Conserva la elegancia física y moral de otra época. Los bailadores de entonces recuerdan la audacia de sus letras y arreglos musicales. Reinó en eel cabaret Tropicana, en los cerros venezolanos y en Canadá. Senén Suárez, el autor de Soy campesino y Reina rumba, aceptó contarme sobre su participación en una de las más trascendentes etapas de la música cubana.
“Yo soy de Manguito, un pueblito de Matanzas. Nací el 30 de julio de 1922. A los ocho años empecé a tocar el tres y la guitarra. Mi primera orquesta fue una de mi pueblo, la de los Hermanos Valladares. Gracias a ellos toqué con Dámaso Pérez Prado cuando aún no era el Rey del mambo.
Llegué a La Habana en 1940. En el barrio Atarés conocí a Luisito Plá, quien para entonces ya tenía al cuarteto Luis Plá y sus guaracheros, con ellos comenzó a consolidarse mi carrera musical. Más tarde trabajé en el quinteto de Celso Vega. Juntos grabamos varios discos y tocábamos en la emisora RHC Cadena Azul y en el Casino Nacional. Después entró Ñico Saquito y se llamó Los guaracheros de Oriente.
Temporada Tropicana
Cuando el grupo se fue para Venezuela, Senén y Orlando Vallejo se quedaron e integraron el elenco de Tropicana, al que más tarde se sumaron Bebo Valdés y Rubén González en el piano: “Preparábamos una tanda de 45 minutos cada día. ¡En los últimos cinco hacíamos una descarga riquísima!”, rememora Senén.
En el año 1951 viaja a Venezuela. Triunfó en Maracaibo y su regreso a Tropicana lo hace con su propio conjunto del que Laíto Sureda era el cantante: “Solo tocábamos boleros, guarachas, rumba y chachachá. La orquesta de Armando Romeu, que alternaba con nosotros, se encargaba de la música extranjera.”
Senén Suárez y su Combo
“Lo de Combo se lo debo a un locutor de Radio Progreso que quiso identificar mi quinteto con la manera en que denominaban a los pequeños y versátiles formatos de aquella época (finales de la década del 50). Con él tocamos en La red, donde también estaba La Lupe, aquella mulata que hizo bailar hasta a los menos acompasados. En esos night-club pedían lo mismo un son que un rock and roll, por eso amplié el formato y leagregué batería, tumbadora, piano, guitarra eléctrica y otro cantante. Era una época en la que muchos optaban por el jazz, pero nosotros preferíamos seguir a mi referente de entonces, Arsenio Rodríguez. Con el tiempo eso cambió.”
Después del triunfo de la Revolución, Senén y su grupo siguieron trabajando en La red y en el Salón Rojo del Capri: “Fue una época memorable. Gerardo Portillo Scull comenzó como cantante e hicimos una química perfecta. Llegamos a tener varios números de feeling muy populares, entre ellos Cántaro sentimental, de Martha Valdés”.
En 1967 participaron en la expo internacional de Canadá. La engañadora, de Enrique jorrín, fue uno de los temas más vitoreados por el público asistente: “De allí regresé con nuevas propuestas. Instrumenté varios temas de los Beatles entre ellos And I love her, Yesterday, Penny Lane…, que causaron sensación entre muchos cubanos y provocaron críticas de los extremistas de la época. Eran los Beatles disfrazados, fusionados con boleros y merengues.”
Entre compases
Cuando Senén Suárez opina sobre la música popular cubana se sabe juez y parte: “La armonía que se usa actualmente es un poco más abierta que la empleada hace 50 años. La percusión menor — güiro, maracas y bongoes— ha quedado en un segundo lugar. Sería bueno que los pianistas no abusaran de los teclados y evitaran los acordes sostenidos que aburren al público, eso hace que la gente se cuestione si disfruta del virtuosismo de un músico o de un equipo electrónico. Tampoco me gusta la extensión de algunos números musicales. El reconocido músico argentino Carlos Gardel se hizo famoso con discos de tres minutos”.
A los 64 años, con más de 100 números compuestos, Senén cambió el pentagrama por el periodismo: “El cansancio hizo que la musa de la composición cediera su espacio a otro sueño inconcluso. De entonces he publicado más de 200 artículos, casi todos en el sitio web de Cubarte. En ellos cuento mi experiencia en la música y mis relaciones con personalidades como Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Gonzalo Roig, Miguelito Valdés, Agustín Lara…
Sin embargo, confiesa que solo en las canciones encontró el asidero ideal para narrar sus mejores historias: “Los guaracheros somos los cronistas de la calle: un poco de la guapería, del machismo, del despecho…, de todo lo que forma parte de la identidad del cubano. Los salseros siempre mantendremos ese estilo. Lo mismo fusionando ritmos criollos que guasabeando el rock and roll.