¿Cuántas sonrisas provocó Alberto Luberta a los cubanos? ¿Cuántas carcajadas a mandíbula batiente? ¿Cuántas reflexiones nacidas de su humor?
¿Cómo se las ingenió para escribir por más de cincuenta años un libreto diario? ¿Para captar el espíritu de lo cotidiano? ¿Para crear argumentos de actualidad que lograban ser, a la vez, universales?
¿Cuántos personajes popularizó en sus Alegrías de Sobremesa? ¿Cuántas frases incorporó al acervo nacional? ¿Cuántas tomó de este y les dio una nueva dimensión, un nuevo sentido, gracias al encanto de la radio?
¿Por qué persistió en trabajar siempre para la radio? ¿Cuánto logró engrandecerlo con su obra? ¿Cuánto le entregó de sí, de su talento, de su voluntad, de su carisma, de la sustancia misma de la vida?
Su ausencia repentina no puede responder ninguna de estas preguntas. Pero su obra sí.
Alberto Damián Luberta Noy falleció este lunes en La Habana. Su vida se apagó mientras el mar desbordaba el malecón. Murió “víctima de una enfermad crónica”, reseñan hoy varios medios de prensa.
Tenía 85 años y premios como los nacionales de la Radio y el Humor. Pero más aún, tenía un público fiel y agradecido. Y una familia –la propia y la extendida, la de Radio Progreso– de la que fue orgullo y horcón.
Muchos realizadores, jóvenes y no tan jóvenes, son deudores de su hacer. La palabra maestro, en su caso, nunca será un elogio gratuito.
Hasta siempre al talentoso escritor, el amigo fiel, al paciente maestro y , especialmente, al revolucionario íntegro , para cuyo diario quehacer tenía como guía el concepto de Revolución expresado por Fidel. Vivirá Luberta en nuestro recuerdo cotidiano.
luberta siempre sera una referencia a la que acudir cuando se hable de escribir para la radio, de hacer radio…se fue un grande de la cultura cubana
¡Qué gente caballero, pero qué gente! Una pérdida irreparable. Para todos.