Miguel Abreu (La Habana, 1975) soñó hace diez años con tener su propia compañía teatral. Entonces intuía que no sería fácil. Dos lustros después, lo ha comprobado fehacientemente, pero, además, aprendió que sin grandes esfuerzos no hay grandes satisfacciones. O las hay, pero estas son efímeras.
Tiene una licenciatura en Artes Escénicas (ISA, 1998) y una maestría en Dirección Escénica (2019) por la misma universidad. Durante diez años fue actor de Teatro Buendía, y colaboró con dos de las compañías de vanguardia de la escena nacional: El Público y Argos Teatro.
Desde 2016 dirige Ludi Teatro (LT), que hoy tiene su propia sala en El Vedado; para la fecha inaugural, escenificaron Incendios, pieza del dramaturgo libanés Wajdi Mouawad. Según el brochure del colectivo, LT, desde los inicios, “ha dedicado sus procesos a abordar autores internacionales, mostrando otras dramaturgias con temas universales y en franco diálogo con la realidad cubana”.
Entre los espectáculos más exitosos de Ludi Teatro, todos bajo la dirección de Miguel Abreu, se cuentan El diario de Ana Frank, apnea del tiempo, de Agnieszka Hernández Díaz (2022); Furor, de Hubner y Haker (2021); Ubú sin cuernos, de Abel Gonzalez Melo (2020); El vacío en las palabras, de Maikel Rodriguez (2018); La mujer de antes, de Roland Shimmelpfennig (2018); Bosques, de Wadji Mouawad (2018); Dos pobres rumanos que hablaban polaco, de Dorota Maslowska (2017), y Aprender a nadar, de Marianna Salzmann (2016).
Vamos al diálogo.
¿Cómo, dónde, cuándo y por qué surge Ludi Teatro?
En el año 2013 retorno a La Habana después de una estancia en Ciudad de México de casi cinco años, y en mi bolsa venía la tetralogía La sangre de las promesas, del autor libanés Wajdi Mouawad, textos excelentes que yo sentía la necesidad de hacer en Cuba. Sin embargo, llego a dirigir Las lágrimas no hacen ruido al caer (2013), de Alberto Pedro. Luego de este trabajo, comienzo a reunir un grupo de actores para el proceso de montaje de la primera obra de la tetralogía, Litoral. En este tránsito nació el grupo, un proceso largo, donde muchos no entendieron mis objetivos, y se fueron; y otros se enamoraron de la obra, del proyecto, y se quedaron. Desde ese momento jugó un papel fundamental Rafael Vega, como productor y cofundador del grupo; también Pavel Marrero, el diseñador de maquillaje; ambos han sido mi apoyo incondicional durante todos estos años.
En 2014 se logra la oficialización de la Compañía Ludi Teatro a raíz del estreno de Litoral, en la Sala Tito Junco, del Centro Cultural Bertolt Brecht.
Siempre fui un actor de teatro de grupo, soy fundador de Argos Teatro, trabajé en dos espectáculos en El Público y fui actor del Teatro Buendía, donde dirigí mis primeras obras. Desde los inicios tuve muy claro lo importante que es la formación de un grupo para lograr una teatralidad propia. En nuestro caso, esta se fue dando también gracias a la permanencia en el proyecto de un grupo de actores, la familia lúdica que anda por el mundo; ellos son muy importantes para mí y lo saben.
¿De dónde proviene el nombre? ¿Anticipa la estética del grupo?
El teatro es un juego ritual, místico, ancestral. Lo asumo desde un accionar lúdico, donde se mezclan diversión y misterio. La idea del nombre nace de esta noción del teatro y tiene su raíz en los Juegos Lúdicos, antecedente histórico de las olimpiadas, en las cuales también se hacían presentaciones teatrales. Otro referente para elegir este nombre tiene que ver con asumir el grupo teatral como la escuela, el espacio de formación de jóvenes actores, de ahí que tuviéramos en cuenta también el nombre de Ludi Magister, maestro de origen romano, aquel que se valía de los juegos para enseñar a sus pupilos. Es un papel que, con hermosos resultados, he asumido hasta hoy.
Supongo que en los momentos fundacionales Ludi Teatro se propuso metas muy específicas. ¿De qué modo aspiraban a diferenciarse de los conjuntos de primer nivel nacional? ¿Lo han conseguido? ¿Hay una marca de Ludi Teatro?
Cuando comencé a estudiar la maestría en Dirección Escénica en el Isa, me hicieron esta misma pregunta. Mi respuesta fue sencilla. No me propongo ninguna estética con Ludi Teatro. Para mí, es una pregunta que estrecha la mirada y presiona a definir cosas que no necesitan ser definidas porque, sencillamente, se dan de manera orgánica a partir de la maduración de un proceso de investigación artística riguroso. Sin embargo, pasados diez años de intenso trabajo, puedo asumir la responsabilidad de decir que hemos creado una metodología interna que produce un tipo de teatralidad particular. Hay una marca de Ludi Teatro, que parte de nuestra herencia teatral. Me gusta descubrir en mis soluciones escénicas la mano de Flora Lauten, mi maestra, y no me niego a eso, como tampoco me niego a pensar mi teatro desde fuera de esta manifestación: desde las artes visuales, desde la música, desde el público… Son mecanismos de trabajo bastante lúdicos.
Se habla de que han creado un público fiel. ¿Cuál es su característica?
A Ludi llega todo tipo de público, abundante; rebasa nuestra capacidad. Es normal ver gente por los pisos, las esquinas, apretados pero felices porque pudieron entrar, mientras afuera otros protestan. La mayoría es público joven. Esto responde a una lógica, enfocamos nuestra mirada en ellos; nos preocupa mucho la juventud cubana y lo que ha estado pasando en los últimos años. Entendimos desde los inicios que había un vacío que llenar en esa nueva generación de espectadores, un hueco que tiene que ver con entender el horror desde la poesía, hilvanar el dolor con la carcajada, transitar la tragedia desde la música a la poesía visual. Contrario a lo que muchos pensaron, las tres tragedias contemporáneas que hicimos de Wajdi Mouawad, Litoral (2014), Incendios (2016) y Bosques (2018), fueron la plataforma de formación de nuestra filosofía grupal, y como consecuencia se educó un público que nos ha seguido durante estos años.
Hay algo que siempre tuve muy presente a la hora de tomar decisiones en mi trabajo: no dejarme arrastrar por modas y tendencias de turno, lo cual no quiere decir que no esté al tanto de lo que se propone. En este sentido soy muy egoísta. Encauso mis búsquedas formales hacia los territorios que me resultan más atractivos e inquietantes, aunque esto implique moverme en sentido contrario al resto del universo.
¿Cómo consiguieron la sede actual del conjunto? ¿Están a gusto? ¿Qué ayudas necesitarían para mejorar las condiciones físicas para actores y público?
Nuestra caja negra, en la Calle I entre 9 y 11, era un espacio abandonado y lleno de basura. Con recursos personales lo convertimos en un teatro. Se gestionó con el Ministerio de Educación Superior y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas. Es un lugar que amamos y donde nos sentimos muy a gusto.
Necesitamos ayudas, si, muchas, como las necesita todo el teatro cubano, en un estado material lamentable, paupérrimo. Hoy atravesamos uno de los periodos más duros, porque al inmenso vacío material y humano se suma el de ideas y de rigor en las propuestas que, a la larga, es bastante más peligroso.
Entiendo que diste el paso de actor a director con 30 de papel (codirección de Juana García) en el Estudio Teatral Buendía. ¿Qué te hizo redireccionar tu carrera? Sé que has actuado esporádicamente desde entonces, ¿lo continuarás haciendo?
He actuado últimamente muy poco, he recibido propuestas de la TVC, de otros grupos de teatro, pero realmente no me interesa. Solo lo he hecho en Ludi, en medio de una crisis, y porque la solución era que yo me subiera al escenario.
¿Te has dirigido a ti mismo?
No lo he hecho.
¿Lo harías?
Lo evitaré siempre.
En diez años de fundado, ¿cuáles han sido los momentos más altos del conjunto, bien por el alcance estético de los espectáculos, bien por la repercusión crítica de los mismos?
Pienso que hay dos tiempos muy definidos en este periodo de 10 años, y que sin dudas son los más importantes; a partir de la apertura de la sede, con el estreno de Incendios, nos colocamos de forma definitiva en nuestro panorama teatral.
Si Litoral en 2014 fue un espectáculo ignorado y poco entendido, Incendios y Bosques fueron trabajos muy bien recibidos por la crítica, la prensa y el público. Obras premiadas y de las que hicimos largas temporadas con el teatro abarrotado de espectadores ávidos de esas historias profundamente complejas.
La segunda etapa está dividida por la pandemia y marcada por los dos Premios Villanueva de la Crítica que tiene el grupo: Ubú sin cuernos y El diario de Ana Frank, apnea del tiempo. Hoy día los dos espectáculos continúan en repertorio de la compañía, y son muestra de que hemos madurado un lenguaje escénico propio y una audiencia que se siente representada por nuestro discurso.
De las presentaciones en escenarios internacionales, ¿cuáles consideras las más memorables?
Nuestros más importantes logros internacionales son las giras a México con los espectáculos El vacío en las palabras y El diario de Ana Frank, apnea del tiempo, especialmente las presentaciones con nuestros amigos del Festival del Monólogo Casa Tanicho y en el Conjunto Santander De Las Artes, de la Universidad de Guadalajara.
Has recibido talleres con Carlos Díaz (El Público), Flora Lauten (Buendía) y Carlos Celdrán (Argos Teatro). ¿Qué aprendiste de cada uno de ellos? ¿Cómo caracterizarías sus métodos de enseñanza?
Mi nacimiento teatral comenzó cuando salí del Isa y empecé a crear personajes con los directores que mencionas. Antes no entendía muchas cosas, aunque el periodo en el que fui alumno de Antonia Fernández es esencial en mi formación. Enfrentar el teatro desde dentro de compañías profesionales es otra historia.
En mi caja de herramientas hay muchas piezas de cada uno de estos maestros inmensos. Serían motivo de un estudio más profundo las ramificaciones teatrales que estos grupos han producido y producirán y su influencia en la configuración de un rostro del teatro cubano. Detallar lo aprendido de cada uno sería demasiado extenso en un análisis de asunciones y negaciones; lleva una revisión detallada para la que necesitaríamos muchas páginas.
¿Qué le espera a LT en lo adelante? ¿Explorarán nuevas dramaturgias, invitarán a otros directores y actores a trabajar eventualmente con ustedes?
Constantemente exploramos nuevas dramaturgias del mundo, sobre todo voces vivas y en activo en sus territorios. Ahora mismo tenemos en desarrollo el proyecto Tentaciones y dolor, teatro contemporáneo de los Países Bajos, una selección de cuatro textos que se pondrá a circular en la Feria Internacional del Libro de la Habana 2024, bajo el sello editorial Tablas-Alarcos. La compilación y el prólogo son de Ronald Brouwer, y la edición estuvo a cargo de Abel González Melo. Este es un extenso proyecto que hemos realizado con el apoyo de la Embajada de los Países Bajos en Cuba y que se extenderá hasta abril, con un estreno en Ludi Teatro.
Estamos abiertos a la colaboración, ya lo hemos hecho otras veces, así que no descarto que otros directores lleguen a Ludi Teatro. Los actores van y vienen, algunos permanecen mucho tiempo, otros muy poco, es una realidad que tenemos que asumir. Sobre todo es muy difícil cuando se van los que han estado muchos años formándose y entendiendo una imagen de nuestra teatralidad lúdica.
¿Hay alguna obra que te interese mucho hacer y que por una u otra razón no lo has logrado?
He abandonado esa manera nostálgica de pensar, trato de fluir y de no aferrarme a la idea de alguna obra que me queda pendiente. Tengo varias en el librero que a cada rato me llaman, de Agniezka, de Abel Gonález Melo, de Montero…; quiero volver a Mouawad y otros de Cuba y de fuera de la isla. No descarto algún clásico, pero realmente me atrae más trabajar con autores en activo.
Pero ahora mismo mi mayor interés y lo que nos falta por acabar de hacer es cambiar los modos de producción y administración del teatro. Movernos en otras dinámicas económicas, donde logremos una autosuficiencia financiera que nos permita funcionar de otra manera y, por ende, mejorar la calidad de vida de nuestros artistas. Cuando sectores como el cine y las artes visuales se han vuelto parte del elenco de nuevos actores económicos, la mayoría de nosotros, los del teatro, seguimos estancados en la misma visión paternalista de toda la vida. Afortunadamente, hay algunos proyectos que también han estado trabajando en esto, pero aún no se logra un movimiento total en otra dirección.
¿Qué es Habana Lúdica y qué relación tiene con LT?
Colección Habana Lúdica es un proyecto personal y familiar que se propone la formación de una colección de arte cubano, así como la promoción y la colaboración con artistas visuales. Desde las primeras obras que llevé a escena, conté con la colaboración de artistas visuales, especialmente de Jeff (José Emilio Fonseca Fuentes) y de Niels (Niels Reyes), a inicios de los 2000. Con estos procesos llegaron también las primeras obras de la colección y empezó a crecer el conocimiento sobre artes visuales y su incidencia en mis puestas en escena es constante.
A modo de ejemplo te puedo decir que el concepto visual de un espectáculo tan importante como Ubú sin cuernos parte del estudio de la obra de dos artistas de la generación de los 80 a los que admiro: Pepe Franco y Gustavo Acosta, ambos en constante diálogo conmigo durante este proceso.
Es un proyecto que también pretende tener una fuerte presencia en redes sociales, pues busca eso, ser activo dentro de los nuevos medios y crear una corriente de cultura en medio de tanta superficialidad. Hemos soñado crear nuestra propia Galería Lúdica, tener un espacio físico para eso, pero aún no sabemos si eso va a pasar. Por ahora buscamos seguir coleccionando, trabajar en la visibilidad de los artistas y continuar colaborando con ellos dentro de los proyectos de Ludi Teatro. Acabamos de editar la serigrafía Ana y el agua por todas partes, del artista visual Rolo Fernández, dedicada a los 10 años del grupo y a nuestro más importante trabajo, El Diario de Ana Frank, apnea del tiempo.
¿Cómo celebrarán los diez primeros años de vida de Ludi Teatro?
Queremos hacer las veinte funciones que nos faltan para llegar a las 100 de El diario de Ana Frank… Empezaremos en mayo la temporada y debemos completar la cifra en junio, alrededor del 12, que es la fecha exacta de la creación del grupo. ¡Y habrá fiesta!