Exactamente cuatro siglos de la muerte del poeta y dramaturgo inglés William Shakespeare se cumplen este año, y alrededor de todo el mundo se cuentan por miles las iniciativas dirigidas a celebrar la vida y la obra del que es considerado el escritor más importante de la lengua inglesa.
La Habana, en medio del ajetreo característico de los primeros días de septiembre, también tuvo recientemente su “oasis shakespeareano” gracias a la actriz británica Sara Finch, creadora del proyecto Shakespeare en Cuba, una confesa enamorada de la isla antillana y de su gente, que ha dedicado varios años de su vida a la enseñanza de la actuación en la Escuela Nacional de Arte (ENA).
Finch tiene una notable trayectoria en las tablas al servicio de la Royal Shakespeare Company –agrupación que toma su nombre del emblemático teatro londinense construido en el siglo XVI, en plena etapa Isabelina, y de cuyo elenco formó parte el propio Shakespeare. Ella ha desarrollado, con el concurso de varios amigos y del apoyo de las autoridades culturales cubanas, un pequeño festival en honor al autor de Hamlet y Otelo.
Al igual que la iniciativa global, el capitulo habanero se llamó Shakespeare 400 y, además de las obligatorias puestas en escena, los creadores tuvieron a bien organizar una exposición y una serie de conferencias y masterclass, dirigidas principalmente a estudiantes de actuación.
Para Shakespeare 400, Sara Finch tuvo a bien convocar a varios especialistas, algunos actores que al igual que ella en algún momento de sus carreras formaron parte del elenco de Globe Theatre, otros de la Royal Shakespeare Company, formación, como su nombre lo indica, especializada en la obra del dramaturgo inglés y que tiene su base de operaciones en ciudad donde nació el autor de El rey Lear en 1564.
La Sala Adolfo Llauradó de la Casona de Línea fue la escogida para la puesta en escena. Asumida por un pequeño elenco de cinco actores (Rosalind Cressy, Dorothy Lawrence, Paul Prescott, AJ Leon, y la propia Finch) y una escenografía minimalista –en parte por la dimensiones del escenario–, la velada estuvo marcada por la complicidad lograda con un público, que si bien no llenó la pequeña sala, disfrutó cada momento.
No fue una obra, sino una selección de fragmentos de varias piezas. Finch eligió comedias y tragedias. La misma puesta para sábado y domingo abrió con Enrique V, seguida, sin tener en cuenta el orden, de La duodécima noche (o Noche de Reyes, como también se conoce), uno de los actos de Penas por amor perdidas, y otro de Las alegres comadres de Windsor.
No faltaron escenas de los inmortales Macbeth, La vida y muerte del rey Ricardo III y Ricardo II, Sueño de una noche de verano y La tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca, o simplemente Hamlet.
El respeto a los textos originales, al inglés y el vestuario de la época, caracterizaron la puesta en escena, además del dominio de los roles por parte de los actores. Una oportunidad cuyo precedente más cercano fue el Hamlet que en el teatro Mella protagonizara el Globe Theatre en agosto de 2014, con motivo de la gira mundial que desarrollaran para celebrar el aniversario 450 del natalicio de Shakespeare.
El programa académico de Shakespeare 400 contó con el apoyo de la Universidad de Warwick, una casa de altos estudios que promociona la obra del icónico dramaturgo mediante una sociedad que incluye a académicos, estudiosos y entusiastas.
Del claustro de Warwick llegó a La Habana el doctor Paul Prescott a impartir una conferencia sobre La reinterpretación de la obra de William Shakespeare en las diferentes culturas, también como parte del elenco para la puesta en escena gracias a sus estrechos vínculos con la Royal Shakespeare Company.
El cartel fue completado con una exposición de vestuario clásico del universo shakespereano en la galería Raúl Oliva del Centro Cultural Bertolt Brecht.
Shakespeare 400 en La Habana fue una acción única, exclusiva para Cuba, dijo Sarah Finch a OnCuba.
Invitada desde 2009 a impartir clases de actuación y dramaturgia en la ENA, principalmente con la temática de la obra del autor de Romeo y Julieta, Finch siente admiración por el apoyo que las autoridades de la Isla ofrecen a la enseñanza artística.
“Estoy maravillada por la forma en que está concebido el sistema aquí, por la naturalidad y espontaneidad que caracteriza a mis estudiantes”, cuenta, a la vez que consideró como uno de sus mayores logros docentes, la forma en que sus alumnos se han apropiado de la obra de Shakespeare. “Han ‘cubanizado’ las diferentes piezas, adecuando las situaciones al contexto de la Isla, en especial las comedias, incluso hasta la música es sustituida por la de aquí”, señaló.
Finch está convencida de que “las palabras de Shakespeare tocan profundamente el corazón de las personas, y comunican de corazón a corazón, sin importar las diferencias de idiomas. Es la mejor manera de transmitir verdad y amor. Por eso vine a Cuba, gracias al apoyo de la actriz Corina Mestre y del Consejo de las Artes Escénicas”.
El proyecto Shakespeare en Cuba y el capítulo habanero de Shakespeare 400 tiene su origen en la compañía británica The Lions Part, un elenco formado por artistas profesionales que tiene entre sus objetivos principales la creación de festivales de teatro, y la puesta en escena de obras aprovechando diversos espacios públicos y comunitarios donde fusionan técnicas tradicionales con música, costumbres y el patrimonio del lugar escogido.