Michel Mirabal –quien nació en una ciudadela del barrio habanero Cayo Hueso– recuerda que de niño “sentía una gran picazón en las manos” que solo se le calmaba cuando comenzaba a dibujar; por eso, “mientras esperaba mi turno para batear en los improvisados juegos de pelota que se armaban en cualquier esquina, sacaba mi agendita y empezaba a garabatear”.
Cuenta que tal era su deseo de decir cosas que cuando tenía unos seis años, se negó a hablar durante unos tres meses y solo se comunicaba a través del dibujo: “me fascinó esa experiencia porque me daba la posibilidad de que la gente me entendiera a partir de los trazos que hacía”, dice con mezcla de orgullo y travesura.
El mundo de las artes visuales se abrió para él cuando aun siendo estudiante de diseño empezó a trabajar junto al maestro Omar Corrales, uno de los escenógrafos más reconocidos del Ballet Nacional de Cuba (BNC): “esa experiencia me levantó y fue el momento exacto en que comencé a diseñar y a pintar y a entender el claro-oscuro y el gran formato. Es un mundo paralelo en el que tuve la suerte de poder crecer, crear y realizar la obra”. Como curiosidad hay que destacar que aún hoy la escenografía de más de quince metros que se usa en las distintas puestas de la versión del emblemático ballet El Lago de Cisnes del BNC, es de la autoría de Michel Mirabal.
Pero, también su paso por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), fue decisivo para su formación. Allí se desempeñó como dibujante rápido que es aquel que tiene la responsabilidad de ir al lado del director, haciendo los croquis de lo que solicite este y, obviamente, es una especialidad que exige un entrenamiento riguroso del oficio de dibujar.
A inicios de su carrera Michel Mirabal creó un personaje que, durante un extenso período, fue su centro de atención: se trataba de una mano que podía tener pies y cabeza y que “iba por el mundo haciendo y deshaciendo al igual que los humanos, es decir, desbaratando, descomponiendo, amando y también matando”. Es una serie, asegura, que le trae “muy lindos recuerdos” y que dedicó a la madre de su primera hija. Luego llegaron las calles de la Habana y los interiores de los solares combinados con la fotografía.
Después aparecen sus banderas, y en este punto del diálogo algo le ensombrece la mirada porque ha habido, según asegura, “incomprensiones” y gentes que “tienen ciertas percepciones equivocadas” y que ven y detectan fantasmas donde no los hay: “alambres y flores hay en todos los países y, de hecho, en mi obra las flores trepan y neutralizan los alambres”. Reconoce que sus propuestas pueden llegar a ser polémicas, pero “muy honestas” y su intención al tratar diferentes temas, es tan madura como reflexiva: “no desde la postura del niño malo que quiere llamar la atención. Esa no es la idea”.
Este creador, de hablar cubanísimo y poseedor de un físico que impresiona por su corpulencia y gestualidad, alza su voz para decir que está “dispuesto a participar en todo lo que se me convoque: amo a mi país y todo lo que tenga que ver con esta Isla y aunque represento a mi patria por el mundo, no admito que nadie venga a hablar mal de Cuba con o sin razón. Estoy en la mejor disposición de estar en cualquier proyecto que me reclame”.
Michel es un excelente anfitrión que recibe con placer muchas visitas: “a mi casa ha venido desde el rey de Marruecos hasta reconocidísimas estrellas de cine de Hollywood”, mientras que sus piezas –siempre de gran formato– integran colecciones de importantes instituciones como la fundación Rockefeller y los museos de Bellas Artes de Medellín y Bogotá en Colombia, así como las fundaciones Martin Luther King y Afroamericana, en Nueva York.
Obras suyas forman parte de colecciones privadas de personalidades del mundo de la cultura, el deporte y nos negocios como Gabriel García Márquez, Mohamed Alí, Danny Glover, Angela Mizzoni, Quincy Jones y el guitarrista Carlos Santana, entre otros. Al presidente Barack Obama se le obsequió una de sus obras durante su visita a La Habana en marzo de 2016.
Actualmente Michel Mirabal, que trabaja con dos importantes galerías norteamericanas –una enclavada en la ciudad de Aspen, Colorado y otra en Miami–, irradia desde allí su obra hacia el mundo, pero sin perder “¡ni por un instante!” su cubanísima esencia de cuna humilde.
Quizás por eso desarrolla es su casa/galería en la comunidad de Marbella, un poblado sumamente humilde, ubicado en lo alto de una colina, cerca de la playa de Guanabo, a unos pocos kilómetros al este de La Habana; algunas iniciativas que, coordinadas con las autoridades locales y el Poder Popular, “alegran la vida y ofrecen cultura”. De ahí que su casa “siempre está abierta” a tres hogares de niños sin amparo filial que pertenecen al Estado que, subraya, “realiza un trabajo encomiable”. “Los invito a pintar, les cocino espaguetis o nos vamos todos a visitar el Museo Nacional de Bellas Artes o a Varadero. También presto atención a los ancianos de la localidad. Siento que esta es una pequeña manera de retribuir lo mucho que la vida me ha dado”, enfatiza concluyente.
LOCALIZACIÓN
Dirección del estudio: Avenida las Américas 2E y Final, Reparto Ampliación de Marbella, Guanabo, Habana del Este.
Dirección electrónica: mmirabal37@gmail.com
Teléfonos: 77962079
Este texto pertenece a la edición 51 de la revista OnCuba Travel:
Excelente artículo sobre Mirabal.
Ojala y todo el pueblo cubano tuviese la libertad que tiene este artista para hacer lo que quiere.
Sera que oncuba me publicara el segundo comentario sobre este artista? ya que el primero parece que no paso los “criterios”?