El caso de Qva Libre es un tanto singular en la música cubana. La banda nació hace 20 años en el underground cubano, fue un emblema de la escena alternativa durante algún tiempo y luego dio un giro radical en su propuesta, con el que llegaron a incursionar en géneros tan distantes de su sonoridad original como el reguetón.
Carlos Díaz, su actual director, fue el responsable de incorporar otros géneros acordes a sus propios intereses musicales. El cantante y guitarrista reconoce la existencia de discrepancias entre los integrantes de Qva Libre por el rumbo que iba tomando el grupo hacia otros territorios, y que una parte del público de su primera etapa pudo haberse sentido traicionado por la evolución de la banda, que este año arriba a sus dos décadas sobre los escenarios.
“El público siempre se siente traicionado cuando hay cambios. Los cubanos son muy fieles al artista. Se enamoran de la idea que uno propone. Cuando empezamos a hacer música alternativa, el mundo del rock nos abandonó por completo. Puede haberse sentido traicionado. Entonces creamos otro público. Dentro de la música alternativa llegamos a un nivel de popularidad que permitió que nuestra música fuese escuchada por muchos tipos de público diferentes. Desde el que le gusta la salsa, el reguetón o el rock and roll. Rompimos muchas fronteras en ese tipo de escena”, dice Carlos, acompañado de Alejandro Infante, “El Pollo”, uno de los guitarristas de la alineación.
Ambos músicos están sentados frente a una computadora en la casa del director de la banda, en El Vedado. Preparan una selección de las canciones que conformarán su próximo disco. Ese fonograma, según el guitarrista, volverá sobre los primeros pasos de Qva Libre. Carlos acaba de presentar su nuevo fonograma, Funkimba, a los Premios Grammy, mientras se enfoca especialmente en llevar su música hacia el mercado latino. “Ese es nuestro principal propósito ahora”, comenta.
La conversación la teníamos pactada desde hace meses mediante Facebook, pero tiene su base en la cercanía que tuve con esta banda durante su nacimiento, cuando trepaba a los escenarios del underground capitalino con un empaque sonoro surgido en la rebeldía del rock and roll y al calor del cambio de siglo.
¿Cuál fue el propósito que tuvieron con la formación de la banda?
Frank Montejo y Yordano Serrano fueron los fundadores de la banda. Ellos venían del grupo de rock Amnesia y tocaban en el Patio de María. En un momento, decidieron desintegrar esa banda y formar Qva Libre, que en un principio se iba a llamar Viva Qva Libre. Cuando Alberto, quien se desempeñaba en la guitarra, deja el grupo por problemas de salud, Frank me busca para invitarme a integrar la banda. La idea inicial era hacer un grupo de rock fusionado con elementos de la música cubana. Frank tenía mucha influencia de los puertorriqueños Puya y quería asimilar esa sonoridad. Eso fue lo que más me motivó a sumarme. Yo había acabado de salir del Servicio Militar y ya tenía algunos instrumentos muy valiosos para la época.
¿Cómo percibió el público la música de la primera etapa de la banda?
Cuando empezamos, dimos conciertos en el Patio de María y en otros escenarios del circuito roquero. Los rockeros son radicales. Al principio no teníamos aceptación. Recuerdo que ofrecimos un concierto en El Almendares y nos gritaban que éramos ‘Van Van con distorsión’ o La Charanga Habanera. Entonces empezaba la furia con Habana Abierta. Le dije a Frank que el camino de nosotros era sobre la música alternativa, que debíamos bajar un poco la parada del rock y fusionar más con la música cubana. Así nació el disco Resistencia y Reciclaje, el primer intento de lograr la sonoridad que hoy tiene Qva Libre. Pero todavía nuestra música estaba muy grunge. Era una mezcla de Rage Against The Machine con música cubana.
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Después de un concierto en el cine Riviera en el 2007, la banda se desarma porque Frank se va para Estados Unidos y otros músicos también estaban haciendo los papeles para irse. En ese momento yo paso a dirigirla y entra el cantante Lenier. Empecé a incorporar la sonoridad que más me interesaba y grabamos temas como ‘2012’, ‘Buena Suerte’ y el disco Viva Qva Libre. Esos fueron los primeros pasos para hacernos populares. En 2013 ya dimos el salto definitivo con el tema ‘Cuando tú dices que me amas’.
¿Hubo discrepancias entre los músicos por el nuevo rumbo que tomaba la agrupación?
Carlos: “Siempre existieron discrepancias en el paso de una sonoridad a otra. Por ejemplo, Yordano, un excelente bajista, no estuvo de acuerdo con los temas que empezamos a hacer. En los ensayos siempre criticaba la música porque sus intereses eran más rockeros, pero la mayoría de los integrantes estaban buscando otra cosa. Yordano salió de la banda para integrar el grupo de David Blanco, donde permanece hasta hoy”.
¿Cómo recuerdan la escena más underground en que nació Qva Libre?
El Pollo: “Había un movimiento alternativo fuerte, que fue reflejado en la película Habana Blues. Fue un buen momento. Yo era alumno de Carlos y luego me llamó para la banda en 2010. En esa época él solo tocaba la guitarra y después comenzó a cantar. Ahora está regresando a la esencia”.
¿De qué forma vivieron la popularidad, teniendo en cuenta que venían de una escena underground donde se movían otros intereses artísticos?
El Pollo: “Nuestra generación era más romántica. Cuando yo comencé a tocar la guitarra, no lo hacía pensando en la popularidad ni en el dinero. Me centraba más en lo que iba a hacer, en disfrutarlo. Luego alcanzamos la fama y me entregué por completo al proyecto. Las nuevas generaciones están más preocupadas por alcanzar rápido la fama que por hacer un buen show o crear algo novedoso”.
Carlos: “El interés mayor de cualquier artista es llegar a la popularidad. Hay gente que dice que no, pero eso es un engaño. Cuando llegamos a la fama, perdimos a nuestras novias o esposas. Fue un choque muy fuerte ver cómo de la noche a la mañana a nuestros conciertos ya no iban 50 personas, sino que lográbamos repletar los lugares. Llenamos las peñas del Café Cantante durante seis años consecutivos, de universitarios, de muchachitas lindas. Lo mismo sucedía en todas las provincias y cuando tocábamos en la escalinata de la Universidad de La Habana. A mí se me fue la olla. Perdí mi relación y después comencé otra y otra. No es un secreto para nadie. Pero llega un momento en que uno madura y ve las cosas con más serenidad”.
La fama entonces te venció.
Carlos: “A mí solamente no. Les pasó a todos. El artista es egocéntrico por naturaleza. La fama es una cosa que te alimenta directamente el ego. No lo digo en un mal sentido, aunque hay gente que lo toma por otro camino. Cuando me refiero al ego, es sentir el cariño de la gente, que te va hinchando”.
El Pollo: “En alguna medida, uno pierde la percepción de la realidad y cree que lo puede todo. Entonces vienen las equivocaciones y los errores porque de alguna manera tienes más dinero, más reconocimiento. Se te facilitan muchas cosas. Si no tienes gente buena al lado, puedes perder la noción de la realidad y pensar que te lo mereces todo. Entonces surge el problema real. Es así cómo lo experimentamos nosotros. La humildad se te esconde y necesitas un golpe para abrir los ojos”.
¿Se arrepienten de algo que hayan hecho en ese tránsito del underground a la popularidad?
Carlos: “Nosotros pensamos que hasta las experiencias negativas tienen algo que aportar. Son enseñanzas. Creo que no hay nada de qué arrepentirse. Si hay algo en lo que hemos fallado, se convierte en un punto de partida para tratar de hacerlo mejor. Siempre aconsejamos mucho a agrupaciones nuevas y los jóvenes músicos nos piden consejo cuando van a hacer algo”.
El Pollo: “Por supuesto que pudiéramos haber hecho las cosas mejor, pero no nos arrepentimos de nada. Ese camino es el que nos ha dado la visión y la sabiduría para saber qué podemos hacer y qué no”.
¿No les tembló el pulso cuando incorporaron géneros urbanos a su sonoridad?
Carlos: “En esta banda nunca ha habido miedo. Este piquete es una locura. El público ha sido testigo de eso. Nos lanzamos siempre a explorar sonoridades nuevas. Cuando sacamos el disco Urbano, hay gente que pensó que lo hacíamos por una cuestión de facilismo, para estar ‘pegados’. Pero si lo analizas bien, Qva Libre ya tenía popularidad antes de ese disco y no era con la música urbana. Ese álbum fue un reto personal para la banda y para mí. Lo convertimos en una demostración de que no teníamos fronteras, que podíamos estar reinventando continuamente”.
El Pollo: “Hubo gente que estuvo de acuerdo y otros que no. Yo no fui muy seguidor de esa idea, pero Carlos es el director. Si él me dice que hay que hacer esto, yo le digo mis opiniones, pero al final Carlos es la cabeza y, si queremos tener éxito, debemos apoyarlo. Eso fue lo que hicimos hasta que llegó el punto de que ya no nos llenaba espiritualmente. No nos sentíamos cómodos tocando esa música, aunque no porque pensemos que sea mala o tenga menos valores que las otras…
A mí la música que me gusta es la alternativa. Yo soy rockero y me gusta el funk. Necesito sentir que en mi guitarra estoy tocando algo. Ya esa música no me alimentaba. Era como la papa frita. Te gusta un momento, pero necesitas luego pasar a otra cosa. Entonces miramos hacia atrás para ver todo lo que habíamos hecho y volver sobre nuestro sonido”.
¿Cómo asimilaron el reguetón en la sonoridad del grupo?
Carlos: “No sé por qué la gente segmenta las cosas. Pienso que un artista de un género determinado puede colaborar con otro que no tenga nada que ver con su propuesta. Nosotros empezamos a coquetear con el género urbano primero a raíz de ‘La tremendonga’ con Los Desiguales, que en esa época estaban muy pegados. Después, cuando la gente del mundo urbano vio que hicimos esa colaboración, los artistas querían colaborar con nosotros porque vieron la posibilidad de llegar a la televisión, algo que no pasa con frecuencia en el reguetón. Colaboramos con Yomil y El Dany, El Yonki, El Micha, El Chacal y Kola Loka. Cuando hacemos el tema con Yomil y El Dany, ya se veía venir esta sonoridad más digital y comenzamos a pinchar con los DJ UIltra e Italo. Fue como llegar a una selva virgen y probar frutos nuevos. El resultado fue Rock duro mami y Los caballeros de la noche. Rock duro mami fue con el cantante Lenier y el otro disco, con Kendaya”.
¿Han recibido críticas por sus textos o su proyección escénica?
Carlos: “No nos han acusado de machistas ni misóginos, aunque estuvimos un poco más expresivos cuando incursionamos en el género urbano. La música de Qva libre está dirigida completamente a las mujeres, que son la mayoría de nuestro público. Desde que empezamos, nos dimos cuenta de que iban muchas a los conciertos. Las mujeres se volvían locas y nosotros nos volvíamos locos. Nuestra proyección siempre fue muy sexual. Somos hombres sin tabúes, sin complejos. A Leoni las mujeres lo ven como un galán, pero en nuestro caso se volvían locas, como si fuéramos unos dementes en el escenario. En las redes sociales, todo el tiempo las mujeres coquetean con uno”.
El Pollo: “Las respuestas que veíamos en las mujeres eran muy grandes. Y nos enfocamos en ese público. Yo tuve la suerte de tener a mi pareja en el grupo. Ella entró en el momento de la ebullición de Qva Libre, en el 2014”.
¿Qué etapa creen que define la entrada de la vocalista a la banda?
Carlos: “El momento en que ella aflora fue en el 2016, con el disco Rock duro mami y en el tema “Juntos pero no revueltos”, uno de los hits de Qva Libre.
¿Cuba se le ha quedado pequeña a la banda?
El Pollo: “Absolutamente. Nosotros venimos de haber dado la vuelta por toda Cuba y hemos ganado todos los premios que se puedan ganar: Cubadisco, Lucas, Cuerda Viva”.
Carlos: “Estamos trabajando para expandir nuestra música fuera de Cuba. Ese es uno de nuestros principales enfoques ahora. Hemos tocado en Canadá y Venezuela. Cuando fui a Estados Unidos, tuve que formar una banda allá, en la que había antiguos músicos del grupo. Cuando tocamos en Canadá fue una locura. Tocamos en un festival en la ciudad de Quebec para más de 2000 personas”.
¿Creen que exista en Cuba interés institucional en promover una banda como Qva Libre?
Carlos: “Siempre hemos sido muy luchadores. A pesar de muchos trabajos que pasamos, supimos llegar a la gente. Tuvimos mucho apoyo de programas como Cuerda Viva y de medios nacionales, de Juanito Camacho, a quien la banda tiene mucho que agradecerle. Pero no fuimos impulsados por las instituciones, sino por periodistas y personas específicas que se interesaron en nuestro trabajo. Nosotros lo que transmitimos son valores culturales. Siempre tratamos de estar acorde a lo que piensa la gente joven. Tratamos de tomar los códigos de los jóvenes y moldearlos con una carga cultural. Lo que más consumen los jóvenes es reguetón, Bad Bunny, Anuel AA… sin embargo, también escuchan nuestra música. Ese es nuestro aporte cultural.
En Cuba existen muchos artistas que les interesan a la juventud, pero no cuentan con apoyo. No se trata de criticar el reguetón, sino de promover toda la música que se hace aquí. No tienes que quitar, sino sumar”.
¿Por qué creen que existe en Cuba ese furor por el reguetón?
El Pollo: “Es un fenómeno mundial. La juventud lo que consume a nivel mundial es ese género. Esos artistas dominan los medios e Internet. Los jóvenes siguen tendencias y si en los medios se escucha, eso van a seguirlo. En Cuba sucede algo raro porque supuestamente no se privilegia esa música. Sin embargo, cuando sales de La Habana, en todas las plazas lo que se pone es morfa y el reguetón que se divulga en el paquete. Eso pasa en todas las fiestas populares. Es muy difícil llegar a un lugar donde se escuche Havana D Primera, Van Van o Alain Pérez. Morfa es un subgénero de la música urbana; su esencia es la clave cubana. Es un género nuevo, tan cubano como la salsa. Si la letra es vulgar o degradante, no se debe estimular. Pero uno puede hacer esas mismas canciones con una mejor letra”.
Carlos: “Los reguetoneros están cerca del pueblo. Deben dejar que el reggaetón que no sea vulgar esté en la televisión. Público hay para todo tipo de música”.
¿Cuál fue el objetivo de incorporar esos llamativos sombreros al estilo de la agrupación?
Carlos: “Fue en el 2010, cuando grabamos el video clip de la canción ‘Buena Suerte’. Montamos un set muy teatral, con escenarios de cartón. Cada cual tenía un personaje. Yo hacía el Willie Wonka de La Fábrica de Chocolate. Un miembro del grupo trabaja la técnica de papel maché y me propuso la idea de hacerle sombreros a toda la banda. Creamos un taller en casa del Ruso (vocalista del grupo) en Santa Amalia y los combinamos con el vestuario. Los hicimos de papel maché y los pintamos con acuarela.
¿Qué etapa marca el nuevo disco Funkimba?
Carlos: “Este disco pretender rescatar ese Qva Libre de hace años, del cual la gente tiene añoranza, pero desde una mirada moderna. Es el disco más pensado del grupo. Los temas están muy bien pensados y los arreglos, trabajados al detalle. Suena duro, todo está bien elaborado. Es el arranque para volver a nuestra línea original”.
El Pollo: “Fue una necesidad espiritual, en mi caso y en el de Carlos, que somos los que más veces al día pensamos en Qva Libre. Necesitábamos este disco. Ahora estamos trabajando en otro que es más minucioso. Ya tenemos más de 30 canciones y tendremos que hacer un trabajo con calma, para quedarnos con la selección final. En este disco se regresa a la guitarra, al funky, al rock, junto a géneros como el changüí”.
¿Hasta dónde les gustaría llegar con la banda?
El Pollo: “Estamos enfocados en lanzar nuestra música hacia América Latina. El Sur también existe. Hay un movimiento de bandas muy talentosas en este continente. Por estar más cerca de Miami, una de las mayores influencias que existen entre los jóvenes viene de allá. Pero hay mucha buena música en Latinoamérica, donde existen bandas que a Cuba no llegan”.
Carlos: “Estamos trabajando con el mercado de Chile para tratar de insertarnos. Presentamos el disco Funkytimba en los Grammy. En Chile pasan mucho nuestras canciones, así como en Venezuela y Argentina”.
Cuando uno escucha las letras de la banda, puede pensar que no tienen otras preocupaciones sobre Cuba o el mundo…
Carlos: “Lo que pasa es que la filosofía de Qva Libre está encaminada hacia un mensaje positivo. Tratamos de transmitir una zona de confort para que la gente la pase bien, sea del ámbito que sea. Ese es nuestro objetivo. Eso no quiere decir que no tengamos preocupaciones”.
El Pollo: “No es necesario decir que la cosa está mala en las canciones. Con tu actitud puedes transmitir un mensaje positivo y llevar un sentimiento de bienestar a las personas. Y creo que hasta el momento lo hemos logrado”.