Cinco años han transcurrido desde que aquel domingo 22 de enero despertáramos con la noticia de la muerte de Amadito del Pino (Tamarindo, 25 de febrero de 1960-Madrid, 22 de enero de 2017) en Madrid. Aunque su enfermedad ya era conocida, sus amigos teníamos la esperanza de que podría vencerla y hasta reírse de ella con una de sus contagiosas carcajadas.
La última vez que lo vimos fue también en una reunión de amigos en el Museo Napoleónico en La Habana, donde se presentaba un libro sobre Leonardo Padura (Los rostros de Padura, obra y vida de un escritor, Ed. Extramuros, 2015). Allí, junto a su siempre Tania, compartimos un rato que ya se vislumbraba como despedida. Siete años después, Amadito vuelve a nosotros para recordarlo, esta vez junto a su revista Tablas, en un homenaje que la Biblioteca Nacional de Cuba “José Martí” le ha hecho a quien llevaba el teatro en las venas. Tan es así que, por esas misteriosas coincidencias de la vida, Amadito del Pino falleció el Día del Teatro Cubano, y nació el 25 de febrero de 1960, 130 años después de que Víctor Hugo estrenara en París su polémica obra Hernani.
La dramaturgia, la teatrología, la crítica teatral y el periodismo cultural conformaron su carrera, en la que también tuvo fugaces apariciones en la pantalla televisiva y cinematográfica, como aquella escena de la película Clandestinos, de Fernando Pérez, donde clamaba por un potaje de frijoles negros o, en otra, no menos memorable, cuando su personaje decide ir hasta el final con sus amigos Ernesto y Nereida.
El también editor regresó a La Habana el último sábado de enero de 2022 de la mano de quienes lo recordaron en el panel «Cuatro décadas con la revista Tablas y un lustro sin Amado del Pino», una de las acciones de Biblioteca Abierta, nuevo espacio que pretende recuperar el lugar de este tipo de institución en el imaginario social cubano. A su sede, en la Biblioteca Nacional, llegaron cientos de personas que descubrieron —algunos quizás por primera vez—, las salas y colecciones de este gran templo del conocimiento.
Pudiera parecer redundante el nombre del espacio, pero la idea no es convocar solo a investigadores, estudiantes y profesionales que tienen ya abiertas las puertas de la Biblioteca Nacional; se trata de acercar a las familias y a todos los grupos etarios a este sitio, tal vez sagrado para muchos. Esta pretensión se logró en la primera jornada del evento, una de las más frías del año, que atrajo a unas cuatrocientas personas de todas las edades. Pasillos, salas, galerías y teatros de la institución fueron testigos del ir y venir de los visitantes que, además de rendir tributo a la revista Tablas y a Amadito del Pino, pudieron participar de visitas dirigidas, encuentros culturales, torneos de scrabble, actividades infantiles, venta de libros, panel con las científicas a cargo de desarrollar las vacunas cubanas contra la COVID-19 y un concierto del coro Exaudi, como colofón de esta primera edición.
Como un libro abierto, la Biblioteca Nacional ganó nuevos usuarios, desde los más pequeños hasta los adultos, y anunció la próxima convocatoria para el último sábado de febrero. Para entonces habrá otros homenajes, nuevos amigos y pretextos para encontrarnos en este centenario recinto habanero.