A Ramsés Puente lo recuerdan en Cuba por su versatilidad como violinista. En los primeros años de este siglo, mientras estudiaba en el Instituto Superior de Arte, estuvo muy presente en el panorama musical de la Isla.
Fue uno de los fundadores de Interactivo y el cuarteto de cuerda Amadeo Roldán; trabajó con la Camerata Romeu y la orquesta de cámara Solistas de La Habana. Grabó con Silvio Rodríguez, Frank Fernández, Haydée Milanés, Yusa, Kelvis Ochoa, Descemer Bueno…
“Siempre fui muy inquieto, nunca creí estar destinado a una sola línea musical –asegura Ramsés a OnCuba. Hacía lo que me interesaba, y además tenía todo el ímpetu de la juventud”.
La composición, sin embargo, no estaba todavía entre sus intereses. Deberían pasar varios años para que lo atrapara por completo, para que se convirtiera en una pasión que lo traería de vuelta a sus raíces.
Pero antes tendría que tomar distancia.
El camino a España
Para Ramsés, la música barroca fue el pasaje de ida. En su desempeño como instrumentista –en especial en los Festivales organizados por el conjunto Ars Longa y la Oficina del Historiador de La Habana– se enamoró de este período de la historia musical y tuvo la oportunidad de estudiarlo en Europa.
En 2005, con la ayuda del violinista vasco Pedro Gandía, el músico obtuvo una beca en la Universidad de Salamanca, España. Allí permanecería seis años, concentrado en el estudio y la interpretación de obras del Barroco.
“Pero llegó el momento en que me di cuenta que este deseo debía estar avalado por un sentimiento mayor a la curiosidad –cuenta Ramsés. Los europeos viven esta música de una manera muy particular, porque es su propia historia, y uno se siente un poco intruso. No podía evitar que en mí aflorase lo caribeño, lo latino, y entonces sentí la necesidad de ampliar mis perspectivas, tanto artísticas como personales, y además hacer mi propia música”.
Su siguiente destino sería Barcelona. La cosmopolita Ciudad Condal le ofreció el caldo de cultivo necesario que lo llevaría definitivamente a componer.
“Antes ya lo había hecho esporádicamente, como un juego, pero en Barcelona empecé a hacerlo con responsabilidad y consistencia, a moldear un oficio –comenta. Fue el descubrimiento de una nueva vocación, de una nueva fuente de energía a la cual le dedico actualmente muchas horas”.
El maravilloso y variopinto escenario artístico de la urbe catalana y el encargo para hacer la música de un documental se confabularían para sentarlo a escribir. A ello también contribuirían un emotivo viaje a Cuba y el reencuentro, de vuelta en España, con amigos cubanos como el guitarrista Alí Arango.
La composición entraría en su vida para quedarse.
De Barcelona a Ibiza, de Ibiza a Cubarna
Ramsés componía cada vez más, pero en Barcelona ejecutó muy poco su obra. Apenas incluyó un par de piezas suyas en el repertorio del cuarteto de cuerda aupaQuartet con el que trabajaba entonces y con el que realizó presentaciones dentro y fuera de Europa.
“A partir de esta época me he dedicado a hacer un trabajo más bien jazzístico, más complejo musicalmente, con mucha influencia de la música estadounidense y del flamenco, de artistas que están a la vanguardia del jazz y también de otras líneas musicales –dice a OnCuba. Ese interés está presente en toda mi generación artística, desde la escuela, y por eso esas sonoridades se reflejan en mi obra”.
Un nuevo salto incorporaría otros ingredientes a la ecuación creativa de Ramsés. Decidió radicarse en Ibiza, en las Islas Baleares, y en su trabajo asumió entonces la banda sonora del lugar.
“En Ibiza me encontré con otro escenario, el de las grandes fiestas y la música electrónica, pero también un sitio de una hermosura natural diferente, de una población pequeña y muy acogedora. Eso me ayudó a reconectarme con mi condición de isleño y a añadir más variedad a mi trabajo creativo, colaborando con DJs y utilizando sonoridades electrónicas”.
En el archipiélago del Mediterráneo, Ramsés ha continuado también su labor pedagógica, un quehacer que lo ha acompañado durante sus años en España y le reporta hoy la seguridad indispensable para componer.
“Éste es el momento de dedicarme más a mi música –explica; ahora tengo la tranquilidad necesaria para crear. Es como un hobby que disfruto mucho cada momento”.
Con la libertad creativa y la motivación precisa, tarde o temprano llegaría la oportunidad de que su música regresara a Cuba. Y llegó justo en 2017.
“El hecho de que a grandes amigos, músicos de gran reconocimiento hoy en Cuba, les haya parecido bien mi obra y hayan querido acompañarme para grabarla, ha sido un grato reencuentro con mis orígenes. Considero este proyecto doblemente valioso, debido a la conexión entre la música y la interpretación de mi gente”.
El violinista y compositor agradece en primer lugar a Harold López-Nussa, quien “ha sido la llave de todo”. Al proyecto también se han sumado otras figuras como Haydée Milanés, Robertico Carcases, Ruy Adrián López-Nussa, Oliver Valdés, Elmer Ferrer, Ivet Frontela, Aldo López-Gavilán y el bajista Aarón Puente, hermano de Ramsés.
El primer tema de su álbum Senda, grabado en la Isla, se titula “Cubarna” y había sido incluido anteriormente en un disco de aupaQuartet. “Cubarna”, comenta Ramsés, “es la mezcla de Cuba con Barcelona. Surgió justamente en los primeros meses de haber llegado a Cataluña, como resultado de todas mis experiencias e impresiones de la ciudad, de su arquitectura y su ambiente. Toda esa fuerza, todas esas sensaciones me ayudaron a crear este tema”.
Componer y tocar… para Cuba
Componer regularmente fuera de la Isla ha sido una circunstancia que Ramsés ha sabido aprovechar a su favor.
“Mis creaciones alcanzan mucha fuerza con la distancia, en la emigración. Proyectan evocaciones, deseos e imágenes de ese país en el que no estoy. Es como hacer mi propia Cuba donde vivo.”
Como compositor, siente al público cubano como el destinatario natural de sus creaciones. “Para mí es un sueño que en Cuba sepan que existo como compositor”, dice.
Mostrar su obra en su tierra natal no es para Ramsés el fruto de la vanidad sino el apego a sus raíces. El violinista y compistor piensa que actualmente en Cuba “se privilegia la difusión de lo fácil, lo más básico en términos rítmicos y armónicos, porque es pegajoso y es ‘lo más popular’ en los medios; por ello es importante ofrecer otras alternativas”.
“Quiero retribuir lo que aprendí cuando era niño –explica. Yo crecí en un ambiente musical con figuras y movimientos que muchos jóvenes de hoy no conocen y me gustaría colaborar junto a otros músicos cubanos de mi generación, para brindar a esos jóvenes, a los que están comenzando ahora, la posibilidad de escuchar algo diferente, de conocer una música más elaborada”.
Para Ramsés, Cuba “está en un mejor momento que años atrás, cuando muchos artistas como yo decidimos salir del país para poder realizarnos y conocer otras culturas”.
Aunque cree que “hay muchas cosas que mejorar todavía”, agradece que existan más oportunidades para las personas emprendedoras, con iniciativas y ganas de trabajar. Este es para Ramsés el motivo por el cual muchos han regresado o quieren regresar, para contribuir con sus experiencias y vivencias al desarrollo del país, más allá incluso de sus posiciones políticas. Su mayor aporte, asegura, está en la música.
El músico afirma no tener “ninguna prisa” en que su obra sea licenciada por una discográfica. “Claro que me gustaría recorrer el mundo tocando mis temas, ese es el sueño de todo músico, pero creo importante mantener el control, y poder grabar mi obra con las personas que quiero, sin traicionar mis intereses artísticos. A lo mejor parezco un poco idealista, pero esa libertad es algo que valoro mucho”.
Sus planes pasan, entonces, por componer y tocar en Ibiza y Europa, pero también en la Isla. “Ahora quiero concentrarme intensamente en trabajar el aprendizaje técnico e interpretativo de toda mi obra. Eso es algo que siempre conlleva un desarrollo, cambios que nacen de la práctica, en la propia ejecución. Es una evolución que exige tiempo y dedicación, pero tengo el empeño de lograrlo y tocar en Cuba.”