Durante estos meses Ángel Bonne no para; aunque, en honor a la verdad, no lo ha hecho en cuarenta y tres años de carrera artística. El año pasado el tema “Yo te agradezco” fue incluido en la banda sonora de la exitosa serie The Riveras (único reality en inglés sobre una familia hispana en Estados Unidos) que emite NBC Universo. Un grupo de presentaciones internacionales en Colombia, Chile y otros países mantienen en activo al músico, cantante, compositor, arreglista, productor…
Pronto disfrutaremos las canciones incluidas en el álbum Juntos, material que prepara como homenaje a su familia y en el cual participan, entre otros, los músicos Raúl Verdecia (guitarra); Jorge Alexander (bajo); Yosvany Betancourt (batería), Alfred Thompson (saxofón) e Isamry Álvarez en los coros.
Al santiaguero lo distingue, sobre todo, su versatilidad y, aunque durante años se dedicó exclusivamente a la música bailable, lo que hace hoy responde más que nada a su propio gusto y experimentación, musicalmente hablando.
Graduado de la Escuela Nacional de Arte (ENA) con el concierto para clarinete y orquesta de Mozart, Bonne también estudió en el Instituto Superior de Arte y en su recorrido trabajó con grupos y artistas de distintos estilos como Los Van Van, Galaxia, Santiago Feliú, Beatriz Márquez, la Orquesta Cubana de Música Moderna de Santiago de Cuba, y otros.
¿Cuántos temas incluirá Juntos y bajo qué sello discográfico saldrá?
Debe estar entre los diez o doce temas. Hasta el momento hay seleccionadas nueve canciones mías y una de Adalberto Álvarez, quien generó una cantidad de música hermosa dentro del son, y hemos hecho una versión que se sale de su estilo.
Hace años entendí que las disqueras no estaban interesadas en mí. Por tanto, lo hago con mi presupuesto y después lo propongo. No puedo sentarme a esperar que una disquera se decida. Me ha dado resultado esta fórmula y ahí está la muestra de cómo mi música camina internacionalmente. Al final ese va a ser mi destino: no voy a estar toda la vida en el escenario, en algunos años pretendo dedicarme sólo al trabajo de la música en estudios de grabación o en casa, sencillamente orquestando, componiendo y colaborando con otra gente.
¿Después de los 60 años es más difícil innovar?
Lo de “innovar” es relativo y lo resumo con una frase muy coloquial: “El aguacate está descubierto. Solo hay que echarle sal, aceite, vinagre y comérselo”. Si escuchas mi música comprobarás que no hay una canción que se parezca a otra. Yo me siento realmente a componer, no estoy comprometido con el mercado, lo que esté de moda o repetir una fórmula si algo me funcionó. No trabajo así.
Aunque siempre he pensado igual, refuerzo ahora este criterio: no me interesa vivir de la música, sino vivir la música. A estas alturas de mi vida, con mucho trabajo intelectual y estudio, lo que quiero es sentirme satisfecho cuando hago algo. A lo mejor estoy “innovando” y no lo sé. Mi lugar en la historia de la música cubana solo lo dirá el tiempo.
Hay quien piensa que ser hijo del famoso Enrique Bonne (Premio Nacional de Música 2016) determinó de manera decisiva tus resultados…
En realidad, la persona que más influyó en mi desenvolvimiento fue mi tío Pedro Julio Sánchez, hermano de mi madre. Fue él quien me regaló un clarinete cuando tenía 3 años y me llevó a hacer los exámenes de música.
Nunca me he servido del reconocimiento de mi padre para buscar oportunidades. Pero claro, mucha gente prefiere creer que mis resultados han sido regalados. Nada más lejos de la realidad: he estudiado y sigo estudiando mucho.
Hace unos meses vimos una transmisión directa tuya en Facebook a propósito de ciertos ataques a tu padre. ¿Qué te motivó?
Podemos tener puntos de vista distintos. Lo respeto; pero que tengas un criterio no te da derecho a ofender y menos a un hombre como mi padre: un ser esencialmente ético, recto. Ese fue el motivo por el que hice aquella directa.
Hace años que hay polémicas con el ritmo “Pilón”. Es agotador. Mi papá siempre ha sido un tipo creativo, creó otros ritmos y no pasó nada, pero con el “Pilón”, sí.
Las personas del medio [musical] saben que la vida histórica de los compositores y autores es ir detrás de los directores de orquesta, de los cantantes, para que le graben la música, y pedirles —o imponerles en muchos casos— las canciones. Sin embargo, mi padre no ha tenido que hacer eso. Desde que empezaron a grabarse los primeros temas, todo empezó a fluir.
Según me contó papá, sólo una vez habló con Celia Cruz y ella le grabó “Llegó la zafra”. Mi padre no conoce a Willy Chirino, ni a Ismael Miranda, ni a Rafael Cortijo. Con Johnny Ventura habló por teléfono unos meses antes de morir, pero no se conocían. Y todos estos artistas grabaron temas de mi padre.
Ese éxito, esa fluidez genera sentimientos terribles en la gente. A los envidiosos históricos lo teníamos controlados y los que quedan sabemos quiénes son. Pero parece que hay una nueva “hornada” lo que demuestra cuán vigente está Enrique Bonne a sus 96 años.
¿Qué generó la polémica?
Todo parte de algo que escribió un francés que vivía en Los Hoyos, Santiago de Cuba. Me bastó leer el título para no seguir: “El Pilón: un ritmo cubano de origen desconocido”. Yo puedo dejar pasar estupideces, pero comentarios ofensivos e hirientes, no.
Hicimos lo imposible para que mi padre no se enterara, pero un imprudente se lo dijo y se entristeció. Jamás voy a permitir que se agreda a un hombre que está en la historia de la música cubana.
¿Cómo atesoras las experiencias que has tenido con tantos colegas exponentes de géneros y estilos distintos?
Obviamente fue muy importante trabajar con ellos y con alguien como Ramón Huerta, guitarrista, compositor y arreglista que actualmente reside en Los Ángeles (Estados Unidos). Con Galaxia acompañamos a un montón de gente como Annia Linares, Luis Carbonell, Mirtha Medina, Alfredito Rodríguez, Elena Burke, Omara Portuondo…
Cuando me fui de Los Van Van cometí el error de hacer solo salsa. Tenía que haberme dedicado a esto que hago ahora: una mixtura de la canción y la música latina, el jazz…
Soy un músico con muchas aristas y hacer música para bailar me limitaba porque todo se circunscribe a eso. Hoy canto desde el piano y eso que hago se parece más a mí: yo no soy un cantante, yo soy un músico que canta.
Primeramente, me complace tocar el piano. Lo estudio mucho y, aunque no seré un gran pianista, al menos toco con dignidad mi repertorio y me da solturas para llevar adelante mi proyecto.
A propósito, ¿crees que la música bailable está decadencia?
La música bailable en Cuba no puede estar en decadencia porque la cultura cubana, especialmente la música, es descendiente de culturas netamente danzarias como la española y la africana. El cubano refleja las cosas a partir del baile.
El principio del fin fue el Palacio de la Salsa, que tenía algunas bondades económicas y capitalizaba las llamadas orquestas de primer nivel. Yo viví eso, primero con Los Van Van y después con mi agrupación.
El público que asistía eran turistas y personas que suelen “merodear” a los turistas. Eso, a mi entender, empezó a depauperar el género, sin contar la sobresaturación.
Luego apareció un fenómeno como Manolín “El médico de la salsa”, y en aras de competir con él se armó una batalla: lo atacaban y cualquiera se subía al escenario. Esa fue la razón del tira-tira, algo feísimo, patético. Esas cosas “ayudaron” a desprestigiar y debilitar el género.
Pero decir que la música bailable está en decadencia no es posible. Tenemos ahora un aliciente para bien y para mal: el reguetón. Tiene un ritmo sabroso para bailar, pero una filosofía negativa intrínseca. Creo que esto también contaminó las aguas de la salsa.
Yo terminé por quitarme de la música bailable, como dije, entre otros motivos, por eso.
¿Tus compromisos internacionales te han alejado de los escenarios cubanos?
En Cuba es cierto que no me han hecho caso en los últimos años (tampoco me he esforzado para que me hagan caso); pero en otras partes del mundo, afortunadamente, se interesan por mi trabajo. Ahí cabe muy bien la frase de una canción que tocaba el Conjunto Chapottín cuando era un niño y rezaba el coro: “Si tú no me quieres, me quiere la otra”. Me encantaría trabajar en Cuba, pero las cosas son como son.