La cantante cubana Gina León, mezzosoprano autodidacta y bautizada como “La dama del Capri”, falleció en La Habana este miércoles a los 86 años, según trascendió desde las redes sociales.
Cantaba desde muy joven, y aunque sus padres no eran artistas, la inspiración puede haberle llegado de su abuela, relata el sitio Tradicionales de los 50.
Nacida en el habanero barrio de Puentes Grandes, en abril de 1937, la intérprete no tuvo el privilegio de una formación musical académica desde su infancia, pero los danzones que su abuela escuchaba por la radio, aguzaron su oído y ayudaron a manifestar las condiciones vocales innatas que la distinguen, apuntaba la musicógrafa Rosa Marquetti.
Con 19 años, León se presentó a un concurso para aficionados en Radio Popular, en el que se alzó con el primer lugar, cuyo premio consistía en cantar todos los viernes en la radio, donde termina conociendo al pianista Candito Ruiz.
Hermoso color de voz
Su voz ha sido descrita por Marquetti como “de amplio registro, hermoso color, y excelente dicción”.
Fue en ciudad Panamá su primera presentación fuera de Cuba, en el 1957. Estuvo presentándose durante seis meses en el cabaret Bahía.
De vuelta a la isla, Gina comenzó a actuar en distintos clubes nocturnos, compartiendo cartel con figuras como Celeste Mendoza, Paulina Álvarez. Se convirtió en permanente del repertorio de figuras como Armando Oréfiche, Gilberto Valdés y el gran maestro Adolfo Guzmán.
“Su gran proeza fue sustituír a Olga Guillot en la pista del Casino de Capri cuando la diva indiscutible del bolero, debió partir para cumplir un contrato y no regresar jamás”, apunta Marquetti.
Escenario propicio para su talento
El dramaturgo Norge Espinosa recordaba en sus redes sociales que Gina encontró en el Casino del Capri un escenario propicio para su talento.
“Además de su voz y su impecable dicción, tuvo el respaldo de diseñadores, maquillistas y peinadores que redondearon su imagen, con un toque de elegancia que la identificaba como una cancionera a tono con la nueva sensibilidad que se iba imponiendo”.
Se erigió como “una presencia singular gracias a su figura esbelta y coronada por peinados propios de la década, y luego confirmando su fidelidad a un repertorio que mantuvo durante toda su carrera”, señala Espinosa.
En el Capri logró equipararse a voces del espectáculo como Omara Portuondo, Moraima Secada o Elena Burke.
Inmortalizó piezas de la talla de “Perdóname”, de Felo Bergaza; “Qué te cuesta”; “Asombro” y “Cuando te vuelva a encontrar”, “Nada son mis brazos”, de Ela O’Farrill. También, “Llegaste junto a mí”, de Gilberto Valdés; “Tú y el viento”, de Adolfo Guzmán, entre muchos más.
EPD NUESTRA GRAN GINA LEON