Para alguien acostumbrado a las cámaras y a confrontar al público, no vale el miedo escénico, pero la noche del estreno en Moscú de la película Sergio y Serguéi, su protagonista Héctor Noas estaba visiblemente nervioso. “Tengo mucho miedo, pánico a enfrentarme al público ruso”, nos había comentado poco antes.
No era para menos. Su personaje de un cosmonauta ruso en el filme, hablando en un idioma que no conocía y que tuvo que aprender durante meses, no le parecía lo suficientemente convincente ante un auditorio que distinguía fácilmente entre el sonido de una ‘sh’ y una ‘sch’, por ejemplo.
“Estrenar en Rusia era como ir a bailar a casa del trompo”, escribió ese día en un correo el artífice de todo ese atrevimiento, el director y guionista Ernesto Daranas, no solo por el idioma sino por el propio tema relacionado con la conquista del cosmos.
Un viejo sueño
Que Sergio y Serguéi llegaran a Moscú era un sueño de los realizadores desde el propio guion, pero hasta ahora no se habían dado las condiciones. “La gran sorpresa en el recorrido de la película ha sido esta invitación. Después de un año de estrenada, no habíamos tenido ocasión de mostrarla al público ruso”, cuenta Héctor.
Gracias al Festival Golden Unicorn, donde el filme obtuvo el primer premio a una cinta extranjera sobre tema ruso, finalmente aterrizaron en Moscú.
Las dudas empezaron a disiparse a medida que el público en sala oscura comenzó a reaccionar ante los momentos cómicos o emotivos, como si en vez de estar en el cine moscovita Oktiabr de la calle Novy Arbat, estuvieran en el Yara habanero de L y 23.
Al terminar la proyección, muchos se dirigieron a Héctor en ruso, sin esperar por traductor alguno, y la sorpresa era mayor cuando comprobaban que el actor no comprendía el idioma.
“Me han hecho los mayores elogios de toda mi carrera”, se asombró Noas.
Mientras una muchacha confesaba que en sus ojos azules había visto lo mejor del alma rusa, otros espectadores se declararon conmovidos por la sensación de agradecimiento a la URSS a pesar de los desencuentros, o impactados por La Habana dura y hermosa que acababan de descubrir.
“Yo filmo para la gente, y el cubano y el ruso son los dos públicos naturales de esta película. Por eso ha sido tan emotivo ver a los rusos llorar, reír y pensar un poco con ella”, aseguró Daranas desde La Habana.
Serguéi en órbita
Por una feliz coincidencia, por estos mismos días en que un Serguéi caribeño hablaba para los rusos desde la estación orbital Mir, 39 años atrás Arnaldo Tamayo se convertía en el primer cubano en volar al cosmos.
Esta película, aunque pura ficción, está inspirada en la historia real del cosmonauta soviético Serguéi Krikaliov, quien pasó casi 11 meses en órbita durante el colapso de la Unión Soviética.
“Yo no me centré nunca en él como referencia, porque físicamente no tenemos nada que ver, sino que traté de hacer un personaje que resumiera un poco los soviéticos que había conocido”, revela Noas.
Sobre las motivaciones para contar una historia a primera vista lejana del resto de su filmografía, explica Daranas: “El colapso de la URSS fue la debacle de un tipo de socialismo que, en muchas partes, se ha demostrado ineficiente y ha afectado la vida de millones de mujeres y hombres que se han entregado honestamente a esa causa. Cuando descubrí a Krikaliov –un prisionero de la Mir y de la historia mientras la URSS se desintegraba– me pareció que era una síntesis de todo eso”.
No fue posible esta vez que Krikaliov asistiera a las proyecciones, pero los realizadores no pierden las esperanzas de que la película llegue hasta él y Héctor confiesa que le habría gustado conocerlo.
“Lo primero que le diría es: discúlpeme por el atrevimiento de intentar reflejar la imagen de lo que fue, un gran hombre y un gran profesional. Gracias a lo que hizo, la Mir se mantuvo durante 10 años más en el programa espacial, y estoy orgulloso de haber ayudado a que muchas personas más se acercaran a su historia“, asegura el actor.
Náufragos de las circunstancias
Como toda buena obra de arte, Sergio y Serguéi consigue llegar más allá de la anécdota.
“Yo solo quería contar una historia sencilla sobre gente sencilla, una especie de parábola que nos permitiera tomar un poco de distancia sobre lo que somos, y ha resultado muy bonito constatar el valor que los rusos confieren a eso como vía para reflexionar sobre sus propias vidas”, reflexiona Daranas.
“Serguéi y Sergio son dos náufragos de sus circunstancias; dos hombres sencillos unidos por sus sueños, por la historia y por sus equipos de radio”, dice.
En eso coincide Noas, al expresar que el filme relata “cómo las personas pueden ser amigas en distintas circunstancias e ideologías”, en referencia al tercer personaje de la cinta, un radioaficionado estadounidense que entabla amistad con Sergio y a través de él, con Serguéi.
Pero, más allá del pasado, la película se refiere al presente y futuro.
“Se hizo en un momento esperanzador para Cuba, cuando parecía que habría una normalización de relaciones con EEUU”, dice Noas.
“Esperanzadora“ era un adjetivo que se repetía a la salida de la sala oscura en Moscú, sin importar las distancias o procedencia de ese público. La explicación puede estar en las palabras del propio Héctor Noas sobre el sentido de un filme que, en su opinión, “va a las esencias del ser humano, e intenta unir en lugar de dividir”.