La memoria es un cuerpo selectivo en el que anidan las experiencias sensoriales acumuladas durante el paso del tiempo. En ese universo tan desconocido como poderoso, los melómanos y cinéfilos guardan en un espacio muy personal las composiciones de Ennio Morricone. A veces incluso algunos recordamos una película primero por la música de Morricone que por la trama. Luego, cuando entra en juego el mundo de los silencios y los sonidos, el filme vuelve a rodar por la memoria amparado en esos temas capaces de divinizar cualquier escena.
Ennio Morricone, fallecido este lunes a los 91 años, fue el genio más grande que ha dado la música en el cine. El inmenso compositor creó más de 500 bandas sonoras y le dio cuerpo a la música de un puñado de los filmes que definieron la historia del cine.
Su inconfundible sello quedó grabado en cintas como “El bueno, el feo y el malo”, “Por un puñado de dólares”, “Los intocables” o “Érase una vez en América”. Su firma en la banda sonora de una película no solo era una notable carta de presentación, sino que podía allanarle el camino a la película para que tocara el cielo del éxito. Incluso sus incursiones cinematográficas permitieron que géneros como el Spaghetti Western o el giallo alcanzaran la trascendencia y vieran una puerta al éxito que quizá, en principio, nunca imaginarían sus exponentes.
Este fue el caso de la cinta “Por un puñado de dólares”, de Sergio Leone, quien llamó a su colega para que le diera vida a la banda sonora de la película que desde una óptica italiana reinterpretó ese género tan caro a Hollywood como es el western. La cinta fue todo un éxito y le dio otro espaldarazo tanto a su director como al compositor que solo años antes había debutado en el filme “El federal”.
Morricone nació en Roma en 1928, sintió la pérdida de un hermano de tres años y cursó por todas las complejidades de un continente atenazado por el hambre, la muerte y las guerras. Morricone tuvo claro su destino en la vida, aunque, según su biografía, alguna vez la duda le entró en el cuerpo sobre si se dedicaba a la música o al ajedrez. La incógnita la despejó muy pronto y se colocó de inmediato en el horizonte de la creación sonora.
En su juventud se graduó de trompa en el Conservatorio de Santa Cecilia, Italia. El Maestro, como le gustaba que lo llamaran, comenzó a dar señas de que tenía un don extraordinario para interpretar mediante la música el significado de cada escena y todo lo que podía cruzar por la mente del director cuando se situaba detrás de las cámaras.
Una de sus relaciones más entrañables la entabló con los directores Sergio Leone y Giuseppe Tornatore. Con Leone compartió su visión del arte como un elemento renovador de la esfera de la vida y la sociedad y la pulcritud con que desplegaba el hecho creativo. Ambos se conocían desde la primera infancia y luego hicieron una de las duplas más conocidas en la historia del cine. La trilogía del dólar, integrada por las cintas “Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el malo y el feo”, fue uno de los proyectos más ambiciosos que realizó junto a Leone. Los filmes giran en torno a un personaje interpretado por un joven Clint Eastwood, quien también se llevó un gran puñado de fama por su presencia en estas cintas. Todavía muchos recuerdan al joven actor estadounidense con su poncho, su pistola al lado del cuerpo y su actitud salvaje de tipo malo. La saga, qué duda cabe, es una de las más grandes en el decursar del cine.
Morricone hacía historia, quizá sin saberlo, la mayoría de las veces que colocaba su nombre en una cinta. En “Cinema Paradiso”, considerada uno de los más grandes clásicos del cine, dio otra de sus lecciones en la creación de una banda sonora inseparable de la cinta. Esta película fue una sorpresa cuando la estrenó un joven Tornatore que atravesaba la curva de los 30 años y que solo tenía como carta de presentación la cinta “El profesor”.
Música: Ennio Morricone
Para la película, estrenada a fines de los años 80, el experto Morricone contó con los servicios de su hijo Andrea, quien por aquellos años tenía los nervios en un puño por ser una de sus primeras incursiones cinematográficas. Para colmo, tenía ante sí no solo a su padre, sino a un baluarte dentro de la composición musical. La relación establecida entre el director y el laureado compositor fue tan estrecha que a partir de ahí consolidaron un vínculo creativo y una amistad que llevó a Morricone a trabajar en todas las películas que luego filmaría Tornatore.
El compositor italiano tuvo la facilidad de moverse por diferentes géneros con pasmosa naturalidad y sin asomos de complejos. Para él la música era un universo vivo con el que podía establecer un enriquecedor diálogo cuando lograba descifrar todos sus misterios. De ahí que nunca renunció a utilizar diversos ritmos o a innovar, recordemos por ejemplo, sus continuos experimentos sonoros con el oboe.
La Academia de Hollywood no lo reconoció en su momento con los premios Oscar por bandas sonoras de películas como “Días de Gloria”, de Terence Malick y sobre todo “Erase una vez en América”, de Leone, una de las bandas de sonido más logradas en la historia del cine. La música para “La misión”, de Roland Joffé, apuntó también con fuerza a los Oscar pero nuevamente el italiano se quedó a la espera del premio. En 2006 la Academia trató de enmendar sus errores con el otorgamiento de un Oscar Honorifico por la obra de la vida. En 2016 ganó el Óscar a la mejor banda sonora por la cinta “The Hateful Eight” (Los odiosos ocho), dirigida por Quentin Tarantino.
Morricone se retiró en 2019 a los 90 años cuando según aseguró se sentía en plena forma. “Cumpliré 91 años en noviembre, me encuentro muy bien, pero, ¿qué hago? ¿Continúo? Imposible”, dice él. Y añade: “No fue duro decidir. Es la constatación de que, con 90 años, hay que parar. He hecho tantas películas, conciertos, música absoluta. En un momento dado he de decir ‘basta’. He trabajado mucho, debo descansar y me permito parar. La gente quiere, y yo también”, dijo en una entrevista para el diario español El País.
Ennio Morricone pudo levantar su carrera a pesar de escollos que en su momento le puso la industria y su propia vida gracias a una imaginación brillante en una época en la que coexistió con otros grandes como Philip Glass. Su obra le abrió la mano a la libertad creativa en todos los sentidos posibles dentro del cine y en ocasiones su música puso en segundo plano la trama de la película. Era capaz de crear lo mismo lamentos desesperados dentro del entramado cinematográfico que evocaciones luminosas debido a ese talento irrefrenable que puso su sello de inmortalidad en los sonidos del cine y la cultura universal.
Según ha declarado el abogado de Ennio Morricone, el músico dejó una emotiva carta que encontraron sus familiares y que escribiera antes de la caída que sufrió en su casa, cuyas complicaciones a la postre determinaron su muerte. Reproducimos su texto:
Yo, Ennio Morricone, estoy muerto. Lo anuncio a todos los amigos que siempre han estado cerca de mí y también a aquellos que están un poco lejos, a los que saludo con gran afecto. Es imposible nombrarlos a todos. Pero un recuerdo especial es para Peppuccio y Roberta, amigos fraternales muy presentes en los últimos años de nuestra vida. Solo hay una razón que me impulsa a saludar así a todos y a celebrar un funeral de forma privada: no quiero molestar. Saludo con mucho afecto a Inés, Laura, Sara, Enzo y Norbert, por haber compartido conmigo y mi familia gran parte de mi vida. Quiero recordar con amor a mis hermanas Adriana, María, Franca y a sus seres queridos y hacerles saber cuánto los he amado. Un saludo pleno, intenso y profundo a mis hijos Marco, Alessandra, Andrea, Giovanni, mi nuera Mónica y a mis nietos Francesca, Valentina, Francesco y Luca. Espero que comprendan cuánto los he amado. Por último, María pero no última. A ella le renuevo el extraordinario amor que nos mantuvo unidos y que lamento abandonar A ella la despedida más dolorosa.
Firmado: Ennio Morricone