El espacio de la novela cubana sigue siendo, a pesar de los pesares, uno de los preferidos por el público en la programación de la pequeña pantalla que ofrece la televisión nacional y se mantienen al tanto de cuanto ocurre en esta, ya sea de manera directa o en boca de quienes se mantienen fieles cada noche.
En esta ocasión ha sido El rostro de los días la causante del revuelo entre los cubanos, debido a la polémica de los temas que aborda, donde la maternidad resulta el hilo conductor para mostrar varias aristas de nuestra sociedad.
Conflictos que giran alrededor de un ideal hogar materno abordan la violencia de género, el machismo, abuso de menores, embarazo precoz, entre otros tópicos que no siempre encontramos en los dramatizados de la Isla, aún menos en planos estelares como la telenovela.
En el caso de una obra “de ficción, seriada, o de continuidad obedece a las ancestrales leyes de la dramaturgia; tiene un planteamiento, un nudo y un desenlace, o muchos, de acuerdo a la historia que quieras contar, historias de seres humanos ante problemas, adversidades y metas”, comenta a OnCuba la directora de El rostro… Nohemí Cartaya.
“Debes crear un universo verosímil que te permita desarrollar a tus personajes y sus conflictos atrapando el interés del espectador. La relación de la ficción con la realidad está dada en lo verosímil que resultan los conflictos y la manera de abordarlos”, añade la realizadora.
Cartaya pone como ejemplo un caso ajeno al contexto cubano, para mostrar su idea: “Hace poco el mundo entero tuvo un ejemplo impresionante de verosimilitud en una historia aparentemente fantástica, en Juego de Tronos, con o sin dragones se contó una historia sobre la naturaleza humana y los conflictos de la contemporaneidad que hicieron pensar y reflexionar al espectador sin perder los elementos de una historia muy bien contada y realizada”, nos explica.
“Más allá de gustos estéticos y criterios personales estamos hablando de una telenovela, no una serie o una película ni un documental. Es un género que tiene características específicas y a veces hasta los especialistas del medio pasan por alto este detalle esencial”, precisa Lezvy Samper, actriz que interpreta el personaje de Irma en El rostro de los días.
A fin de cuentas, situaciones más improbables e historias sacadas de cualquier escenario lejos de la realidad vemos en propuestas novelescas de otros países desde hace años, sin que los espectadores emitan criterios más allá de “esas cosas solo pasan en las telenovelas”.
“Los cubanos somos hipercríticos con el producto nacional y quieren que refleje la cruda realidad, sin embargo, en la novela brasileña, por ejemplo, aceptan cualquier dosis de fantasía o algún pasaje que los lleve lejos de su vida cotidiana”, comenta Samper.
“Si estás contando una historia imaginada por un escritor… estás contado una historia de ficción, debe ser verosímil (e insisto en el término) no puede ser real, en tanto no estás documentando sino ficcionando, la habilidad que tengas para contar esa historia será la que haga que el público la reciba y con ella los mensajes que transmites”.
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Quizás ese sea el lado flaco no solo de El rostro… sino de la mayoría de las novelas del país. No es el producto, sino cómo lo “vendes”, la manera en que las personas digan que quizás “la vida” no pasa así en realidad, pero no deja de contarse sucesos reales por estar mejor o peor narrada en escena.
Buscar complacer a la mayor cantidad de gente posible resulta lo idóneo en cualquier producto audiovisual, y el caso de la actual entrega, varias fueron las problemáticas recreadas, aunque no siempre contaron con la aprobación de la audiencia.
“Sabíamos que muchos temas iban a ser polémicos y necesarios de abordar, pero nunca imaginé la fuerza con que calarían. La maternidad y la paternidad como responsabilidad y compromiso es un tema necesario, es preciso reconocer el amor incondicional de los que nos dan la vida y agradecerles el sacrificio diario a veces dado por sentado y no suficientemente valorado”, comenta Cartaya.
En una entrevista anterior la directora se refirió que con El rostro… “nosotros no hacemos periodismo”, algo que muchos aun no entienden al sentarse a ver una obra de ficción ante la pequeña pantalla.
El cubano fiel a las telenovelas se divide hoy día básicamente en quienes prefieren ver a la Cuba real y aquellos que abogan por no ver reflejados los conflictos del país, pues a fin de cuentas dicho producto es para el esparcimiento y el sosiego. ¿Quién tiene la razón?
Personajes más humanos hacen falta, mejores guiones y actuaciones más creíbles también es necesario para que lo proyectado no parezca un cuento de hadas mal contado que provoque además rechazo en el espectador. No es el caso de El rostro de los días, pero estamos consciente que, en la telenovela nacional, como en “la viña del señor”, hemos visto de todo.
La psicóloga Dachelys Moreno en entrevista con OnCuba señalaba que lo más factible sería mostrar mensajes más acabados a los conflictos que se muestran: “la cuestión no está en mostrar el conflicto, sino en cómo problematizarlo”, señaló en aquel entonces.
Se precisa de una mejor asesoría a la hora de abordar en las telenovelas temáticas de género, machismo, feminismo, las diferencias sociales, el racismo y demás temas polémicos en nuestra sociedad; se pueden tratar dichos aspectos desde la ficción, pero con una mirada más objetiva, el público siempre buscará sentirse identificado en los personajes que se construyen.
De ahí que muchos hayan empatizado con Lía, la adolescente que fue violada por su padrastro, este conflicto en la novela causó un intenso debate entre los espectadores.
“La violencia de género, ya sea física o psicológica, es tema para insistir en no permitir esas conductas y rebelarse ante ellas… y por supuesto, el abuso de menores, un crimen silencioso que es perentorio, sea expuesto para ser condenado”, comenta la directora de El rostro de los días.
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No han sido pocas las polémicas asociadas a este conflicto, que van desde las reacciones en redes sociales de miles de personas, especialistas en estos asuntos y público en general, llegando a provocar incluso ciertas manifestaciones de rechazo hacia el personaje de René (Machi), interpretado por el actor Roberto Espinosa, manifestado en reacciones de odio hacia el actor/personaje, un vínculo a veces olvidado por quienes a estas alturas no saben desligar la ficción de la realidad.
Su pareja en escena, asumida por la actriz Lezvy Samper, es también tema de discusión, por su rol como madre de la afectada: “Irma es una mujer noble como muchas, con la misma necesidad de amar y ser amada. Tal vez no supo captar las señales de alerta y confía plenamente en René que es un manipulador, pero no es una mala madre”, nos dice la actriz.
“Aparentemente —añade— parece un personaje sin grandes complejidades, pero tenía que ser cuidadosa y buscar un equilibrio pues si me pasaba un poco podía ser un personaje negativo y si me iba al otro extremo, demasiado ingenua, y tenía que ser creíble. Tuve que controlar todos mis demonios y llamarme a capítulo y entender y defender a esta mujer para poder interpretarla. Desde el primer momento supe que me ganaría el odio del público, pero ha sido sorprendente lo que está sucediendo con esta trama”.
Asimismo, muchos han aplaudido que casos como estos salgan a la luz en un programa como la telenovela, criterios no por positivos, exentos de críticas en aras de que en el futuro salgan propuestas más sólidas.
En ese sentido, el ámbito de las redes sociales ha sido fundamental y debiera considerarse más dicho ámbito de debate y socialización en el momento actual en el que se transmite, a la hora de concebir una propuesta más cercana a los intereses de los telespectadores, quienes siempre tienen la última palabra para saber el éxito real del producto que se exhibe.
“La interacción con las redes sociales es muy enriquecedora y extiende la obra más allá de la puesta en pantalla, (…) el fenómeno es abarcador y da al público voz en cuanto a qué quiere, qué le gusta y qué espera en este tipo de espacio, creo que hemos sido privilegiados también por esta circunstancia y nos enriquece y nos hace tener una mirada más abarcadora”, comenta Cartaya.
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Por su parte, Samper precisa que “es importante tocar estos temas, son situaciones que ocurren constantemente y existen cifras que lo demuestran. El abuso sexual mucha vez queda en el silencio e incluso las mismas familias lo ocultan por vergüenza o por cuidar de las apariencias, y las victimas muy pocas veces denuncian y arrastran con estos traumas toda su vida. Es necesario mostrarlo por crudo que sea”.
“Lo que ha hecho la telenovela es que nos ha dicho a todos a la misma hora: siéntense y miren esta realidad que puede pasar, que está pasando, que es posible”, apunta Dachelys Valdés, un acierto que no podemos negar.
Incluso, señala por su parte Samper: “A raíz de la novela muchas personas han manifestado que esas cosas en Cuba no ocurren, señal que sigue siento tabú y aún queda mucho por aprender en cuanto a estas problemáticas”.
Ahora bien, si el tema del abuso de menores fue tratado de manera eficaz en El rostro de los días, ¿Por qué no así otras cuestiones igual de necesarias como la violencia de género, la homosexualidad, entre otros casi nunca bien ponderados en estos dramatizados?
La más reciente propuesta de Nohemí Cartaya nos enseña que se pueden tocar temas complejos de la sociedad cubana, incluso más de uno en un mismo espacio, los especialistas existen, también buenos guionistas y directores, solo hace falta unirlos a todos en una obra común, algo que parece una quimera y no una realidad factible por lo visto hasta el momento, aunque a veces los astros se alinean y podemos ver representados varios rostros de nuestros días.