Aunque la era digital permita acortar las distancias geográficas, muchas veces deja fuera de una conversación el calor de la cercanía, de los gestos y de las frases espontáneas. Con David Virelles nada de esto sucedió. La emoción de sus palabras traspasó esa barrera invisible de los correos electrónicos cuando el músico contó a OnCuba cómo su arte se abre paso en Brooklyn, Nueva York.
El creador santiaguero contó sobre sus raíces e influencias más directas y compartió el significado que tienen para él seis frases o palabras que signan parte de su vida y con las que inició nuestra conversación.
¿Cuba?
Donde nací. Mis raíces.
¿Santiago de Cuba?
La trova, el son, prú oriental, la Conga de los Hoyos, Tiburón Morales, el Parque Céspedes, la Plaza de Marte, el Balcón de Velázquez , el Festival del Caribe, la Alameda y más.
¿Café o té?
Té.
¿Béisbol?
Siempre fui malísimo en el deporte.
¿Jane Bunnett?
Jane Bunnett y Larry Cramer, su esposo, un dúo inseparable. Mis queridos amigos.
¿Nostalgia?
Trato de no darle mucho espacio, pero por supuesto extraño a mi familia y personas cercanas a mí.
***
Para desquitarse de las frases cortas del comienzo, David Virelles quiso dar respuestas aún más pensadas y meditativas. Es un artista que está dispuesto a que lo conozcan en su Cuba natal, en esa Isla intensa y motivo perenne de su inspiración.
¿Cuánto pueden interesar al melómano cubano tus composiciones actuales? ¿Grabas algún disco en la actualidad?
Los gustos musicales en Cuba son variados. Por lo que entiendo, siempre lo fueron. Hay sonidos que son más populares en los jóvenes. Esos sonidos se transforman a través del tiempo porque cada generación tiene sus propias características e inquietudes. Sé, por las personas que se me acercan cuando voy, que existe interés en mi trabajo en Cuba. Claro está, mi música es instrumental y contemporánea, lo cual realmente es un terreno que tiene menos visibilidad comercial.
En Cuba, la música bailable siempre ha tenido una presencia prominente, por su riqueza y variedad, pues es la que ha definido gran parte de nuestra identidad. No obstante, mi presencia en la escena cubana es no existente, dado que mis discos no tienen distribución en la Isla y por el acceso limitado a Internet.
Sin embargo, como dije antes, hay personas en el ámbito musical que se me acercan con interés sobre mi trabajo. Han podido conseguir mi música de una manera u otra, lo cual siempre me sorprende. Actualmente estoy trabajando en la presentación de dos discos: el 18 de noviembre se lanza Antenna, con el sello disquero ECM, y el próximo año, otra producción que todavía está en desarrollo.
Comentaste recientemente que eras “alguien que ha tenido suerte”. ¿La necesitas en Nueva York? ¿Cómo un cubano puede insertarse en la vida cultural de la Gran Manzana?
Me considero alguien con suerte –apartando mi esfuerzo personal–. Las circunstancias han propiciado que pueda hacer el tipo de música que hago –que es la que me gusta–, ya sea de mi autoría o la de otros músicos que admiro y que me incluyen en sus proyectos. Personalmente, creo que todos necesitamos suerte en Nueva York. Un cubano (o cualquier otro ciudadano del mundo) puede aspirar a insertarse en la vida cultural de esta ciudad siendo humilde, curioso, acercándose a personas con experiencia que pueden funcionar como mentores y, estando dispuesto a trabajar muy duro, con un objetivo en mente. Lo más importante es tener la disposición para superarse y poder así integrarse a una comunidad multicultural. Al menos esa ha sido mi experiencia.
El jazz es un ejercicio alucinante que se sale de todo esquema. ¿Lo son sus intérpretes en su rutina diaria?
Lo que se conoce como jazz es un lenguaje. A través de las épocas, existieron muchas personas que dentro de él crearon sus propios estilos. Pero como lenguaje al fin, sí tiene estructura y características específicas. Es cierto que hay estilos en el jazz que tienen formas menos obvias, como puede escucharse en el trabajo de Ornette Coleman o Cecil Taylor, e incluso el de John Coltrane en su última etapa. Pero el experimentalismo presente en las obras de estos creadores no significa necesariamente, que no tienen un esquema.
Mi percepción es que generalmente se tiende a catalogar como jazz a todo lo que gira alrededor de la improvisación, o tiene elementos improvisatorios. Sin embargo, en mi experiencia, el género proviene de un contexto cultural específico, que es lo que lo autentifica. Lo mismo se puede ver en vertientes de la música cubana como la rumba, el son o el changüí. En los tres está presente la improvisación, sin embargo, tienen diferentes características rítmicas y estilísticas que los definen como uno u otro.
Por todo esto, el término jazz (la palabra en sí), aún hoy en día, es un concepto problemático, lo cual incluso plantearon muchos de sus creadores y te menciono a Max Roach y Miles Davis. Catalogo a mi obra como contemporánea con raíz en la improvisación. Utilizo elementos del jazz, de música de diversas partes del mundo y, de la ritmática, el simbolismo, y de la idiosincrasia de Cuba.
Ahora, cuando he tocado con Ravi Coltrane, Henry Threadgill, Tom Harrell, o incluso Steve Coleman, existe un protocolo sonoro que hay que respetar. Ese precepto tiene raíces culturales a las cuales he tenido acceso, gracias a todos estos músicos americanos (la gran mayoría, afro-americanos) que me han abierto las puertas de su cultura y compartido sus secretos conmigo. Al mismo tiempo, el aporte de los músicos cubanos a este género ha sido reconocido a través de su historia, desde Mario Bauzá, Chano Pozo, Machito, Bebo Valdés, Frank Emilio, Cachao, Guillermo Barreto, Tata Güines, el maestro Chucho Valdés y Emiliano Salvador. Ese intercambio de culturas creó la plataforma para que las nuevas generaciones podamos continuar dialogando. Mi ‘suerte’, en gran parte, se debe a este legado.
Resumiendo tu pregunta, concuerdo contigo en que esta música sí es un ejercicio alucinante, pero no creo que se salga de todo esquema, al contrario. Creo que la vida del jazzista depende del contexto cultural, social e individual donde se desarrolle.
Con el restablecimiento de las relaciones entre La Habana y Washington, ¿crees que haya intereses de la industria musical estadounidense en dar a conocer a los artistas cubanos?
Por parte de los Estados Unidos, el interés sí existe. Toca esperar a ver cómo se desarrolla ese proceso de selección en Cuba. Por ejemplo, en Santiago de Cuba y en otras provincias del país hay muchos artistas que en mi opinión, son de muy alto calibre, merecedores de reconocimiento internacional. Sin embargo, han tenido poco acceso a este tipo de oportunidades.
Otro elemento favorecedor es el hecho de que –al contrario de lo que la mayoría pudiera pensar dentro del país– a nivel internacional existe mercado para todo tipo de géneros musicales, aunque esto también ha sufrido en los últimos años por el meteórico desarrollo de la tecnología y otros procesos sociales.
Háblanos un poco de tu carrera en la actualidad, de los espacios donde te presentas en Nueva York y si actuarás pronto en Cuba.
Frecuentemente me presento en clubes neoyorquinos como The Village Vanguard, The Jazz Standard y The Jazz Gallery. Igualmenye he tocado en galerías de arte, teatros, y hasta en espacios creados en casas de amigos músicos, donde se puede escuchar mucho de lo que pasa en el “jazz scene” de la Gran Manzana.
A nivel internacional, actúo en festivales y centros culturales donde, además, presentan artes visuales y materiales multimedia. Como te mencioné anteriormente, trabajo en dos discos nuevos. En el que se lanza en noviembre, aparece como invitado el rapero cubano Etián, “Brebaje Man”, y otros artistas.
El otro álbum saldrá en 2017 y será la continuación de algo que comencé hace algunos años en colaboración con el percusionista Román Díaz, quien fue miembro de Yoruba Andabo. También me presento en vivo con mi grupo Mboko, que integran Román Díaz en la percusión, Thomas Morgan en el bajo y Eric McPherson en la batería. No dejo de colaborar con agrupaciones como Chris Potter Quartet, Tom Harrell Quintet, Henry Threadgill and Double Up y Ravi Coltrane Quartet, entre otros.
Con respecto a planes de presentarme en Cuba, aunque no tengo ninguno en el futuro cercano, siempre me ha gustado la idea de poder hacer un concierto en la Basílica Menor de San Francisco de Asís. No obstante, acepto la invitación a cualquier espacio.