Treinta y seis meses de trabajo sistemático son el mayor aval del grupo de cineastas cubanos que durante ese plazo ha formulado una propuesta para la actualización del cine y el audiovisual en Cuba; algo que ellos identifican como una urgencia.
Sin embargo, más allá de lograr la articulación entre generaciones en el ejercicio participativo de sus asambleas abiertas, y cuando la industria hollywoodense ya hizo su entrada más estridente con el rodaje en La Habana de Furious 8, estos creadores nacionales aún esperan que alguna de sus propuestas sea llevada a efecto.
Ese retraso tiene el agravante de que cada día el marco legal va más a la zaga de la realidad, la actividad audiovisual se encuentra más desregulada y los creadores están más desprotegidos. Cambios puntuales propuestos y una eventual Ley de cine que abarque todo el escenario darían solución a estos problemas. Pero continúa vigente una legislación aprobada en 1959, cuando las cámaras eran mucho más pesadas y sobre todo más exclusivas.
En este aniversario ha circulado una “Carta a los cineastas cubanos, tres años después”, donde el grupo de trabajo o G20 asegura haber “encontrado apoyo y tropezado con incomprensiones, y a la fecha no se han concretado nuestros objetivos, pero una nueva etapa se acaba de abrir…”.
Se refieren a que en el reciente Congreso del Partido Comunista se conoció que bajo el cacofónico título de “culminación e implementación de la transformación del cine, el audiovisual y el ICAIC”, uno de los lineamientos incorporados atenderá el asunto. Además, durante las sesiones se realizaron precisiones acerca de las nuevas formas de gestión económica.
¿Qué cambios concretos implica este nuevo lineamiento? ¿Incluyen estas nuevas formas de gestión económica a los realizadores y productores audiovisuales autónomos o independientes? OnCuba dialogó en torno a estas interrogantes con dos de los principales actores de este proceso de renovación desde mayo de 2013 e incluso antes: Rebeca Chávez, directora de cine documental y de ficción en cuya filmografía sobresalen la serie Caminos de Revolución y Ciudad en rojo; y Fernando Pérez, director de Clandestinos, Madagascar y Suite Habana, entre las obras más relevantes del cine cubano.
¿Qué proponen los cineastas?
Reconocimiento de la condición laboral del creador audiovisual.
Legalización de las productoras independientes.
Creación de un Fondo de Desarrollo Cinematográfico.
Transformación de las estructuras del ICAIC.
Buena nueva sin más detalle
A propósito del nuevo lineamiento, Rebeca Chávez comenta que “quiere interpretar” que este “implica entrar o estar ya en la agenda del Estado para las transformaciones que se vienen realizando”.
“Subrayo que llegamos a este momento con ventaja. Ya está –en lo fundamental– presentado, analizado, consensuado (pero en incierto compás de espera) un trabajo de tres años desarrollado por el grupo de cineastas o G20 junto a los directivos del ICAIC y las compañeras designadas por la Comisión de Implementación de los Lineamientos”, agrega.
“Las precisiones que hizo Raúl van a acelerar la comprensión y la necesidad de aprobar las normas jurídicas de algo que ya la vida diaria había demostrado como válido y útil”, comenta la directora. “Cuando lo escuché decir en el ámbito del Congreso del PCC que ya existen en Cuba, ahora mismo, empresas privadas medianas y que hoy no tienen un cuerpo legal… y lo identificaba como algo a resolver, sentí que estaba haciendo el retrato exacto de las productoras independientes, algo que nuestro el cine lleva esperando mucho tiempo”.
Fernando Pérez, por su parte, lo toma “como una invitación (tardía, pero necesaria) al diálogo”. Ignoran, no obstante, si ahora existe algún cronograma de trabajo para llevar a efecto los cambios ya diseñados y propuestos, ni qué aspectos concretos contempla la inclusión de este lineamiento. Continúan los pendientes:
“Desde hace muchos años existen los proyectos (aprobados por unanimidad en las Asambleas de Cineastas y compartidos por el ICAIC) de reconocimiento del creador audiovisual independiente y de las productoras independientes. Esos documentos han sido elevados a todas las instancias y son del conocimiento, estudio y discusión de especialistas no solamente del ámbito del cine. Pero aún están a la espera –por su larga duración, ya para mí incomprensible– de aprobación y concreción”, explica el director.
“enos la transformación de las estructuras del ICAIC (que corresponde fundamentalmente al propio organismo, aunque como cineastas podemos aportar ideas), todos los otros puntos están pendientes de aprobación. Y es lo único que falta: el trabajo está hecho”, añade.
Insiste en la prisa necesaria de contemplar institucionalmente a estos creadores, tratándose de “cineastas y productoras independientes que existen, trabajan, hacen películas; pero se mantienen en un limbo de alegalidad. Es una situación que adquiere características parasicológicas: existen, pero no existen”; condición que “impide al Estado y sus cineastas utilizar todo un talento que va de lo técnico y creativo hasta la manera de gestionar y diseñar la producción”, considera Rebeca.
La directora afirma además que “todo está expresado en el documento Diagnóstico en que participamos pero en la práctica no se ha movido nada. Pienso que en el esquema ICAIC, aún sin entrar en una renovación a fondo, hay acciones o mecanismo que bien podían haber empezado a funcionar, al menos como experimento. El Fondo de Fomento, la Comisión Fílmica y el Comité de Creadores no necesitan norma jurídica nueva ni decreto, solo voluntad de política cultural”.
Cada día pasa cuenta
“Aquí y ahora el tiempo es crucial. Han pasado muchos años, no solo desde 2008 cuando se hicieron públicos los primeros planteamientos. En realidad este problema viene avanzando y agravándose desde los años 90. A la crisis de la estructura envejecida del ICAIC hay que sumarle nuevos problemas llegados con las tecnologías digitales. Han pasado 25 años desde que estas ideas se pusieran sobre la mesa.
“Cada vez es más evidente para nosotros la necesidad de una Ley que organice y regule todo el universo del cine y el audiovisual. Por demás, el flujo que se va generando desde Estados Unidos, financiero y de intercambio cultural, pone más agudeza al tema. Recientemente el paso de Rápido y furioso es solo una muestra, que no hay que satanizar ni glorificar, sino usar con inteligencia. Cuba puede, como destino o escenario de rodaje, ofrecer muchas ventajas y posibilidades sobre todo una capacidad técnica. Pero todo eso debe estar regulado”, concluye Rebeca.
Recientemente el diario Juventud Rebelde publicó una entrevista a Roberto Smith, presidente del ICAIC, a propósito de este tema, particularmente indagando acerca de los beneficios económicos de esta filmación para Cuba. El directivo confesó “todavía no tenemos las cifras definitivas”, aun cuando “la negociación se extendió por varios meses”.
El guionista e intelectual Arturo Arango ha llamado la atención sobre los riesgos de estar expuestos a una industria cinematográfica tan fuerte sin instrumentos legales que regulen la relación. “La primera información llegó tan solo tres semanas después del 17D. El titular de una noticia aparecida en un sitio llamado El Boletín rezaba: “Hollywood aspira convertir a Cuba en un gigantesco plató de bajo coste”, comenzaba diciendo en el artículo publicado por OnCuba en enero.
“Las ventajas de que en Cuba se rueden series de televisión o películas que proceden de Hollywood o de otros centros hegemónicos estadounidenses pudieran ser mayores si tuviésemos un cuerpo legal que nos protegiera. (…) O si existieran comisiones fílmicas encargadas, incluso, de atraer esos rodajes, negociar los pagos por el uso de los espacios y, aún más, si esos ingresos, o una parte de ellos, se reinvirtieran en el audiovisual cubano”, propone Arango.
¿Se aproxima la Ley?
Los cineastas, refiere Fernando, han iniciado ese estudio, “hemos discutido, asistido a conferencias con cineastas de otros países, hemos discutido aspectos esenciales de esa ley en nuestras asambleas, nos hemos asesorado con especialistas jurídicos. Es decir: hemos iniciado y hemos trabajado sobre esa futura Ley de Cine. Estamos a la espera de ser escuchados”.
Rebeca Chávez estima que “la Ley puede estar más cerca que cuando la mencionamos por primera vez. Hay más conciencia y menos prejuicios, pero será un proceso largo todavía. Si no hubiera prevalecido la suspicacia y la descalificación, probablemente ya se dispondría de un borrador. Pero se prefirió mirar para otro lado”.
Luces y cámaras. Pero hasta ahí. Ningún efecto especial de última generación. Nunca se concretó una acción real que expresara la buena voluntad del estado, el gobierno, el PCC, para escuchar y entender los reclamos de los creadores audiovisuales cubanos. Quizás cometen el error de apreciación de pensar que desde la resistencia pacífica y la espera paciente lograrán la aprobación de una Ley del Cine. Estoy siendo escéptico pero no me queda de otra. Demasiados años de engaños. Y justificaciones haladas por los pelos. El archiconocido: “No es el momento correcto”. Nunca lo será. Mientras tanto los cineastas, realizadores audiovisuales, sobre todo los más jóvenes, se marchan de Cuba. El país se convierte en una escenografía decadente para películas de dudosa calidad. Estamos desamparados ante la posible avalancha de proyectos cinematográficas desconocedores de nuestra realidad e idiosincracia, ávidos de explotar locaciones verdes y a un personal técnico altamente calificado pero no protegido legalmente. La verdad es que el G20, movilizado por las mejores intenciones del mundo, a pesar de su esfuerzo continuado en el tiempo, no entiende que no tienen forma alguna de emplazar el sistema para que abra un debate público sobre el tema. “Es una pretensión neoliberal de los cineastas cubanos” dijo Miguel Díaz Canel Bermúdez en la Universidad de Oriente hace unos meses, refiriéndose al reclamo de una Ley del Cine por parte de los realizadores. Si quien está llamado a ser, en el futuro cercano, el sustituto de Raúl Castro al frente del gobierno cubano expresa tal criterio no hay mucho que hacer. Tal vez seguir esperando, hasta que se seque el Malecón.
Todos quieren leyes nuevas: de cine, de transparencia institucional, de cuentapropismo, de inversiones, “de acción y reacción!”. Y todos creen que su tópico es urgente (prioritario). Según los teóricos del marxismo, antes de hacer política y arte, hay que comer, calzarse y vestirse, No se pueden poner los bueyes delante de la carreta.
Otra cosa sin embargo es el inmovilismo del gobierno a cualquiera de los reclamos dichos. Todo es con mucha calma. Hay que entender que son viejitos de 80 y pico como promedio. Y nosotros los “elegimos”! 🙂