Marta Valdés hoy llega a los 85 años. Recibirá desde temprano un aluvión de llamadas por teléfono y una sonrisa intranquila le invadirá el rostro. Luego, como riéndose del tiempo, volverá a retirarse a la vida de compositora e investigadora que es tan vasta como la edad que su extraordinaria vitalidad desmiente.
Marta no ha dejado de crear canciones, de adentrarse con la fuerza de una atleta de inmersión en ese terreno tan amplio como desconocido que es el panorama sonoro cubano. Y gracias a su dedicación ha rescatado del olvido un rosario de historias de artistas que la desidia relegaron a los rincones más oscuros y polvorientos.
Su obra, sin embargo, no se puede encasillar dentro de alguna materia de arqueología pues ha ido en todas direcciones para fortalecer el núcleo de la música cubana, de la cual ella es una de las más sólidas exponentes.
Marta es una mujer que se bifurca, una artista que lo mismo se pone a escribir las canciones de un disco que luego quizá pase a guardar en el gabinete de la espera, que a redactar alguna colaboración puntual o a darle vida a las palabras de un nuevo fonograma.
Todo eso es solo un pequeño ejemplo de lo que es capaz de realizar a golpe de oficio, de ganas de seguir cultivando la potencia de la sonoridad cubana, que nunca podrá retribuirle el significado que en ella cobra una palabra tan alta como consagración.
Si uno revisa cronológicamente su trayectoria parece que Marta siempre ha estado ahí, braceando en el ojo del huracán de la música, enfrentando los complejos lances del destino y de esa carrera de resistencia que ha sido la creación sonora de la isla, la cual le debe canciones instaladas en la leyenda.
Marta es ella misma un misterio por descubrir. Su paso por tantas épocas tan complejas como luminosas la han llevado a guardar su anecdotario con recelo, ese que quizá en algún momento plasme en memorias en las que se podrá observar con detenimiento el entramado de la música cubana y sus hacedores.
La guitarrista, compositora, intérprete, entre otros tantos títulos que en ella cobran el sentido más auténtico, nació el 6 de julio de 1934 en La Habana, ese refugio donde decidió estacionar el corazón y dedicarse por complejo a una disciplina con la que definió un estilo compositivo, así como una manera de interpretación legada desde su entrada en el movimiento del feeling.
Alumna aventajada de figuras como Francisqueta Vallalta, Leopoldina Núñez y Odilio Urfé, Alejo Carpentier, Alfredo Diez Nieto y Harold Gramatges, Marta ha defendido la creación musical con la precisión de un cirujano.
Su trabajo está determinado por la atención a los detalles, en los rasgos quizás menos visibles en el proceso de creación, en eliminar cualquier tipo de fisuras que ensombrezcan el producto final de una obra.
Son conocidos sus considerables aportes al bolero, a la canción, a la trova, así como su entereza para valorar en su justa medida cada fenómeno o corriente que va naciendo en la música, sin dejarse llevar por los ímpetus del apasionamiento o la desmesura.
En su obra como compositora, guitarrista y crítica ha roto moldes e impuesto sus propios juicios de rigor. Abrió la música a experimentos durante el movimiento del feeling con audaces rupturas en la armonía y sentó las bases de un estilo que definió su siempre adelanta obra.
A sus 85 Marta Valdés sigue trabajando en la quietud del silencio, cuya barrera solo sobrepasa cuando considera que alguna invitación relacionada con la música cubana lo amerite.
En el disco Palabras, Haydée Milanés versiona canciones de la autora de “No hagas caso” y “Llora“, dos temas definitorios en la concreción de su repertorio.
Los homenajes a la compositora cubana también han llegado de músicos con los que comparte secretos y vivencias, como Pablo Milanés. Antes, temas suyos fueron interpretados por genios como Bola de Nieve, Vicentico Valdés; Fernando Álvarez; Elena Burke, Freddy…
En años posteriores Gema Corredera, que marcó una época en la música cubana contemporánea junto a Pavel Urquiza, le dedicó el disco Feeling Marta para rendir su homenaje personal a una artista que ha encontrado en la música una manera de vencer el paso del tiempo, un partido que ha ganado por goleada.
Marta es una artista llena de fuerza vital que puede ayudar a organizar el universo de la música cubana y los debates en torno suyo. Ahí está ella creando y componiendo, con la certeza de que la música es un lugar para salvarse del tiempo, de los demás e incluso de sí misma.