Luego de varias jornadas de diálogo entre distintos estilos actuales en La Habana, se despide el XX Encuentro Internacional de Academias de Ballet
Adentrarse en la Escuela Nacional de Ballet (ENB) por estos días es encontrarse con un espacio diferente. Conviven las mismas paredes, idénticos se miran los espejos; pero se respira un ambiente de intercambio, prevalece una suerte de fusión de tendencias, facilitada por el XX Encuentro Internacional de Academias de Ballet que ya termina.
La agenda de la cita, que concluyó este sábado y está organizada por el Centro Nacional de Escuelas de Arte y la ENB, contiene clases magistrales sobre la Metodología de la Preparación Física, la Enseñanza de la academia cubana de ballet, además de composición, teatro infantil y coreografía, entre otras.
Las novedades de este año fueron los talleres de Crítica Danzaria, “muy bien acogidos” en palabras de la profesora cubana de la ENB, Marta Vera Álvarez. Además, se estrenó el taller Diseñando la danza junto a los nuevos medios audiovisuales, así como el Concurso para jóvenes críticos de arte.
Por primera vez, se permitió la participación de niños en el concurso internacional que se desarrolla de modo paralelo al programa académico. Vera Álvarez refiere que se presentaron 39 participantes en esta categoría y en la primera vuelta quedaron 16, lo que demuestra el rigor del certamen.
Más de 500 bailarines llegaron de 14 países con ansias de aprender y mostrar su talento y técnica; muchos tienen el sueño de quedarse a estudiar en la Isla, otros se contentan con el solo diálogo que se produce.
Esta edición- que rindió homenaje al fundador de la escuela cubana Fernando Alonso, recientemente fallecido- “ha tenido muchísima participación, es una de las que más academias han venido a pesar de la coincidencia con un concurso en Nueva York”, comenta Vera Álvarez.
Así, México es el país extranjero con mayor cantidad de asistentes; de igual modo, Argentina y Estados Unidos aumentaron considerablemente el número de participantes. También estuvieron representados Sudáfrica, con una pareja invitada especial, Brasil, Bolivia, República Dominicana, Colombia, Ecuador, Italia, Guatemala, Perú, y Venezuela.
Según Vera, resulta notable el hecho de que “siempre vienen bailarines sin ninguna academia que los represente, porque para ellos es trascendental portar un diploma de la escuela cubana de ballet que les sirve de aval en el mundo entero”.
La mayoría de los 86 padres acompañantes que han venido están interesados en que sus hijos cursen estudios aquí y terminen su formación completa, “lo que muestra cuán codiciado es en el mundo salir graduado del colegio o al menos tener contacto con nuestros formadores”, agrega la educadora de la ENB.
Esto lo reafirma Carla Peralta, madre mexicana que llegó por primera vez al encuentro y lo considera “muy enriquecedor, sobre todo para las niñas, por la intensidad del curso. Nosotros nos hemos formado con el ballet de Cuba- el mejor, a mi juicio- los maestros de nuestras hijas allá en México son cubanos, su técnica es inigualable”.
El bailarín mexicano Bardo Cardona concuerda en ello: “el nivel de aquí es único, hay que vivirlo para entenderlo. Es muy provechosa la integración de conocimientos, podemos combinar las sutilezas de las distintas técnicas para mejorar el estilo”.
No solo los alumnos se acercan a compartir, de Santiago de los Caballeros, en República Dominicana, vino Arpa Rodríguez, maestra que asiste desde el 2000. “He tenido la oportunidad de estar acá 9 veces y eso ha servido para cambiar la panorámica de ver y hacer la danza en mi país. Venimos aquí porque es la manera de enseñar a las niñas allá, por supuesto que nosotros no tenemos todo lo que puede lograr Cuba como nación, pero se lucha por ponerse al nivel”.
Pero este encuentro no beneficia únicamente a los invitados, la Isla lo recibe como una oportunidad de ampliar los horizontes danzarios, pues reconoce que de disímiles maneras se consigue un ballet saludable. La formadora cubana Laura Camaraza estima que lo mejor es la mixtura de experiencias, “aprendemos unos de otros”.
Aún quedan aspectos que mejorar, la estudiante mexicana Georgina Soria Robledo, piensa que “no hay muy buena organización en los horarios”; mientras que Cardona cree que debería aumentar la práctica para llevar las enseñanzas a escena. No obstante, en cada edición se tratará de revertir tales fallos “para que las condiciones sean las mejores posibles y la convocatoria siga con éxito”, comentó la profesora Vera Álvarez.
De esta forma, reflexionando en lo que hay que mejorar, el telón del XX Encuentro Internacional de Academias de Ballet desciende sobre un sinfín de experiencias acumuladas, que se proyectarán en el futuro.
Por Carolina Rodríguez Castellanos
Fotos: Daniel Castellanos Curí