La Habana Vieja es una ciudad curiosa. Para ser una de nuestras más antiguas villas su vitalidad sigue sorprendiéndonos. Cada abril hace alarde de su plasticidad, frescura, ritmo, encanto…
Sus callejuelas no dejan de moverse: acogen por decimoctava vez la fiesta de la cinética. Un homenaje al delicioso vicio, a la ciudad “de la maldita circunstancia del agua por todas partes”, a la danza.
Cinco días para apartarse de los grandes escenarios, las luminarias de avanzadas, los ya no tan perfectos tabloncillos y los protocolares vestuarios. Volver a la más antigua tradición, a lo popular, a la autenticidad de un baile callejero sin miedos a que lo cotidiano se mezcle con lo “culto”.
La compañía Danza Teatro Retazos, la Oficina del Historiador de la Ciudad y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas abrieron paso a Habana Vieja: Ciudad en Movimiento, contexto de confluencia para un amplio espectro de tendencias y manifestaciones artísticas,
conciertos, exposiciones, videoartes y performances.
El evento logró reunir cerca de 1 200 partipantes de 18 países con una fuerte presencia de compañías latinoamericanas. “El Callejero” (como llamamos con cierta complicidad al Diario del Festival), joven ávido de conocimiento, no deja espacio a la paralización, al estancamiento. Alienta constantemente a sus seguidores al desarrollo profesional y los acompaña por sus talleres, encuentros y clases magistrales, plataformas propicias para el intercambio de experiencias desde varias latitudes.
Las tradicionales calles de la antigua villa de San Cristóbal, sus plazas, patios, casas, rincones insospechados se dejan invadir por la más auténtica danza.
Diseño, historia y arquitectura se mezclan con movimientos inesperados, música y silencio, vibraciones o quietud. Esta combinación infalible que propone la nueva edición del Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos que concluye mañana, demanda que todo caminante se haga partícipe.
Habana Vieja: Ciudad en Movimiento se supera en cada edición, cada año aúna más bailarines y público, logra mayor confabulación entre artistas y transeúntes. El patrimonio arquitectónico y cultural del Centro Histórico capitalino se resignifica, hace de esta cita una
verdadera fiesta de las artes en la calle. Un canto desde sus protagonistas a todo tipo de mestizaje.