pero ya estaría siendo tan retórico como los funcionarios que una y otra vez hablan de lo que desean, se tiran la foto para la prensa y todo sigue igual.
Es realmente muy irónico como este segundo foro se diferenció diametralmente de la primera edición, realizada el año pasado en el Pabellón Cuba, específicamente el Salón de Mayo, donde fuimos convocados críticos y artistas con el nebuloso propósito de recomendar o asesorar gratuitamente a las instituciones a “acabar con el paquete” o a contrarrestar todo el ineluctable proceso de resquebrajamiento de la hegemonía institucional-gubernamental que aún se empeña en validarse en su singularidad intolerante. Por supuesto, ni a mi ni a la mayoría de los participantes de entonces nos convocaron a este. Yo estaba en Santa Clara la semana anterior participando del Taller de la Crítica junto a Frank Padrón y por desgracia no me pude quedar para participar a pesar de que me obliteraron, más después de la “maldición” que Pedro de la Hoz descargó sobre mi al cuestionar la legitimidad de mis criterios (los cuales tengo derecho a emitir como cualquier ciudadano de este mundo, más allá de una obra crítica). Pero bueno, no hablo más de mi…el caso es que este tan argüido pensamiento antihegemónico que propugna Abel (a quien no dejo de apreciar, lo digo mil veces) y sus acompañantes funcionarios (a Morlote lo aprecio igual, así como la obra de Pérez Betancourt) no implica para ellos más que la legitimación de la hegemonía gubernamental en detrimento de la hegemonía “del enemigo”. Es una simple sustitución de un canon por otro, de un poder por otro. Por eso en la ocasión referida, comenté que ante la palabra hegemonía, zurda o derecha saco mi pistola, pues ninguna es saludable y todo poder debe ser contemplado desde la sospecha…Lo más triste de todo esto es que las instituciones oficiales no se percatan que ya remontaron el camino del suicidio, pues al negar la pura y dura dialéctica histórica que las envuelve y los plantea la reconcepción a fondo de sus estrategias y proyecciones ante las nuevas circunstancias (dialógicas, colaborativas, de convivencia con actores independientes de su zona de control directo) solo consiguen hundirse más en el más ingente atavismo y cavar más su trinchera arcaica. Un buen ejemplo es la ley de cine: nadie quiere que el ICAIC desaparezca, sino que resurja con nuevos roles de mediador, negociador, trazador de políticas, facilitador, como otros tantos institutos de cine homólogos del mundo que coexisten armónicamente con la ley de cine. Ahora, si quienes tozudamente se mantienen en los trece hegemónicos son biológicamente tan atávicos como sus posturas (detenerse un momento en el promedio etario de la mesa que se ve en la foto), pues tampoco se les puede pedir peras al olmo y la cosa es que dejen espacio. Como generación hace rato están obsoletos y solo consiguen hacer emigrar a tantos jóvenes creadores que desesperadamente se acogen a becas extranjeras u otros métodos por el estilo, para trascender tanta desidia, inmovilismo y mendacidad nacionales. La isla se está quedando sin jóvenes, que no la nación, pues Cuba ya hace rato es más que un pedazo de tierra…Aquí caemos en el abismo generacional que considero ya insalvable entre los cubanos…pero bueno, para seguir con las instituciones suicidas, pues el extrañamiento y la alienación que los aqueja es tan grande que no quieren darse cuenta de un deceso que tú, Gustavo, te encargaste de certificar. Es como el cuento del caballo muerto del rey, quien no quiere que le digan claramente que ya no vive, entonces hay que decirle que no respira, que no camina, que no come. Y en eso llevamos décadas de diplomacia, cautela y tacto. Pero de una vez, sepan que la reluctancia solo les conduce a la más escandalosa e irremisible decadencia. La consigna actual es ¡Diálogo o muerte. Venceremos!
La insustancialidad de este foro ni siquiera se vio en el panel, sino en el debate que se generó en el público. Había que ver a la gente planteando problemas personales. De momento parecía una asamblea de rendición de cuentas. A la mayoría nos pareció más de lo mismo. De esta forma no se va a resolver ningún problema. Y en Cuba, en Santa Clara, justo como está el clima hoy, se sigue lloviendo sobre mojado.
A mí lo que más me preocupa de todo esto es que vi a Paquita, la de Cubadebate, no Paquita la del Barrio, en la comitiva de Abel. ¿Es que acaso el asesor del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros legitima los criterios de la controvertida comentarista y entrevistadora?
Y a mi lo que más me preocupa de este artículo derrochador de vehemencias es que habla sin saber de lo que allí se dijo. ¿Alguien me puede explicar cómo se puede opinar, inferir, sacar conclusiones de un encuentro sin haber estado allí, o al menos leer lo que se dijo. Yo tampoco estuve, pero de buena tinta me dijeron que lo dicho por Pérez Betancourt apuntaba directamente a ciertos críticos que amparados en las nuevas tecnologías elaboran un discurso de pinta más neoliberal que analítica. Ardo en deseos de leerlo para comprobar si lo que OnCuba publica, incluyendo las opiniones bastante ofensivas, se justifican. Por otra partes, el autor del artìculo se queja (sin haber estado) de que en Santa Clara se habló más de lo mismo. Lo mismo pudiera decirse de la plataforma discursiva y polìtica que elabora él a la menor oportunidad: !más de lo mismo! compadre, Olivia