No le gusta comerlos; no le gustan los cangrejos en general. “Pero Sebastián es la excepción. Sebastián es Sebastián…”, dice Rone Reinoso (La Habana, 1992) sobre uno de los personajes más icónicos de Disney y que acaba de interpretar para la versión española de La Sirenita, estrenada el 26 de mayo.
El actor cubano radicado en España desde hace casi cinco años presta su voz, tanto hablada como cantada, al famoso cangrejo rojo (de acento jamaicano en la versión original en inglés de 1989, inspirada en un cuento de Hans Christian Andersen), consejero del rey del océano y distinguido compositor de la corte de Tritón.
Bajo órdenes reales, Sebastián intenta conducir a la protagonista, Ariel, por el camino de la sensatez; pero termina siendo una especie de hada madrina sin varita mágica, deshaciendo entuertos y despejando el camino para que triunfe un amor imposible. “En la película es esencial; no hay Sirenita sin Sebastián”, sentencia Reinoso.
Pero ni el happy ending ni los estereotipos argumentales típicos de esta industria cultural han sido el tema de debate esta vez. La polémica en torno al remake del filme en versión live action se concentró en el hecho de que la sirenita ya no sería blanca ni pelirroja; sería interpretada por Halle Bailey, una actriz afrodescendiente.
Rone, mulato cubano, recuerda que cuando se enteró de la alharaca, estando en su casa, pensó: “’Yo quiero ver la película. Quiero ver simplemente cómo la actriz desarrolla el personaje’. No sentía que me estuvieran quitando nada ni rompiendo ningún mito. Además, para la clásica, te metes en Disney+ y la ves”.
No sospechaba entonces que no mucho después aquella manzana de la discordia de la última guerra de opiniones se cruzaría en su camino. Al casting llegó casi por casualidad. Una amiga suya había dado su contacto en el Centro de doblaje de Madrid, donde “estaban buscando voces nuevas”.
“Al mes me llamaron y me dijeron que querían verme. Fui, y cuando llego, me encuentro que era para Sebastián”. Tendría que hacer dos castings: “uno para voz hablada y otro para las canciones”.
Se sometió a las pruebas y, poco después, le notificaron que había sido escogido: “Haría yo la película”, repite con orgullo.
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No hubo tiempo de preparación ni entrenamieneto previo a las grabaciones. “Todo fue muy rápido; no te dan el guion antes. Una vez en el estudio; se busca todo ahí mismo: los matices, los colores de la voz… siempre con la ayuda de un director que tienes al lado”.
En realidad, Rone, de cierta forma, había estado preparándose toda la vida. “Es un personaje con el que siempre, desde la primaria, yo bromeaba; lo imitaba. Toda mi vida, en la escuela de arte, antes en la secundaria también”.
De recordárselo se han encargado viejos amigos. “¡Yo no me acordaba! Justamente me escribe alguien de mi primaria: ‘Rone, ¡con lo que tú imitabas a Sebastián! Un amigo de la ENA [Escuela Nacional de Arte] también me lo dijo, porque bromeábamos mucho con eso”.
Solo que esta vez era en serio. “Sentí una gran responsabilidad porque es un personaje mítico de Disney. Tenía la presión de hacerlo y hacerlo bien. A la vez, siento mucha alegría y mucho placer por tener la oportunidad”, dice quien, además, nunca había hecho doblaje, y vino a romper el hielo con un personaje de fama mundial que, además, canta.
“Nunca antes había estado en un estudio de doblaje; pero me encantó la experiencia, y repetiría encantado. Es difícil; pero me gusta. Me gusta mucho”, asegura.
El español del cangrejo no es castizo ni neutro. El acento cubano no fue suprimido. Nadie le pidió que diluyera su marca original en la pronunciación. Al contrario. “Cuando llegué al casting, me pedían que aspirara más las s, que lo hiciera más cubano. Querían que me apegara a mi acento”.
Al cantar, Rone se exigía mucho más. “Es una parte difícil en el sentido de que hay que ser lo más preciso posible. Siempre digo que un micrófono es a la voz lo que una cámara para la imagen: se nota todo”.
El actor de 31 años está contento con el resultado, y con las reacciones del público, también el cubano. “Mucha gente me ha escrito. Me dicen que les recuerda mucho el Sebastián de su infancia, el de la película animada. De Cuba he recibido un montón de mensajes; amigos que agradecen; que se sienten orgullosos porque haya logrado esto con Disney”.
Rone lleva “con calma” su nueva publicidad, y agradece la generosidad de los agasajos. “Me hace feliz, con el trabajo terminado, recibir lo que he recibido de la gente; al final para eso lo haces… De momento ha habido un aluvión de gente escribiéndome, de entrevistas. Suelo contestarle a todo el mundo”.
Hace casi treinta y cinco años, cuando se estrenó el clásico de Disney, no existía la mensajería de voz y los dispositivos para comunicarnos no cabían en un bolsillo como ahora. Hoy hay quien fantasea con recibir un audio de su personaje favorito por WhatsApp; y es algo posible. “Para mi amiga, por favor, que es fanática de Sebastián”, le suplican al actor que se meta de nuevo, solo por un instante, “en la piel” del crustáceo.
Una de las seguidoras más fieles del personaje de Rone ha resultado ser su hija de un año y medio. “Cuando le pones las canciones, se pone a bailar, da vueltas, reconoce mi voz y eso me hace muy feliz. Sobre todo para ella es este trabajo”.
En Cuba Reinoso hizo radio, televisión (Zoológico, De amores y esperanzas, Fraude, Latidos compartidos…), cine (El techo, Regreso a Ítaca) y teatro (Los cuentos del Decamerón, El jardín de los cerezos, Nuestra señora de las nubes, etc). En las tablas es donde prefiere trabajar. Durante un año y medio, en España, actuó en Tina, el musical, dedicado a la reina del rock, fallecida días atrás. En preferencia, al teatro le sigue el plató.
“Me encanta hacer cine; pero es una oportunidad que no suele darse muy seguido”. No se descarta que la participación en el famoso live action lo catapulte a otras empresas de igual envergadura para la pantalla grande.
Ya supimos que los cangrejos, salvo Sebastián, no; ¿pero le gusta el mar? “Me encanta, y lo extraño mucho —responde desde la capital española, a 300 kilómetros de la costa más cercana. Cuando tengo algún momento libre, que son pocos, si puedo ir a otro lugar y ver mar, lo hago”.