Para una historia de Las Bayamesas

Bladimir-ZamoraCirculan las noticias de que el poeta, musicólogo, gran amigo, inspirado e inspirador de una generación intelectual que se nucleó alrededor de la revista El Caimán Barbudo, se encuentra muy mal de salud, quizás cercano a la muerte. Sus amigos dispersos, desde todos los rincones del planeta y desde Cuba, piensan en él con la intensidad de quien quiere salvar. Nosotros en OnCuba también nos sumamos para homenajearlo. Publicamos este texto suyo que nos envió, junto a otros, hace poco tiempo. En este, “el Blado” hace los apuntes mínimos para historiar Las Bayamesas, canciones patrióticas, fundacionales.

 

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En la medianía del siglo XIX Bayamo era una pujante villa de la Isla de Cuba. La segunda población fundada por los españoles en 1513 era a esas alturas la cuna de muchos criollos acaudalados, que habían salido a hacer altos estudios en La Habana y habían hecho viajes de paseo y búsqueda de información por Norte América y muchas ciudades europeas de España, Italia y Francia, entre otras. Eso les permitía traer a su sitio natal numerosas iniciativas, que tenían que ver con la educación y la cultura.

De esa suerte apareció la Sociedad Filarmónica de Bayamo, que estaba situada en un edificio al costado de la plaza principal. Allí se hacían veladas de poesía, música y teatro. Allí asistían con mucha frecuencia personalidades como Carlos Manuel de Céspedes, Perucho Figueredo, José Fornaris y muchos más.

A solicitud de Francisco Castillo Moreno, fue secundado por Céspedes y Fornaris para componer una canción para desagraviar a su novia Luz Vázquez. Así en las primeras horas del 27 de marzo de 1851, es decir en plena madrugada, en la ventana de Luz fue cantada por primera vez aquella canción que dice “¿No te acuerdas gentil bayamesa /  que tú fuiste mi sol refulgente?”

La canción a la que nombraron La Bayamesa, se popularizó en la villa, y aunque es de suponer que no fue la primera que se compuso allí, con el tiempo se tomó como la pieza del inicio del cancionero trovadoresco cubano.

Casi veinte años después Perucho Figueredo compuso una marcha de guerra a la que llamó La Bayamesa, con lo que vendría a ser la segunda en aparecer en Bayamo, que fue orquestada por el maestro Manuel Muñoz Cedeño y se tocó por primera vez dentro de la iglesia mayor de la villa, y al arrancar la primera guerra contra España en 1868 fue tomada como Himno de Bayamo y luego de celebrada la Asamblea de Guáimaro en el Camagüey fue denominada Himno Nacional de la República de Cuba en Armas. En los días iniciales de esa primera gran contienda liberadora contra España, circuló en los campamentos de los insurrectos cubanos, la primera bayamesa con versos compuestos por el poeta José Joaquín Palma.

Ya en las primeras décadas del siglo XX la figura del trovador se había hecho muy familiar en nuestra isla. Músicos que guitarra en mano andaban por los caminos del país y llegaban sin previo aviso a las diferentes ciudades y hacían temporadas allí, mientras hubiera alguien que le procurara techo, comida y algún trago de ron humilde. Varios de ellos son verdaderos virtuosos de nuestro cancionero. Entre ellos se pueden contar al santiaguero Rosendo Ruíz, al camagüeyano Patricio Ballagas, y al villareño Manuel Corona. Brilla entre ellos por sus dotes de genio musical otro santiaguero: Sindo Garay.

Sindo, que nació en 1867, duró más de cien años. Era totalmente autodidacta y aprendió a leer tratando de entender los carteles que veía por la calle. Este hombre sin cultura académica ninguna, sentía gran interés por la ópera y fue capaz de componer canciones de muy compleja estructura melódico-armónica, entre ellas La tarde, Tardes grises y Germania.

Sindo sintió una gran afinidad por Bayamo. Era frecuente verlo allí y en 1946 fue nombrado hijo ilustre de la ciudad. Ya para entonces él había acumulado méritos suficientes como para que eso sucediera. Téngase en cuenta que ya en 1918 el trovador había dado a conocer una canción emblemática de su catálogo, aquella que denominó Mujer Bayamesa, aquella que dice “Tiene en su alma la Bayamesa triste recuerdo de tradiciones”…La composición se tornó una página antológica de nuestro cancionero, que nunca ha dejado de interpretarse.

A lo largo del siglo XX varios trovadores de la ciudad han cantado a Bayamo, como el humilde Pimpo La O, solo que sus piezas no tuvieron la suerte de haber sido difundidas. En lo que va de siglo XXI hay muy jóvenes trovadores que a su modo se siguen inspirando en las mujeres de esta comarca, con lo cual no ha dejado de alimentarse esta tradición que nació en la ventana de Luz Vázquez, allá en la medianía del siglo XIX.

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