Una crisálida que eclosiona. Un capullo que se transforma en mariposa. La metamorfosis como cambio y adaptación, gestación y crecimiento. Esa es la imagen que identifica a la 16. Muestra Joven ICAIC que fue inaugurada este martes en el cine Chaplin de La Habana.
El evento –llamado en sus inicios Muestra de Jóvenes Realizadores– se asienta en un contexto de renovación que contempla no solo a buena parte de su equipo organizador sino, principalmente, a la propia producción audiovisual contemporánea de la Isla. No en balde su slogan en 2017 anuncia el futuro como un desafío: “Será”.
“Con la crisálida quisimos sugerir un estado embrionario –dice Juan Carlos Calahorra, quien repite entre los coordinadores de la muestra–, un escenario en el que se reflejan nuevas perspectivas de la realidad. El cine joven cubano está gestando un cambio en cuanto al lenguaje, a los modos de narrar. Es visible el impacto de la obra de los novísimos dramaturgos, que están dinamitando las estructuras clásicas, que defienden una narrativa muy fragmentaria. Todo ello está llegando a la pantalla a través del cine joven.”
Prueba de los aires diferenciadores de este año es el protagonismo de la ficción. Veinticinco de las cuarenta obras en concurso pertenecen a este género. El documental –el más pujante en otras ediciones– tiene diez obras en competencia, mientras las animaciones, en franco retroceso productivo, resultan solo cinco.
Los realizadores Léster Hamlet y Maryulis Alfonso Yero, el actor Mario Guerra Ferrera, la directora de fotografía Denise Guerra y el director de arte Maykel Martínez Gutiérrez, conforman el jurado que otorgará los premios principales de la muestra. A ellos se unen lauros colaterales entregados por instituciones nacionales e internacionales, entre ellas el Instituto Sundance fundada por el actor y director estadounidense Robert Redford.
Además, se reconocerá el mejor cartel y se entregará por primera vez el premio del público, por el que pueden votar los asistentes a las salas de cine a través de sus móviles.
Otra novedad de esta decimosexta edición es la sección Bonus, en la que se exhibirán quince obras no incluidas en el concurso. Con ello se amplía el espectro de un cine que tiene en la muestra su rampa de lanzamiento primordial, casi exclusiva. Un cine de “hijos raros”.
“El artista es siempre un hijo raro –comenta Calahorra–, un hijo que a veces es mejor comprendido y otras no, que se reconoce en deuda con sus mayores, pero que a la vez siente la necesidad de retar, de promover nuevas dinámicas, de reclamar atención, y la muestra intenta darle visibilidad.
“Un altísimo por ciento de la producción que generan los jóvenes realizadores cubanos no se exhibe en los circuitos comerciales, ni se pone en la televisión. Y este es un cine que necesita ser socializado, que necesita ser reconocido, que necesita ser pensado. Sus realizadores necesitan sentirse parte de algo y la muestra aspira al menos a generar un sentido de pertenencia, a fomentar lazos entre los realizadores que puedan propiciar futuras obras y generar un crecimiento.”
La reflexión como sostén de la creación fílmica es la razón de “Moviendo ideas”, momento que convoca a realizadores, críticos y público a debatir sin tapujos en el Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate. Allí tienen también lugar las sesiones teóricas, que incluyen talleres, paneles y presentaciones de libros y confirman la vocación pedagógica de la muestra.
Por su parte, la sección “Haciendo cine” incluye este año la presentación de diez proyectos. Se trata de un espacio que cumple ya diez ediciones, en el que jóvenes realizadores de toda la Isla muestran sus proyectos ante casas productoras y otras entidades vinculadas al séptimo arte. Una crisálida para el cine cubano del futuro.
En cuanto a los homenajes, la muestra ofrece una retrospectiva de Bernabé Hernández, uno de los documentalistas más prolíferos de Cuba. “Bernabé –dice Calahorra– fue también un hijo raro, nunca fue considerado de primera fila pero cuando releemos su filmografía, cuando vemos sus documentales, descubrimos obras maravillosas que deberían ser conocidas por el público.”
El auspicio del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) –presente desde el mismo nombre de la muestra– supone una subordinación que no pocos realizadores jóvenes miran con suspicacia, pero entraña también un reconocimiento y una oportunidad para el diálogo.
Así lo cree Nelson González Breijo, quien se presenta en el evento como guionista y director asistente del documental Villa Rosa, el cual aborda el empoderamiento de la comunidad LGTBI en la localidad cubana de Caibarién.
“La muestra es lo más cercano a un espacio en el que las instituciones estatales, en este caso el ICAIC, acepten, asimilen, apadrinen, el arte joven –opina Nelson–, ese cine de los hijos raros que no es una metáfora casual, porque muchas veces sus puntos de vista como realizadores no están en los mismos cauces que los institucionales. La muestra es entonces una plataforma en la que el cine joven se legitima y donde puede dialogar con otras entidades.”
Él también participa con el proyecto Encuadre, una red de servicios a la producción audiovisual que tuvo su primera presentación pública en la edición anterior. En su criterio, “si el cine joven cubano tiene aún deudas, no es culpa de la muestra”, a la que celebra el ir más allá de sus límites temporales para organizar talleres, conferencias y otras actividades en otros momentos del año.
“Ahora mismo es significativo que haya muchas más ficciones en competencia que documentales –dice–. ¿Por qué? ¿Será que no les interesa a los jóvenes hacer documentales? ¿O será que es muy difícil hacerlos? Hay muchas subtramas entremezcladas en ello. El tema de cómo se abordan los contenidos, cómo es asimilado su tratamiento, es muy complejo, y eso a los realizadores nos coarta a veces. Pero la muestra busca propiciar el entendimiento y espero siga siendo una oportunidad para conocer lo que piensan los jóvenes realizadores y para que estos puedan intercambiar con las instituciones y el público.”
La capacidad de confluencia y legitimación del evento es también resaltado por José Armando Estrada. Economista con más años de los que le permitirían concursar en la muestra –el límite de edad es 35 años–, Estrada se presenta con Ciervos, un largometraje independiente realizado en Santiago de Cuba que de acuerdo a su realizador “aborda la realidad desde la mirada bíblica”.
Su película, filmada en 2014 con apenas 200 CUC de presupuesto, fue incluida en una sección dedicada especialmente al cine amateur cubano, una producción sobre la que se debatirá este viernes en la sesión teórica.
Para José Armando participar en la muestra “es una gran oportunidad” porque le brinda la ocasión de estar en un evento “que promueve la diversidad de estéticas, de posiciones, de criterios. La proyección de la película acá nos va a servir para intercambiar con otros realizadores y, a la vez, para mostrar un cine diferente a lo que se hace habitualmente en Cuba, un cine que no es habanero ni hecho por cineastas profesionales.”
Estrada destaca el hecho de que como él, en Santiago y otras partes de Cuba existe un creciente número de personas haciendo un cine apartado de los cánones de la industria dominante, y aunque pondera la presencia de estas realizaciones en la Muestra Joven, piensa que hay condiciones para ir más allá.
“Con la etiqueta del cine joven se queda fuera mucha gente –asegura–, gente que ya tiene más de 35 años pero sigue haciendo filmes independientes, underground, al margen de las instituciones y las escuelas de cine. En la industria oficial del cine cubano falta un espacio para estas obras. Bien podría hacerse un festival de cine nacional, sin límite de edad, aquí en La Habana o en otras partes del país, pues incluso realizadores reconocidos como Pineda Barnet están apostando por esta forma de realización.
“De todas maneras, la muestra ha tratado de llenar este vacío con secciones colaterales, que permiten al menos la exhibición y el debate de las obras. Solo por eso se le debe agradecer.”
yo quisiera que algun dia cualquier realizador joven hiciera un documental sobre la repression diaria a las Damas de Blanco,le propongo un titulo para su realizacion cinematografica, Resistencia Blanca,pero ellos saben que pueden jugar con la cadena pero no con el mono,nadie tiene valor en Cuba.
Puede que precisamente porque hay mucho valor en Cuba es que nadie sale a hacer eso que a ti te aterra hacer. Y en cuanto a esas mujeres que se visten de blanco, no se si tendran algun valor, lo que si se sabe, y de Viejo, es que tienen es un precio.
La Muestra constituye uno de los espacios fundamentales para los jóvenes realizadores, sobre todo porque tienen espacio los más disímiles discursos y estéticas, desde ese espíritu propio de los jóvenes de irreverencia y emplazamiento.