Al momento de hacer esta entrevista, y de seguro por un buen trozo del futuro más cercano, Israel Rojas es un hombre feliz. El líder de Buena Fe, acaba de concluir la mejor de sus obras. Su hija Ana Paula ya suena a vida, con la estrenada fuerza de su nacimiento.
En medio de las felicitaciones y trasiegos propios de un papá recién parido, el artista dedicó para OnCuba unos comentarios sobre su producción discográfica Dial:
“El disco tiene trece temas, de los cuales doce son míos, y hay uno compuesto a cuatro manos entre Andrés Suárez y yo. Él es un cantautor español amigo que estuvo tocando acá con nosotros. De esa relación nacieron varias canciones, incluida esta. Hay un pretexto, hacer un homenaje al noventa aniversario de la radio en Cuba, y entonces por eso se usa poco la radio como eje central y el nombre de Dial para el disco. Aunque no se pudo presentar el año pasado, por mil cuestiones, no quise cambiar el concepto de que el hilo conductor de las canciones fuera ese pretexto. Al final, usamos varios elementos icónicos y se estableció una especie de dial de Buena Fe.
Los arreglos son sobre todo de Ernesto Cisneros, nuestro pianista, que tuvo a su cargo alrededor de siete temas. Hay también arreglos de Yibrán Rivero y Vicente Alejandro Trigo, los muchachos del Dúo D´Corason, que tienen un trabajo que me gusta mucho. Sobre todo porque son magníficos instrumentistas. Hay otro arreglo de Joel con Aldito López Gavilán. Y como siempre, arreglos un poco colectivos con la banda, de Cisneros conmigo, en fin…”
De la reciente acogida en Miami, Israel nos hace un poco de historia, a propósito de las estancias anteriores del grupo.
“Esta es la tercera ocasión que vamos a Miami. Ya estuvimos en otro momento con La Charanga Habanera, Vocal Sampling y nosotros. Luego regresamos nuevamente. Allí, sobre todo en esa segunda vez que estuvimos, hubo muchas manipulaciones de los medios. Se le dio un perfil a la información, quisieron poner un Buena Fe que no es, y unas intenciones que no son las del grupo ni las de nuestra obra. Hubo gente que tuvo la peregrina idea de que éramos un grupo con segundas intenciones, con un hacer a hurtadillas para serrucharle el piso a la Revolución. Y yo prefiero que me odien por lo que soy, a que me amen por lo que no soy. Entonces, habíamos decidido no ir más.
“Vamos a decir que a nosotros, un concierto al año, no nos reporta nada, ni siquiera en lo económico. Para eso, no necesitamos ir a Miami. Sí reporta en lo espiritual, en materia afectiva, en el amor que se recibe de la gente que allí gusta de nuestro trabajo y que se paran por sobre la intolerancia, o que incluso pasan de ese tema y van sólo a disfrutar la música y punto, con absoluto respeto. Eso es muy bueno, es embriagador, es una fuerza que te mueve.
“Me convencí de volver a Estados Unidos por la cantidad de gente que venía y nos pedía que fuéramos allá. Por los que escribían en las redes y nos pedían que tocáramos. Entonces, nos da un gusto enorme cantar para un grupo de cubanos, o de dónde sean, que quieran degustar nuestro trabajo.”
Finalmente, para suerte de los seguidores del trabajo de Buena Fe, el regreso se produjo. Además, este concierto tuvo el valor agregado de presentar, no sólo un nuevo disco, sino el material de otras obras anteriores, cuyas letras y acordes no se habían escuchado en vivo en la ciudad de la Florida. Sobre sus impresiones de este concierto, Israel apunta:
“El público al que van los artistas de aquí a tocar en Miami no es un público norteamericano. Es el mismo público cubano. Ahora tocamos para cerca de dos mil quinientas personas y casi todos eran cubanos. Cubanos, además, convocados por Facebook, de modo que casi todo el mundo era un público joven. El concierto fue muy hermoso, pasaron cosas muy bonitas allí mismo, nos elogiaron mucho, incluso en el propio escenario nos leyeron cosas… Hubo mucha gente que escribió cosas lindísimas en las redes. Hicimos en los medios de comunicación la promoción imprescindible, que los organizadores nos lo piden siempre, pero el peso mayor estuvo en las redes digitales. Debo decir que los medios fueron en general muy respetuosos, y nosotros además publicamos todo lo que dijimos en cámara, sin editar, en nuestra página en Facebook.
“Mira, hay quien cree que yo me dedico a este negocio por dinero, y están totalmente equivocados. Porque eso que siento cuando voy a Miami, lo siento también cuando voy a Manzanillo, cuando voy a Moa, y lo siento igual. La maravilla de sentir que con mi canción estoy siendo útil a alguien. Tratar de que una canción pueda ser un bálsamo, un alimento para curar la pena de alguien, esa mi intención. Haz bien tu trabajo y las oportunidades vendrán solas, me decía mi abuelo. Entonces, a Miami vamos con la expectativa de ver a un público que se identifica con nuestro trabajo, que quieren disfrutar de nuestra obra y que se sienten contentos de vernos. Y a tratar de hacerlo lo mejor posible, para ellos.
¿Podría ser la canción, la cultura, quien apretara los lazos que unen y no los que separan? ¿Podría el arte vencer a las manipulaciones y otros demonios de la intolerancia? Al respecto, opina el director de Buena Fe.
Cuando quitas todas las místicas raras que se inventan por ahí, al final está la canción. La misma canción que, piense yo cómo piense, te ha acompañado por tanto tiempo, a lo mejor hasta desde tu infancia. Hay artistas con los cuales yo no comparto sus posiciones, sus criterios personales sobre determinados aspectos o los políticos, sin embargo, esos mismos artistas tienen canciones bellísimas. Y eso es lo que importa. Más allá de lo que puedan significar en sus criterios, yo voy al artista, al bien que reportan sus obras.
“Hay toda una generación que ya salta sobre las intolerancias, que todavía existen en Miami por parte de un grupo de gente y que son muy virulentas, casi en extremo. Ese público va a escucharnos, sin otra aspiración que la del disfrute, la del asumir que esta música me gusta y voy a disfrutarla, sin complejos, ni trabas políticas. Son personas que descubren que la cultura cubana sigue estando en Cuba, no en Miami, y ese es un público que ha decidido seguir siendo cubano, viva donde viva. Que empieza a reverenciar su cultura, a reencontrarla. Que oye su música, que cuando están allá Los Van Van los siguen y bailan con ellos. Que le va al equipo Cuba sin roña, sin pensar si es el equipo oficial o del gobierno o de lo que sea. Es mi equipo Cuba y ya, y lo sigo. Y si va Silvio, lo va a ir a aplaudir, aunque sea en Orlando. Porque todo eso es Cuba también.”