El primer bailarín del Ballet de Washington Brooklyn Mack tiene ímpetu atleta, tal vez porque le fascina el fútbol americano desde niño y algo del jugador que se vanagloria de haber sido el mejor de su vecindario en Elgin, Carolina del Sur, brota en escenario. Sin embargo, el lirismo del príncipe Sigfrido de El lago de los cisnes le robó el corazón. Curiosamente, el deseo infantil de convertirse en futbolista lo condujo al ballet, pese a los prejuicios del medio social.
“Cuando creces en Carolina del Sur siempre oyes decir que el ballet es para chicas o para gays, pero una vez escuché comentar que muchos jugadores de fútbol americano profesionales tomaban clases y al poco tiempo vi una gala con bailarines de nivel mundial increíble, eso cambió mi percepción. Al verlos hacer tantas cosas maravillosas, pensé que algún atractivo fuerte tendría para que profesionales del fútbol decidieran practicar ballet, y en ese momento vi una oportunidad en mi mente, fui a casa y le propuse a mi madre un trato”, relató el artista proclamado por la revista norteamericana Dance Magazine en 2012 como uno de los 25 bailarines del mundo a admirar.
“Si ella me llevaba a las pruebas de fútbol yo iba a tomar clases de ballet, y entonces mamá se dio cuenta de lo serio que yo estaba tomando el fútbol porque en nuestro barrio los niños no dicen: quiero tomar clases de ballet”, comentó.
Por suerte, la madre aceptó el trato, comenzó a llevarlo a algunas lecciones y el arte hizo lo suyo, ahora al hijo le gusta tanto bailar que no sabe si tendrá suficiente tiempo para danzar todos sus sueños.
“El ballet se convirtió más y más en una parte de mi vida y de pronto estaba atrapado y no pude escapar, porque tiene una forma para enamorarte y me hizo feliz”, sostiene convencido.
Al primer bailarín de Washington le encantaría bailar otras coreografías de Jiri Kylian, piezas William Forshythe y Kenneth Macmillan, especialmente de este último Manon y, sobre todo, la versión de Romeo y Julieta constituye en el presente una añoranza.
Según Mack, la semana pasada cumplió uno de sus sueños, al danzar Petit mort de Kilian, y también bailó por primera vez en Puerto Rico en una gala internacional donde compartió escenario con dos cubanas. Junto a la bailarina independiente Adiarys Almeida interpretó el pas de deux de Don Quijote y con la primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC) Viengsay Valdés hizo el pas de deux del tercer acto de El lago de los cisnes, conocido como El cisne negro.
“Esa fue una gran experiencia y mi primera vez en escena con Viengsay, quien me enseñó una versión diferente de la obra que al final funcionó de maravillas, el público la recibió muy bien”, relató.
De acuerdo con Mack, hace un año Alicia Alonso lo vio bailar en una gala en Sudáfrica en honor a ella y luego de la función lo invitó al 24 Festival Internacional de Ballet de la Habana. Aquí apostará por dos piezas de bravura técnica como los pas de deux Don Quijote; este 31 de octubre en el Teatro Karl Marx, y Diana y Acteón; el 2 de noviembre en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, ambos junto a Valdés.
Sin embargo, el joven aclara que ama todos los estilos de la danza, incluido el breack dance, y le agradan los roles dramáticos en los clásicos.
De Cuba a quien primero conoció fue a Carlos Acosta mediante un video, cuando llevaba apenas un año de estudio.
“Los bailarines cubanos son muy talentosos y famosos, los he visto en muchas galas internacionales, pero mi gran ídolo personal es Carlos Acosta, desde que lo vi actuar me dije: tengo que ir a Cuba para verlo en vivo, y nunca se me dio la oportunidad de venir hasta este momento”, precisó.
Desafortunadamente, la también primera figura del Royal Ballet de Londres no participa en la edición 24 del Festival, durante la cual Mack disfruta no solo de clases y ensayos en un entorno nuevo sino del clima tropical del archipiélago caribeño, con una temperatura por estos días que califica de ideal.
“Con este clima, siento una ligereza en el cuerpo, la brisa llega a mí como si ángeles me soplaran al cuello, además, disfruto viajar por el mundo porque me permite ver los diferentes estilos y métodos de las compañías, eso siempre es una experiencia maravillosa”, afirmó.
Actualmente, el joven estadounidense apenas tiene tiempo de atender el fútbol, mira los partidos por televisión, pero dedica su corazón a la danza pues ve en ella una profesión integradora.
“La danza requiere una disciplina tan fuerte que involucra cada miembro del cuerpo, desde los dedos de los pies hasta la mente, tienes que ser inteligente cuando quieres expresar un sentimiento y para todo debes usar tu alma, cuerpo y mente, un todo incluido con el fin de crear algo muy bello”, aseveró el ganador de la medalla de plata en el Concurso Internacional de Ballet de Jackson, Mississippi (2006), en Estados Unidos, la misma presea en el de Helsinski (2009), Finlandia, y la de bronce junto al Premio Maris Liepa en el certamen internacional de Corea, en 2011, entre otros lauros.
“De todo lo que he podido hacer en la vida, bailar es la actividad más gratificante”, declaró tras concluir el primer ensayo en Cuba.