“El primer poeta maldito” y dos poetas cubanos

La fascinación de dos cubanos por un finísimo y contradictorio escritor francés del siglo XV, condenado dos veces a la horca por asesinato, asiduo en tabernas y prostíbulos y conocido por participar en robos y escándalos.

Los poetas Eliseo Diego y Nicolás Guillén. Foto: Archivo familiar Diego-García Marruz.

Los poetas Eliseo Diego y Nicolás Guillén. Foto: Archivo familiar Diego-García Marruz.

François Villon1 fue uno de los poetas preferidos de mi padre, Eliseo Diego. En su extensa biblioteca de más de 4 mil ejemplares, se encuentra una biografía de Villon2 escrita por D. B. Wyndham Lewis, edición de 1928, con un erudito prefacio de Hilaire Belloc (también presente en la biblioteca), el gran escritor inglés, quien afirma, al inicio de su texto: “Villon seguirá considerándose en el futuro como una de las pocas cumbres incuestionables y permanentes de la literatura universal por la solidez de su escritura”.

Existe mucha información sobre la azarosa vida y deslumbrante obra del poeta francés. A mi padre siempre le interesó, perturbó y conmovió la historia de este finísimo y contradictorio escritor, condenado dos veces a la horca por asesinato (cometió uno, aunque logró librarse de ambas sentencias gracias a dos amnistías), que frecuentaba tabernas, prostíbulos, participaba en robos y escándalos y estuvo preso en varias ocasiones. Se conoce su fecha de nacimiento, primero de abril de 1431, pero en muchas de sus biografías se dice que falleció “después de 1463”, año en que fue deportado, definitivamente, de París. No se sabe, con exactitud, cuándo y cómo abandonó este mundo, pues nunca más se supo de él. Se cree que murió joven.

Mi padre, como muchos otros escritores y artistas a través de los años, quiso recordarlo y honrar su legado. También Nicolás Guillén sintió esa necesidad y le dedicó un bellísimo soneto de amor. Tanto mi padre (“¿En dónde están las nieves, dime…”) como Guillén, aluden a baladas de Villon en sus poemas. En el caso de Guillén, escoge la “Balada de las contradicciones”, y retoma, magistralmente, el juego poético de los sentimientos encontrados, iniciado por Villon cinco siglos atrás. Esta balada tiene una curiosa historia3

En una ocasión, el duque Carlos I de Orleans (París, 1394 – Amboise, 1465) —que fue un gran poeta, considerado por muchos críticos como “el padre de la poesía lírica francesa”— convocó un concurso de poesía en el entonces condado de Blois, con la condición de que los poemas que se presentaran debían referirse a un tema proporcionado por él: “Yo muero de sed junto a la fuente” (“Je meurs de soif auprès de la fontaine”). El duque escogió varios poemas de los participantes, uno de ellos de Villon, que se conoce como “Balada de las contradicciones”, o “Balada del concurso de Blois”. Según la Enciclopedia Británica que pude consultar, se dice que el duque “había incluido dos composiciones de Villon (…) en una compilación de sus propios poemas”, lo que explica que esa balada aparezca en muchas antologías bajo la firma de ambos autores, aunque fue Villon quien la escribió.

Mapa antiguo de Paris que aparece en la biografía de Villon escrita por D. B. Wyndham Lewis y perteneciente a la biblioteca de Eliseo Diego. Foto: Archivo familiar Diego-García Marruz.
Mapa antiguo de París que aparece en la biografía de Villon escrita por D. B. Wyndham Lewis y perteneciente a la biblioteca de Eliseo Diego. Foto: Archivo familiar Diego-García Marruz.

En la biografía de Wyndham Lewis, el autor ofrece una versión de los hechos algo diferente. El duque tenía la costumbre de acoger a poetas pobres y bohemios en su castillo y les pagaba un estipendio: “En su biblioteca, sus escribas trabajaban arduamente preparando antologías de sus poemas y de esos poetas. La conservación de un volumen de este tipo, donde se incluyeron dos piezas compuestas por Villon, ha ayudado a establecer el momento en que llegó [Villon al castillo]. Fue en el invierno de 1457. Poco después de su llegada, Villon supo del concurso”.

Copio debajo los poemas de Guillén, de mi padre y los dos de Villon. Además, unas imágenes del libro, que es, sin dudas, una excelente y amena biografía del trovador parisino, llamado por muchos investigadores literarios, “el primer poeta maldito”.

 

Soneto

Nicolás Guillén

Cerca de ti, ¿por qué tan lejos verte?

¿Por qué noche decir, si es mediodía?

Si arde mi piel, ¿por qué la tuya es fría?,

si digo vida yo, ¿por qué tú muerte?

 

Ay, ¿por qué este tenerte sin tenerte?

Este llanto ¿por qué, no la alegría?

¿Por qué de mi camino te desvía

quien me vence tal vez sin ser más fuerte?

 

Silencio. Nadie a mi dolor responde.

Tus labios callan y tu voz se esconde.

¿A quién decir lo que mi pecho siente?

 

A ti, François Villón, poeta triste,

lejana sombra que también supiste

lo que es morir de sed junto a la fuente.

 

En: Poemas de amor, Obra poética II, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1972. (Recomiendo escuchar la bella musicalización del poema de Guillén realizada por Amaury Pérez. Y las versiones de él y de Ana Belén.

François Villon

Eliseo Diego

 

¿En dónde están las nieves, dime,

las de aquel año en que escribías

tú de las nieves de otros años?

Pasan las nubes, qué sombrías.

 

Las reinas no sé dónde han ido

ni adónde el hambre que tenías:

pero las nieves de aquel año

caen en tus versos

—frías, frías.

 

En: A través de mi espejo. Ediciones Unión, La Habana, 1981.

 

Balada de las contradicciones

Traducción de Luis Gregorich

 

De sed muero junto a la fuente;

tirito de frío en medio del fuego;

extranjero me siento en mi patria;

y siento escalofríos junto al brasero.

Desnudo como un gusano, respetable parezco;

llorando río y sin esperanza espero;

me reconforto con el mal en la desgracia;

me regocijo y ningún placer siento;

soy un poderoso sin poder y sin fuerza:

bienamado por todos, negado por completo…

Lo evidente para todos es para mi turbio,

y seguro sólo todo lo que es incierto;

aparte de la certeza, de nada dudo;

y en cada accidente la ciencia encuentro.

Al cabo del día busco noche amable;

ganándolo todo, perdedor quedo.

Temo caer mientras yazgo acostado;

tengo mucho de lo que nada tengo.

Herencia espero, no soy pariente de nadie:

bienamado por todos, negado por completo…

De nada necesito, aunque aparente

buscar bienes (y ello no pretendo);

me irrita el que más dulcemente me habla,

y el que más me engaña es el más verdadero.

Considero amigo al que me haga comprender

que un cisne blanco es un cuervo negro.

Quien me lastima cree hacerme el mejor favor:

mentira y verdad, todo me es parejo;

todo lo retengo, nada sé concebir,

bienamado por todos, negado por completo…

Príncipe clemente, tal vez queráis saber

que mucho entiendo sin tener sentido ni saber;

soy faccioso y a toda ley me someto.

¿Cuál es mi mejor arte? Mis empeños vencer,

bienamado por todos, negado por completo.

 

Balada de las damas de antaño

François Villon

 

Decidme en qué comarca, decidme en dónde

encontrar a Flora, la beldad romana;

dónde Archipiada de la luz se esconde

y Thaís que fuera su prima hermana;

Eco condenada a repetir, lejana,

el cantar del agua, del monte el ruido,

que tan bella fue cuando lo quiso el hado;

mas las mismas nieves del año pasado

¿adónde se han ido?

 

Decid dónde Heloísa está, la tan juiciosa,

por quien fue castrado y enclaustrado luego

Abelardo el Sabio en Saint-Denis famosa:

pagó con tal pena su imprudente fuego.

¿Dónde aquella reina está, asimismo agrego,

quien a Buridán, que la hubo poseído,

quiso que arrojaran al Sena embolsado?

Mas las mismas nieves del año pasado

¿adónde se han ido?

 

La reina Blanca como flor de lis

que con falsa voz de sirena cantaba,

Berta la del gran pie, Beatriz, Alís,

Haremburgis que en todo el Maine reinaba,

y la lorenesa Juana, buena y brava,

que en Rouen quemara el Inglés forajido,

Virgen soberana ¿dónde se han guardado?

Mas las mismas nieves del año pasado

¿adónde se han ido?

 

No buscaréis, Príncipe, año ni semana

un oculto sitio al que hayan escapado

sin que mi estribillo cante en vuestro oído:

“Mas las mismas nieves del año pasado

¿a dónde se han ido?

 

Notas

1 Su verdadero nombre fue François de Montcorbier o François de Loges. Adoptó el apellido del canónigo que lo educó al morir su padre siendo él muy niño, Guillaume de Villon.

2 François Villon: a Documented Survey (The Literary Guild of America, New York, MCMXXVIII). Incluye la reproducción de un antiguo mapa de París de 1530, con una interesantísima explicación de los lugares relacionados con la vida de Villon. Comienza así: “Este mapa, realizado por G. Braun, es uno de los tres primeros mapas de París y el más hermoso”.

3 Quiero agradecer a mi amiga Stacy Pies, profesora de literatura en la New York University, por su valiosa ayuda en la búsqueda de datos importantes para la realización de este trabajo.

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