Aymée Nuviola nunca ha perdido el don de la reinvención. Cuando se convenció de que no había espacio en la Isla para el grupo que fundó junto a su hermana, Lourdes Nuviola, por las dificultades para acceder a los escenarios, se trasladó a Costa Rica para abrirse paso en la escena del país tico. Cuando descubrió que el circuito en el que se movía allí no tenía mucho más que ofrecerle, se mudó junto a su hermana a Cancún y luego a la ciudad de Miami. Finalmente ha sido el sitio, dice, donde ha podido expandir los recursos de una carrera que la ha situado en un lugar de privilegio en la música latina.
Un claro ejemplo de sus probadas cualidades como artista es el premio Grammy que obtuvo el pasado mes de enero por A Journey Through Cuban Music en la categoría de mejor álbum de música tropical, una distinción que compartió con el músico de origen boricua Marc Anthony. “Eso fue una gran sorpresa para nosotros. Un regalo del cielo, de verdad. Y un gran orgullo por haber podido colocar nuestra música en ese puesto. Independientemente si su disco es el mejor de su carrera o no, o estuviera a la par del nuestro o no, comprendimos la magnitud del artista que estaba subiendo con nosotros el mismo escalón. Lo más importante para nosotros fue colocar la música cubana a ese nivel”.
Aymée accede a esta conversación vía Whatsapp desde su apartamento en Miami, donde ha establecido su propia dinámica para enfrentar la pandemia del coronavirus. Lee la Biblia habitualmente (es una mujer consagrada a la fe); conversa con otros feligreses de su iglesia a través de Internet; revisa proyectos discográficos futuros; habla mucho con su hermana en Miami y el resto de su familia en Cuba; comparte sus inquietudes y experiencias de esta vida en confinamiento junto a su esposo, el productor cubano Paulo Simeon, y acostumbra acompañar cada reflexión con un agudo sentido del humor.
“Soy una mujer con un gran sentido del humor. Eso siempre me ha caracterizado en las buenas o malas”, me dice mientras recuerda cómo fue la grabación de “Azúcar pa´tu café”, el último tema que grabó en estudio antes del confinamiento.
Yo estructuré el tema y Gonzalo (Rubalcaba) puso unos teclados y los pianos. Tomé cosas que mi sobrina había escrito en inglés y le hice algunos cambios. Ella es una adolescente y escribe temas propios de su edad. Tiene 18, y yo 22”, bromea.
Aymée vive en Estados Unidos desde el 2004. Su obra ha crecido y ha patentado su sello en distintos ámbitos sonoros. Pero no ha perdido ese centro de interés por la música que se cuece en los hornos de la Isla. De hecho, fue uno de los motivos que la llevaron a grabar con Cimafunk.
“Nosotros siempre estamos siguiendo a los artistas de Cuba porque hay un talento que no termina nunca. Tienen una base, un fundamento, saben lo que están haciendo como es el caso de “Cima”. Eso pasa en todos los estilos, en todas las tendencias. No solamente en el son y la salsa. En Cuba se pueden ver artistas de todo tipo, desde trovadores, hasta gente que está haciendo música alternativa. Por amistades allá comenzamos a ver el trabajo de “Cima” y nos gustó muchísimo. Desde su imagen hasta su presentación en el escenario.
Una vez recibimos una invitación de Collin, su manager, para ir a un concierto de él, pero no pudimos porque estábamos en los preparativos de la gira. Sin embargo, siempre nos quedamos con el interés de hacer algo con él. Cuando decidimos hacer el sencillo “Azúcar pa´tu café”, Paulo, mi esposo, pensó en “Cima”. Enseguida dijo que sí y todos teníamos mucho entusiasmo. Hicimos un chat entre los involucrados y se lo dijimos a Gonzalo. Él se sumó al momento. Fue muy interesante porque éramos tres artistas que expresamos nuestro arte de manera muy diferente, pero estamos conectados con nuestras raíces”.
Después del estreno de Azúcar pa´tu café comenzó la etapa de la cuarentena. ¿Cómo has repartido tu tiempo durante el confinamiento?
Estoy estudiando un poco. Me pongo a leer. Me gusta mucho estudiar y leer la Biblia. Yo casi siempre estoy en casa y eso me gusta mucho. Cuando no estoy aquí es porque ando viajando y trabajando. También he estado en contacto con Gonzalo Rubalcaba con quien terminé el disco Viento y Tiempo. Nuestras familias han compartido mucho y eso también ha sido un aliciente, independientemente del resto de mis trabajos.
Este disco me ha permitido realizar entrevistas, revisar las canciones, compartir un rato y salir de la rutina, algo que es muy importante para vivir. El coronavirus ha hecho un daño bien profundo en el gremio artístico. El encierro no es nada recomendable ni conveniente. A veces uno por voluntad propia se aísla un poco o deja de salir durante un periodo, pero sabe que cuando quiera puede abrir la puerta de su casa para coger calle, como decimos los cubanos. Cuando es algo orientado o responde a pronunciaciones de las autoridades uno siente que tiene una responsabilidad, sobre todo cuando se trata de la posibilidad de un contagio. Es un poco estresante. Gracias a Dios estamos bien y no la hemos pasado mal. Al contrario, comparado con otras personas, la hemos pasado bastante bien.
Gonzalo Rubalcaba me comentó que habían establecido una gran química en la grabación de Viento y tiempo. ¿Qué tipo de exigencias te requirió la realización del álbum?
El disco se grabó desde al año pasado en Blue Note Tokio. Fue un disco live. Ya estaba grabado pero debíamos hacer la parte de la posproducción. La limpieza de los tracks, la revisión, la búsqueda de si quedarían todos los temas que grabamos, la selección…Todo ese proceso incluyó la mezcla, la masterización, la edición, cosas que son muy complicadas cuando uno graba en vivo porque se mete el sonido de un instrumento por el micrófono del otro. La voz por casi todos los micrófonos. Es bien complicado.
Para presentar el disco teníamos vendidos más de 23 conciertos en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Algunos no se han cancelado y los pospusieron para el otoño. Desafortunadamente, nuestro pensamiento se enfoca en que no se van a dar debido a la situación mundial por la pandemia. Pero quizá se está valorando la posibilidad de hacerlos online o de realizar algún tipo de acercamiento con el público que compró los boletos.
Gonzalo Rubalcaba: “Negar mi arte a mi propia gente está fuera de lugar”
Muchas personas han visto en el aislamiento una etapa para reflexionar o tratar de dar nuevos rumbos en la vida. ¿Para ti que ha significado este momento?
Mi esposo y yo somos cristianos desde hace muchos años. Yo lo soy desde hace más de 20. Yo conocí a Dios en Costa Rica. Tuve un encuentro con Jesús de la misma forma que siempre llama a las personas. Esa fue la experiencia más hermosa de mi vida, aunque fue complicada porque yo venía de otra religión. Mi vida cambió mucho para bien después de eso y siempre leo la Bliblia.
En este tiempo noto que ha habido mucha gente que ha querido reconectar, que se han dado cuenta que nosotros no tenemos control de nada, que de un momento a otro todo puede cambiar para bien o para mal. Que puedes tener muchos planes pero no depende ti si se cumplen o no. Estos tiempos son ante todo de problemas espirituales. Uno dice algo y te atacan diez porque no piensan igual que tú. Nosotros, además, estamos pendientes de la gente que pueda necesitar algo para ayudar en lo que podamos.
¿Has pensado cómo será el mundo de la música postpandemia?
Me estoy preguntando un poco cómo la gente resolverá estos problemas. Yo veo un poco más allá de la pandemia. El ser humano no está diseñado para el encierro, sino para socializar, para compartir con otras personas, por eso es por lo que hay gente en la calle que se niegan a ser manejados de esa manera y hay otros que lo hacen simplemente por imprudencia. Yo quiero esperar a ver cómo se va a comportar la sociedad.
Creo que se quedará esta onda de las entrevistas online y ya hay oficinas que aseguran que mantendrán la plataforma de Zoom para seguir trabajando y comunicándose. Los empresarios de la música que no viven en Estados Unidos ya optan por esta vía. Otras cosas tendrán que volver a la normalidad porque de lo contrario la sociedad será un fracaso. El arte lleva un proceso lindo, de muchas cosas. En el caso de las damas implica vestirnos, seleccionar la ropa, los tacones, ver dónde te vas a parar, cómo vas a moverte. Además, ver cómo el público va a reaccionar, si aplaude, ríe o te abuchea. Eso se necesita porque es la adrenalina del artista. Y es sumamente importante para la sociedad.
Cuando pasen las elecciones en noviembre en Estados Unidos el panorama de las cosas se va a definir mucho más porque el proceso electoral de este año ha influido notablemente en varios ámbitos. No se sabe cómo va a parar esto con el tema de los partidos políticos. Ojalá tengamos un mejor fin de año, Dios mediante. Mi esposo y yo estamos tratando de pensar en lo que va a venir, pero no lo vemos claro.
¿Pensaste en algún momento que te podías llevar el Grammy por “A Journey Through Cuban Music”?
Mi Grammy fue en enero. Fue un gran regalo. Ese Grammy, niño, ha sido la gasolina para vivir. Se lo dediqué a Cuba, a los cubanos, a todos mis seguidores. Es un gran reconocimiento. Te voy a hablar como dicen los mexicanos `a calzón quitao´. Estaba consciente, cuando vi el resultado final del disco, que este era de Grammy por la calidad que tenía, por los músicos que grabaron. No se puede obviar la participación de los grandes artistas de nuestro país que estuvieron en el disco: Gonzalo, Chucho, Omara, Los Muñequitos de Matanzas, Pancho Amat, Mayito.
Nosotros sabíamos que era un disco de Grammy, pero una cosa es que lo sepas y otra que suceda, porque igualmente cada músico piensa lo mismo con el disco que hace. Cada uno trae la historia del esfuerzo que costó hacer su trabajo, de la calidad con que lo hizo. Cuando nos nominaron a los Grammy Latinos con A Journey Through Cuban Music siempre vimos como grandes contrincantes a todos los que estaban nominados con nosotros. La victoria del colombiano Andrés Cepeda, nos dio mucha satisfacción, primero porque venció con un disco de boleros; eso para nosotros fue como un regalo. Nos pareció muy esperanzador que en este momento en que la música urbana golpea tan fuerte se premie un disco de boleros.
¿Cómo han sido tus vínculos creativos con Sergio George?
Con Sergio George grabé en Cuba “El regreso a la habana” bajo el sello discográfico de Aymée “Top Stop Music y distribuido por Sony Latin y también participé en la gira mundial de los “Gigantes de la Salsa” entre otros eventos de importancia. Está considerado uno de los mejores productores de la música latina tropical. También ha sido un honor y un orgullo trabajar con él.
¿Consideras el premio al disco A Journey Through Cuban Music un punto culminante de tu carrera luego de alcanzar un Grammy Latino por “Como Anillo al dedo”?
Cuando salió nominado Como anillo al dedo no estábamos esperándolo porque ya mi casa discográfica estaba enfocada en el proyecto A Journey Through Cuban Music. De verdad que se trabajó muy duro en la promoción mundial de Como anillo al dedo. Hicimos un gran trabajo de promociones que ayudó mucho a que el disco caminara y tuviera un #1 Billboard Tropical, más otras 3 canciones en los primeros 5 lugares también de las listas de Billboard.
Es un disco muy peculiar en mi carrera porque coqueteo con los ritmos urbanos, con el house, con ritmos electrónicos. Se me dio de una manera muy natural.
¿Por qué decidiste comenzar a desarrollar tu carrera en Estados Unidos?
Llegué a Estados Unidos en 2004. En Cuba canté con la orquesta de Pachito Alonso durante mucho tiempo. Con esa orquesta mi hermana y yo viajamos alrededor del mundo. Nos presentamos en escenarios muy importantes como el Principado de Mónaco junto a Tropicana de Cuba. Hacíamos giras muy extensas hasta estar trabajando durante todo un año en países como España. Nosotras nos fuimos de la orquesta de Pachito para comenzar a hacer un trabajo con nuestra propia orquesta.
En uno de los viajes a Costa Rica comenzamos a buscar la manera de encontrar un espacio. En Cuba ya en ese momento era muy difícil trabajar. Las orquestas de primera línea no le daban espacios a orquestas menos conocidas como la nuestra. Los lugares para trabajar eran dos o tres como el Palacio de la Salsa. Nadie quería ayudar a nadie. Se transformó en una guerra y yo no estaba dispuesta a seguir pasando por eso. Entonces buscamos otros espacios para sacar nuestro trabajo de Cuba y poder ampliarlo. Empezamos a buscar en Costa Rica y encontramos sitios aunque no de la manera que había soñado y querido, pero al menos estábamos trabajando. De pronto vi que nos habíamos convertido en obreros musicales y yo no quería eso para mí. Tenía el sueño de hacer una carrera y nos movimos a México. Allí no logramos ir al Distrito Federa (Ciudad de México), lo que hubiera sido ideal para hacer una carrera. En cambio, nos quedamos en Cancún, un sitio totalmente turístico que no es el mejor lugar para emprender una trayectoria musical.
En ese momento no era aconsejable movernos a la capital porque estaba sumamente peligrosa. Entonces nos quedamos un tiempo en Cancún y luego decimos ir para Miami donde nos establecimos y comenzamos a levantar una carrera. No ha sido fácil para ninguno de nosotros, pero ha valido la pena. Aquí hemos hecho parte de nuestra vida y nuestras carreras; en este lugar, hemos cosechado muchos frutos.
¿Con cuáles rasgos de Celia Cruz te sentiste más identificada cuando interpretaste su personaje en la serie Celia?
La selección fue en Colombia, el país que produjo la serie. La serie estuvo a cargo de Fox Colombia y la subvencionó la televisora colombiana RCN. Antes de la novela comencé a abrirme puertas en Colombia y en especial en Cartagena, una ciudad que me recuerda mucho a La Habana Vieja. Entonces en una de mis giras por Colombia canté en un lugar donde me vio un productor y nos llamó a mi esposo y a mí para proponerme participar en el casting para la novela sobre Celia Cruz.
Mi primera reacción fue decirle que no estaba interesada porque no me veía en el personaje. Él se sorprendió mucho con mi respuesta cuando le dije que no encontraba las similitudes entre Celia y yo. Mi esposo me insistió y realicé el casting, que se hizo en la ciudad de Miami. Tuve que prepararme en muy corto tiempo y me seleccionaron para hacer el papel de Celia.
Después vino toda la preparación para armar el personaje, estudiar la gestualidad de ella, conocer más sobre su vida, su música. Muchas personas, incluso fuera del público cubano, creen que yo era una persona como celiana, pero no era mi caso. En Cuba no ponen su música por la radio, no hablan de ella en los noticieros ni en ninguna parte. Más bien estaba vetada y sigue, pienso yo.
No tuve una formación como cantante escuchando a Celia. Mis patrones fueron Elena Burke, Omara Portuondo, y la brasileña Elis Regina. Nunca miré hacia Celia. Me enteré de la magnitud de su obra cuando salí de Cuba hacia España. Conocí a Celia en el Auditorio Nacional de México en una gira que hicimos con Pachito. Me la presentó Johnny Ventura y conversé un poco con ella. Celia me regaló unos aretes, yo le regalé los míos (con diferencias de precios, como siempre digo). Fue por el año 94. Después me la volví a encontrar en Cancún como en el 2000.
¿No crees que Cuba deba recuperar de una vez un símbolo tan alto de su música como Celia Cruz?
Pienso que no se le puede quitar a la gente el derecho de escuchar a un artista, porque haya dicho o expresado algo. Celia fue una persona que nunca perdió su cubanía. Llevó el nombre de Cuba a todos los escenarios donde actuó. Cuando cantaba en cualquier lugar la gente no decía que ahí estaba Celia de Miami, ni de Nueva York, sino Celia de Cuba. Eso es algo que debemos agradecer. Fue una mujer que dio un muy buen ejemplo. Nunca llegaba con chusmería.
Tenía un comportamiento muy adecuado, un matrimonio lindo. Se expresaba muy bien y era una mujer muy instruida. Representaba muy bien la raza afro. Ella ha dejado a la juventud un legado bonito. Tanto de mensaje como de ejemplo y repertorio. No me parece justo que esté vetada en su país de origen, donde se dio a conocer y triunfó. No me parece justo ni para ella ni para nadie. Cada artista que tenga una música que les guste a las personas debe ser escuchado. Creo que hemos perdido muchos valores musicales en Cuba por ese veto irracional.
Recuerdo que fui a Cuba en una ocasión cuando estaba viviendo en México con un permiso del ministerio de Cultura, dado por Abel Prieto, ministro en ese entonces. Una persona del ICRT que conoce a mi padre lo llama para invitarme a un programa de televisión. Antes me dijeron que seleccionara los temas. Yo tenía listas dos canciones, “Que le den candela”, que había cantado Celia en algún momento de su carrera y “Salsa con timba”, de mi autoría. Decidí cantar “Que le den candela”, primero porque es más conocido y segundo porque “Salsa con timba” hacía alusión a Celia y no quería levantar ronchas.
Empiezo a cantar en el estudio y de repente me doy cuenta que no estoy siendo grabada. Con público presente, el coordinador viene y me dice que me ponga los audífonos, que el director quiere hablar conmigo. Él me pregunta si no tenía otra canción y me dice que vaya a cabina. Entonces estaba él junto a una mujer que ahora vive en Miami, por cierto. Esa mujer, a quien conocía desde que mi hermana y yo empezamos la carrera, comenzó a despotricar de Celia, a decir que Celia estaba bien muerta y se alegraba de que así fuera. Escuché todos los horrores que alguien se pueda imaginar. Me dijo que esa era una canción de Celia y que ella le había hecho mucho daño a la revolución cubana. Yo no podía creer lo que estaba oyendo. Le contesté que era una falta de respeto dirigirse a mí de esa manera y que además esa canción no era de Celia, que tenía su propio compositor (Jorge Luis Piloto).
Me dijo que nadie podía cantar nada de Celia. Le recordé que Haila había acabado de grabar un disco producido por Isaac Delgado con canciones de Celia. Aparte, Cándido Fabré compuso “La guagua” y Celia se la cantó. Ahí se desató una situación muy desagradable y agarré un gran insulto. Traté de que me recibieran en el Ministerio de Cultura para quejarme. El Ministro estaba de viaje y tampoco se encontraba el Viceministro. Después fui al ICRT y me dijeron que el director no me podía recibir.
Finalmente me recibió el vicepresidente del ICRT. Me dijo que esa era mi casa y yo le respondí que no, al explicarle lo que me había pasado. Me dijeron que iban a revisar esa situación y todo se quedó así. Yo me iba al otro día. Eso para mí fue una decepción enorme. Siempre me pregunté cómo esas mentes tan estrechas pueden hacer tanto daño, hacen cosas que dejan una marca tan negativa en la gente y las experiencias que puedan contar. Muy pocas veces he sentido algo que me haya dolido tanto como aquella situación. Yo pensé mucho en por qué me sucedió aquello en el ICRT, por qué me hicieron pasar aquella pena frente a un público, por qué pasó eso por una canción, una canción que, además, era de amor, de un matrimonio, de la vida cotidiana.
A mí las lágrimas se me salieron cuando recordé en una entrevista la impotencia con que tuve que enfrentar todo aquello. No tuve el respaldo de nadie. Ninguna persona me apoyó con el discurso que uno espera en ese momento. Nada. Quedó así y ya. Después esa mujer que me ofendió vino a vivir a Miami. A mí me pasó de esa manera, pero a otras personas la han pasado más difícil. También ha sucedido que hay muchos músicos radicados en Estados Unidos que han tenido muchas dificultades para poder ir a Cuba a visitar a su familia. ¿Cuál es el problema con que uno viva aquí o allá? En todas partes hay personas que deciden irse a vivir a otra parte y no ha pasado nada.
Por mi parte las veces que he ido a Cuba y he grabado allá le he agradecido a Dios. Para mí ha sido una segunda oportunidad de conectarme de nuevo con mi gente, que es para la que yo canto. Me he conectado con músicos que estudiaron conmigo y he conocido a otros. Toda una serie de cosas que uno necesita para alimentarse y ellos también lo necesitan. Uno está de este lado y también puede llevar otro tipo de conocimientos y conceptos. Es una retroalimentación total. Esas barreras, imposiciones y esquemas que hemos tenido que sufrir los cubanos por décadas no han llevado a nada bueno. La gente está cansada de ese tipo de restricciones y han sentido a veces que los quieren castigar porque no vives allí. Eso nunca ha traído nada bueno.
Por otro lado soy una persona que no está de acuerdo con que se critique al que va a Cuba a trabajar, a ver a su familia. Yo tengo a mi padre que vive allí. Hay que buscar una unión y un sentido común porque hay cosas que lo que no tienen es sentido. Aquí viven muchos artistas de los que no se habla en Cuba. Gracias a Dios sé que mi música se está oyendo bastante en la Isla, que ponen mis videos. Estoy muy agradecida con la gente por eso, con los que entran en mis redes desde Cuba para decirme que les gustan mis canciones.
Es muy difícil para un artista cubano trabajar fuera de Cuba porque no tenemos un pueblo detrás, no tenemos el apoyo de una nación. Eso es muy triste porque sentimos una especie de orfandad que es difícil de superar. Eso se comenta a nivel de disqueras y productoras que muchas veces no eligen un músico cubano porque no tienen un pueblo detrás, ni nadie los apoya. Uno siente por eso que es un poco discriminado en la industria, porque el pueblo cubano no puede apoyar a un artista de su país que trabaja fuera de la Isla. Para algunas disqueras eso significa que no eres muy rentable. Es bien doloroso.
En los últimos tiempos se han tratado de borrar esas distancias un poco con los artistas que han salido de Cuba. A través de la música urbana hay artistas que tienen esa facilidad de vivir un poco entre Cuba y Miami. Eso ha amortiguado ese problema, pero al final les cae el estigma, porque si las reacciones no vienen de un lado, vienen del otro.
¿Qué crees le falte a la música cubana defendida por artistas desde la Isla para alcanzar mayor resonancia mundial?
Nos falta un poco pensar en los códigos que se manejan internacionalmente. Algunos temas si tuvieran la debida promoción podrían pegarse mundialmente como se han pegado otras canciones de la salsa. Lo que pasa es que los músicos cubanos no han tenido la misma difusión ni la misma presencia de otras agrupaciones salseras boricuas o colombianas.
Por ejemplo Van Van es un grupo que hace canciones puramente locales, que son historias nuestras, pero de unos años hacia acá han vivido una gran explosión. En Colombia los aman, sobre todo en la parte de Cali; en Puerto Rico los esperan con ansias y en Europa son muy reconocidos. Uno de los atributos que los ayuda es que son muy cadenciosos; hay otros grupos cubanos que son mucho más agresivos. Nadie puede decir que una canción no pegó sino la pusiste en la radio o la televisión. O la pusiste poco. Hay muchos temas de orquestas cubanas que si se difundieran pueden triunfar.
¿Has pensado retomar el concierto que tenías programado junto a Gonzalo Rubalcaba para abrir el más reciente Jazz Plaza?
Ahora todo es más difícil. Para hacer ese concierto allá tenemos que pagar muchas cosas. Nos puede invitar el Ministerio de Cultura pero ellos no van a pagar a los músicos y todos los costos que implica tocar allá. En el caso de Cuba eso corre por la cuenta del propio artista. Este no es el mejor momento económicamente hablando para hacer algo así. También está el tema de la pandemia que no ha terminado. Tenemos que ver y esperar el rumbo de los acontecimientos.
¿Te resultó difícil triunfar en Cuba y luego en Estados Unidos siendo mujer?
Mi hermana y yo éramos un dúo. Cantábamos lo mismo cosas de la trova, del feeling, que bolero. Era un concepto más íntimo. No estábamos dentro de la música bailable, un mundo al cual entramos con Pachito Alonso. Empezamos siendo mujeres en una orquesta de hombres. Teníamos el peso de un show encima. Cantábamos en los principales cabarets de Cuba y en importantes plazas en el mundo entero. Mi hermana y yo éramos las columnas vertebrales de esos espectáculos.
Cuando nos fuimos de la orquesta de Pachito y armamos nuestro propio proyecto, comenzamos a chocar con el bloqueo masculino que existe en todas partes. Es el caso del hombre que no le gusta que la mujer ocupe un papel primordial. A mí me ha tocado doble porque soy una persona que siempre me he pensado como músico. Soy muy activa, he escrito mis propios arreglos, mis canciones, participo en mis propias producciones, soy muy celosa con lo que quiero, casi siempre busco las armonías y las pongo. Gracias a Dios puedo decirle a un músico que una nota no va y sustituirla por otra. A la mayoría de los hombres no les gusta eso. No les gusta que la mujer sea la que esté dirigiendo.
En cambio, yo vivo agradecida de Paulito FG y de David Calzado, dos directores de orquesta que ayudaron mucho a mi hermana y a mí. Nos prestaron instrumentos, nos daban espacios en los lugares donde trabajaban. Paulito me iba a buscar a mi casa para que yo tocara con él en lugares como La Marina o el Hotel Presidente. De verdad que les tengo un cariño muy especial a los dos. En sentido general la lucha era muy difícil. Luego aquí no es tanto porque seas mujer, sino porque hay mucha competencia en todos los sentidos. En Estados Unidos convergen los grandes salseros y se vuelve a ver reflejado el machismo. Somos muy pocas las mujeres que estamos dentro del género y no es fácil sobresalir. De hecho, el Grammy que tengo solo lo han ganado en esa categoría tres mujeres: Celia Cruz, Gloria Estefan y yo. Eso habla de lo difícil que es para nosotros colocarnos en un lugar que merezca ese reconocimiento.
¿Qué te falta por ganar en la música?
Siempre tengo sed de música. También me gustaría tener otras experiencias en la actuación. Me han propuesto proyectos en teatro, cine, televisión y no he asumido la mayoría porque me llevarían un tiempo que no han ameritado esas propuestas según mi criterio. Pero sí tengo mucha hambre de experimentar dentro de mi trabajo con la música. Tenemos otro proyecto musical con el tango y el bolero cubano. A mí me gusta proponer cosas. Mi discografía es muy diferente entre sí, sin perder mi esencia. Todos los discos apuntan a un interés diferente. Me aburre hacer lo mismo. En los conciertos me gusta cambiar todo, me gusta reír con el público porque tengo mucho sentido del humor. Paulo, mi esposo, también es muy inquieto. Somos un binomio perfecto para este trabajo. Pero lo que no puedo es dejar de conectarme con Cuba, con mi gente. Eso para mí tiene un valor increíble.
https://www.youtube.com/watch?v=UR_W17a83fQ