Le acaban de conceder el Premio Nacional de Música 2015 y la noticia le sorprende preparando un concierto familiar. Guido López-Gavilán guiará este miércoles a la Sinfónica Nacional y a sus hijos Aldo e Ilmar, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional. Esa noche el autor de “Camerata en guaguancó” estrenará una de sus piezas más recientes “Poema con trova y son”, una obra que muestra sus inquietudes creativas más intensas.
López-Gavilán es un matancero que lleva esa cubanía y pasión por la música a cada sitio donde hace estancia. Sus huellas son notables en la pedagogía, la composición y ese trabajo de tantos años como presidente de la asociación de músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Guido pudo soñar alguna vez con el reconocimiento que un jurado facultado por el Instituto Cubano de la Música le otorgara. Cuando le llegó noticia del Premio Nacional de Música, pensó con humildad en que es un “incentivo para trabajar”, como confesó a OnCuba.
López-Gavilán explica que “recibir un premio de esta envergadura estimula y alegra, porque significa una valoración social hacia lo que has realizado a lo largo de tu vida”.
Su obra toma mucho del sincretismo, ¿será que Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla fueron ese primer referente para Guido?
Mi obra pretende reflejar lo cubano y desde luego, me nutro de todo lo que identifique nuestra nacionalidad. El sincretismo puede ser parte de ello, pues integra ese maravilloso ¨todo mezclado¨ del que nos hablaba Guillén.
Roldán y Caturla son referentes de lo cubano y los admiro profundamente, pero también hemos tenido otros compositores que en diferentes momentos han marcado nuestra música y que de un modo u otro están presentes en la que escribo.
La pedagogía ha ocupado buena parte de su tiempo, ¿son sus alumnos una manera de tenerlo apegado a ese pujante movimiento de compositores actuales? ¿Es la academia hoy ese laboratorio para también enseñar a crear?
Desde muy joven estoy ligado a la enseñanza. Siendo un adolescente me incorporé al Primer Contingente de Maestros Voluntarios que tuvo la finalidad de crear escuelas en aquellos lugares más apartados del país, donde prácticamente nadie sabía leer.
Poco tiempo después, aún siendo yo un estudiante de música, comencé a trabajar en el Conservatorio Amadeo Roldán y desde entonces he permanecido siempre ligado a la docencia. Puedo decir con toda sinceridad que es parte de mi vida.
Enseñando no solo transmitimos conocimientos y ayudamos a otros, sino también aprendemos y nos renovamos nosotros mismos. Saber que hemos contribuido en la formación de una persona o de un artista destacado produce una gran satisfacción.
La Camerata Música Eterna que usted lidera hizo un disco memorable de melodías del cancionero popular cubano que ha convertido en música clásica. Muchos intentan desligar ambos segmentos, ¿cómo los ve el Guido director de orquesta?
Hay quienes afirman que la música es una sola. Eso puede ser cierto, pero también es cierto que desde sus orígenes más remotos, la música tenía fines precisos: música para la guerra, para ritos religiosos, para trabajar, para descansar, para bailar, para divertirse, para meditar…
Eso hace pensar que la música en vez de ser una, es infinita y que todas las músicas son capaces de relacionarse entre sí.
Considero que hay muy pocos países con tan estrecha interrelación entre su llamada “música popular” y su llamada “música de concierto”, como la que tiene Cuba. Es prácticamente imposible nombrar algún compositor de concierto que no haya reflejado en alguna de sus obras nuestros géneros populares. Su interrelación enriquece a ambas vertientes.
Sus hijos llevan también esa herencia familiar del gen musical, es un buen momento para que nos hable de ellos.
Como fácilmente se puede suponer, mis hijos son un motivo de orgullo para mí, como también lo fueran para Teresita Junco. No solo son excelentes artistas, ganadores de concursos internacionales, sino son también excelentes padres y excelentes seres humanos (lo que por cierto, no es demasiado fácil de encontrar). Ya han obtenido importantes logros en sus carreras, pero se encuentran en plena fase ascendente. Continuamos esperando aún mucho más de ellos.
Muchos hablan hoy de una falta creatividad en géneros musicales que ganan cada vez más popularidad. ¿Habría algún modo de enriquecerlos desde su visión de compositor? ¿Tendrían soluciones igualmente para gustar a las masas?
En la actualidad tenemos excelentes músicos en los principales géneros. Nuestra música bailable de raíz sonera cuenta con magníficos artistas, lo mismo podría decirse de la salsa o la timba, o de la canción. Los jazzistas cubanos están considerados entre los mejores del mundo y si hablamos de la música folclórica de ascendencia africana o campesina… Creo que nadie tiene dudas de la calidad de nuestros músicos.
En el ámbito de la música de concierto ocurre algo similar; nunca antes hemos tenido tantas agrupaciones de música de cámara de tan alta calidad como ahora. Nuestros jóvenes compositores y solistas continuamente ganan becas y concursos en prestigiosos centros del mundo. Nuestros coros hacen cosechas de premios en exigentes eventos internacionales…
Sin embargo, llevamos años escuchando en centros de recreación, en transportes públicos, en festividades populares, en escuelas y círculos infantiles y también por los distintos medios de difusión una música que carece de valores artísticos, con textos groseros que promueven actitudes de menosprecio hacia la mujer y hacia la convivencia humana.
No creo que ello sea simplemente un asunto de gustos musicales; creo que es algo más profundo que debe analizarse desde el punto de vista social.
El concierto del próximo miércoles es uno de sus más inmediatos proyectos.
Es precisamente un concierto familiar en el que estaremos, mis hijos Ilmar y Aldo, y Daiana García, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional. Será a las 8:30 de la noche, en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional. Allí Ilmar tocará el “Concierto para violín”, de Jean Sibelius, que es uno de los de mayor envergadura en la literatura violinística. También tocaremos dos obras de Aldo: “Eclipse” y “Viernes de Ciudad”.
Les adelanto también que algunos discos nuestros ya están concluidos, esperando su fabricación. Y el trabajo en la UNEAC, siempre activo, generando actividades y eventos.
https://www.youtube.com/watch?v=n5SSnal7gR4
El Guayaboso, de Guido López-Gavilán, interpretado por el coro Tesoro High School Madrigals y dirigido por Keith Hancock.