Nacido en 1945 en Morón, Raúl Rivero fue sin dudas uno de los poetas más relevantes de su generación a partir de un libro primero, pero definitivo: Papel de hombre, que en 1969 obtuvo el premio David de Poesía, convocado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
Fue uno de los fundadores de El Caimán Barbudo, junto a Jesús Díaz, Guillermo Rodríguez Rivera, Wichy Nogueras y otros escritores noveles de los 60. Entre 1973 y 1976 fue corresponsal de la agencia Prensa Latina en Moscú.
Mas tarde, en los 90, al cabo de un proceso de distanciamiento, Rivero fundó la agencia de noticias independiente Cuba Press. En 2003 fue condenado a 20 años de cárcel en lo que se conoce como Primavera Negra, acusado por el gobierno de emprender actividades subversivas y difundir noticias falsas.
En noviembre de 2004 fue excarcelado por motivos de salud debido a una mediación española y se estableció en Madrid con su familia. Ese mismo año recibió el Premio Mundial de la Libertad de Prensa Unesco Guillermo Cano. Y en 2017 el Premio Ortega y Gasset. En el exilio, siguió desarrrollando su activismo y fue colaborador de El Mundo, El País, El Nuevo Herald y otros medios de prensa.
Publicó libros como Papel de hombre (1969), Poesía sobre la tierra (1972), Cierta poesía (1981), Poesía pública (1983), Escribo de memoria (1985), Firmado en La Habana (1996), Estudios de la naturaleza (1997), Puente de guitarra (2002), Recuerdos olvidados (2003), Sin pan y sin palabras (2003), Vidas y oficios. Los poemas de la cárcel (2006).
Buena parte de su poesía se compiló en la antología Orden de registro. Poesía 1969-2003 (Editorial Hispano Cubana, Madrid, 2003), con un prólogo de Guillermo Cabrera Infante.
Falleció de cáncer en Miami, donde residía.
Nuestras condolencias a su esposa y familiares.
Donde clamo por Ángela
Y te busqué por pueblos,
Y te busqué en las nubes.
José Martí.
Ángela, me dabas fiebre
me moría recorriendo tu cuerpo lleno de sobresaltos
y palabras inimaginables a tus catorce años.
Ángela, me hacían temblar tus piernas prodigiosas
tus senos con sabor a chocolate
duros
como marcando un precipicio por el que me hundía
increpado violentamente por tu demagógica inocencia.
Ángela, qué será de mí este sábado en que invento un rostro
te llamo por tus dos apellidos a lo largo del malecón
registro cines, parques
y no encuentro siquiera la sombra de tu sombra.
Ángela, cómo pasan los meses
cómo te me has ido desvaneciendo
el tiempo es un animal revolcándose en tu piel
rompiéndola.
No dejes que te acabe
regresa
vuelve a vivir conmigo,
Ángela, amor, hija de la gran puta,
vuelve a darme tu fiebre.
Intelectual valiente, mantuvo una posición vertical contra la dictadura cubana. Que descanse en paz.