Hay que salvar el barco, dice el trovador Frank Delgado desde el título de su nuevo disco en producción SOS (save our ship) y no dudo que otra vez esté en sus canciones alguna señal de alarma sobre esa realidad compleja y punzante que es hoy Cuba. Ese barco puede ser una forma de canción, una filosofía de vida, un paradigma, un sueño, un país. El autor de Trovatur, Veterano y Las dos orillas, volverá a llenar el espacio sonoro con esa crónica que ha madurado a lo largo de los años, cimentada en una tradición musical que nos recuerda a Miguel Matamoros o Sindo Garay y que conforma una memoria innegable para la Cuba de las últimas décadas.
SOS: pero qué dice el coro…
Estoy haciendo un disco que se llama SOS como título provisional. Ya hay varias canciones grabadas junto a Kelvis Ochoa, Buena Fe, Pancho Cépedes y Ray Fernández. También incluiré una versión del tema Orden del Día, con Isaac Delgado. El 25 de marzo, a las 8 y 30 de la noche, presentaré algunas de estas canciones en el teatro Mella, de La Habana. Trato de hacer un concierto al año para que el público me diga si no he perdido mi brújula, dónde estoy parado, si mis canciones les interesan. Siempre me ha gustado tener este tipo de contacto, en sitios donde la gente se dedica a escuchar. Un lugar como el Mella es ideal para el público que me ha seguido durante todos estos años, porque yo no soy de llenar el teatro Carlos Marx.
Un topo ¿independiente?
Nunca he realizado discos temáticos sino por períodos de tiempo. Casi siempre incluyo las canciones que he hecho después del disco más reciente y las voy grabando poco a poco, cuando aparece dinero para producir. Ellas se van acumulando. Así me ha sucedido en mis últimos dos fonogramas. Después le propongo el material a una disquera. Mi grabación es independiente, no puedo esperar por la financiación de una empresa discográfica.
En Ustedes los trovadores no saben na´ de la vida, que ganó en el Festival Cubadisco, en la categoría de Trova, estuve trabajando durante 5 años. Ahora los soportes digitales ayudan muchísimo. Puedes realizar la grabación a tu modo, a tu tiempo, según tus propias pautas y sobre todo, sin las presiones de una disquera. Tienes la oportunidad de corregirlo en casa, con calma y eso se nota en el resultado del disco. Después que termine con este proyecto, ya he pensado en otros. La tecnología nos facilita el trabajo.
Yo no tuve la oportunidad de grabar cuando era joven. Tal vez antes de hacer mi primer disco oficial Trovatur, hubiera grabado otros dos. En ese momento sí dependía de un estudio y había una larga fila de artistas consagrados que no pudieron hacerlo o que lo hicieron muy poco. Empecé a grabar con una edad madura, a los 35 años, pero fue un fonograma que caminó mucho en Cuba, a través de discos “quemados” y así pasó con La Habana está de bala. Gracias a esas nuevas tecnologías, se ha difundido mi obra y he podido mantenerme junto a un público que consume mis canciones.
Canciones como mapas
En momentos de muchas dudas en mi vida personal, el arte me sostuvo, fue mi tabla de salvación. La cultura es como un salvavidas inmenso. Nuestra prioridad es que la cultura cubana sobreviva. Hay personas rondando la cultura que no tienen nada que ver con ella; sobre todo mercenarios trabajando en sitios vinculados al arte, que funcionarían mejor administrando una cafetería. Por otro lado, puedo mencionarte ejemplos de artistas que han llevado por buen camino iniciativas personales en sitios como El Mejunje, en Santa Clara y el Teatro Reguero, de Morón.
La ausencia de los artistas a la hora de dirigir y organizar proyectos culturales se nota. También la gastronomía tiene que subordinarse al hecho artístico y no al revés, como a veces sucede. En esos lugares no debe primar un criterio burdamente economicista. Muchos creadores cubanos están apostando por la iniciativa privada porque, en ocasiones, en los lugares culturales dirigidos por el Estado, existe un cierto divorcio entre la dirección creativa y la administración económica. A la hora de delimitar los nexos entre cultura y rentabilidad, el artista no debe estar ausente.
Y el que no se la sabe, la tararea…
Yo creo que es importante mantener peñas con precios módicos para el público que sigue la trova. También es cierto que muchas veces esos espacios no funcionan, desde el punto de vista económico, para el artista. Siempre he vivido para el arte y no del arte. Descubrí tarde que existían mecanismos para que los cantautores pudieran cobrar por su trabajo. Luego comenzaron a aparecer centros nocturnos y yo pensé que la cultura podía tener un lugar en ellos, porque siempre estuvo relegada a la matinée y las noches estaban secuestradas por elementos “artísticos” de dudosa procedencia.
En 2008, llegué al Centro Cultural El Sauce, y allí realicé la dirección artística del espectáculo. Después se desarrollaron distintas propuestas para gente que podía pagarlas, en lugares como El submarino amarillo, Café Brecht y el Pepito´s Bar. Esos lugares son importantes, pero también hay que mantener las peñas con precios asequibles para el “cubano de a pie”. Recuerdo proyectos como el de Noel Nicola, en el Palacio de los Capitanes Generales; y la Séptima Cuerda, que estuvo en la Biblioteca Nacional José Martí, o el Tres tazas, de Silvio Alejandro, en el Pabellón Cuba. Durante el verano de 2012 yo realicé una en el teatro El Sótano, del Vedado, y espero repetirla este año.
Una espiral que nunca acaba
Mis canciones son más narrativas que poéticas. Busco una historia y la desarrollo. Lo fundamental es descubrir esos relatos no contados, explorar una de las tantas aristas de la sociedad cubana. Es bastante complejo porque hay jóvenes trovadores con una agudeza tremenda. Estos tiempos tienen una banda sonora peculiar y yo trato de estar en ese grupo que analiza la Cuba que nos tocó vivir. Así comenzamos Carlos Varela y yo; también Gerardo Alfonso a su modo; hasta Santiago Feliú que era el más poético, ecléctico y polisémico de todos nosotros. La crónica es mi forma de hacer la canción. No vivo en una burbuja, conozco lo que sucede en el agro y hasta en el “mercado negro”. Es una mirada que defiendo. Todo lo que he hecho tiene que ver con eso.